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Debate Palin-Biden

El lugar, la Washington University, en St. Louis, Missouri, la West Gate, esa Puerta al Oeste profundo americano. Enfrente, dos candidatos a Vicepresidente muy distintos. La Gobernadora de Alaska Sarah Palin y el Senador por Delaware Joe Biden. La moderadora, Gwen Ifill, de la PBS, cuya objetividad fue puesta en duda previamente al debate, debido a que es pro-Obama, ha quedado plasmada en una actuación ligeramente a favor de Biden, pero en general independiente.

Un veterano como Joe Biden frente a alguien relativamente nuevo en política como Sarah Palin. Las sensaciones tras el debate es que la Gobernadora de Alaska ha salido airosa del envite y ha realizado una buena defensa de McCain, de quien ha defendido su condición de héroe y “maverick”. Joe Biden se ha mostrado contenido, evitando las refriegas directas y apuntando directamente contra McCain.
Palin se ha mostrado en todo momento como una madre trabajadora y una ciudadana corriente que conoce los desafíos de la vida cotidiana. Ése ha sido un gran acierto porque le permite conectar con esa inmensa masa de madres trabajadoras, las hockey moms, que pueden identificarse con ella. Palin ha prometido algo sencillo y a la vez muy importante: luchar por la clase media, algo que parece perderse de vista en la magnitud de los problemas nacionales, pero que es fundamental. Se mostró bien capacitada en política energética y conocedora de los retos internacionales.

Biden mantuvo las distancias y sólo descalificó a su contrincante al hablar del papel del Vicepresidente, centrando su atención en McCain, a quien hizo corresponsable de la actual política económica, la desregulación financiera y protector de los intereses de las empresas y los ricos.
Palin estuvo directa y brillante en el tema de Iraq al acusar a los Demócratas de tener únicamente un plan que consiste en agitar la bandera blanca de la rendición, poniendo en evidencia la postura interesada, cobarde y derrotista de los Demócratas desde hace mucho tiempo. Al recordar la amenaza que representa el régimen de Mahmud Ahmadineyad en Irán, y la necesidad de que EE.UU evite un segundo Holocausto, puso de manifiesto que entiende cabalmente el tremendo peligro que representa el régimen iraní.

Es cierto que Biden demostró sobradas dotes de orador con una amplia experiencia. No en balde es un veterano de la política. Pero esto no le sirvió para vencer claramente a una Palin combativa que cree y defiende sus ideas con honestidad y que, por tanto, es capaz de conectar con el ciudadano medio. Muchos intelectuales y especialistas políticos ven esto como un hándicap, algo propio de una amateur, concediéndole a Biden la victoria en virtud de su experiencia. Es un error porque en política tan importante como la experiencia o más es la defensa de los ciudadanos de a pie y de los valores americanos por excelencia, algo en lo que Palin goleó a Biden.

El debate dejó la sensación de un veterano Senador, integrante del sistema, un insider de Washington D.C., frente a una ciudadana normal que defiende sus ideas con valentía y sinceridad. Las élites intelectuales tienden siempre a minusvalorar esta cuestión, pero la Historia demuestra que en EE.UU el ciudadano corriente se alza victorioso. Ronald Reagan lo hizo en su día y George W. Bush llevó el poder del pueblo a la Casa Blanca frente a los que piensan que sólo los miembros del establishment de siempre están preparados para gobernar. Palin reivindicó con acierto la visión de Reagan sobre la libertad, el país y las futuras generaciones, retomando una idea que está profundamente anclada en la psique americana y que ningún Biden puede superar, por muy veterano que sea.

El debate sirvió para que Sarah Palin vuelva a conectar con el ciudadano común, ahí le ganó la mano a Biden de medio a medio, mostrándose dinámica, coherente con sus ideas y enérgica. El veterano Senador, por su parte, y eso hay que reconocerlo, se mostró convincente y sólido, evitando esa actitud petulante que suele acompañarle a veces, resultando brillante por momentos.
En resumen, fue un debate interesante, que cumplió con las enormes expectativas que había despertado. ¿Un vencedor? Biden demostró elocuencia y Palin estuvo desenvuelta y simpática. Cada uno se apuntó victorias. Pero Palin sale más beneficiada al haber cumplido el trámite con soltura y derrotado a los críticos que auguraban su fracaso; algo que no ocurrió.


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