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Reforma migratoria en Estados Unidos

Ahora que el tema de la reforma migratoria está en la agenda política, el Partido Republicano necesita plantearse y reflexionar profundamente sobre esta cuestión, porque va a ser decisiva en próximas citas electorales. El acuerdo bipartidista de hace unos días en el Senado es un magnífico paso en la dirección correcta.
El discurso político favorable a los inmigrantes ha sido captado por los demócratas de una forma especialmente hábil, que les ha reportado buenos resultados electorales, aprovechando las posturas más radicales en la materia que mantienen algunos sectores del GOP.
Esto no siempre ha sido así. El Partido Republicano ha mantenido etapas muy abiertas a la inmigración, que además han coincidido con éxitos en las urnas. Son los casos, por ejemplo, de Ronald Reagan y George W. Bush, que defendieron reformas migratorias muy favorables y obtuvieron excelentes resultados entre los inmigrantes, en concreto entre los hispanos, una comunidad social de creciente influencia.
Es bueno recordar en estos días en los que el acuerdo se abre paso que cuando Bush dejó la presidencia en 2009, siempre le preocupó la cuestión de la inmigración y advirtió al Partido Republicano que no se convirtiera en «antiinmigrante». En pleno debate nacional en torno a este tema, el expresidente George W. Bush ha vuelto a incidir en el tema en recientes conferencias para valorar los beneficios de la inmigración para la economía de Estados Unidos al afirmar que la reforma migratoria debe hacerse «con espíritu benevolente y considerando la contribución de los inmigrantes, quienes han ayudado a construir el país en el que nos hemos convertido; los inmigrantes pueden ayudar a construir un dinámico mañana». Una voz autorizada que ha sido escuchada por muchos republicanos en estas semanas.

Las recientes palabras de Bush nos recuerdan que debemos aplicar una política generosa para con quienes contribuyen a hacer mejor a este país: «Estados Unidos puede ser una sociedad de leyes y una sociedad acogedora al mismo tiempo». Esto es algo que nunca debemos olvidar ni marginar en aras de planteamientos más extremos.
Bush ha recordado que los inmigrantes vienen con nuevas habilidades e ideas y llenan un vacío clave en el mercado laboral. Su trabajo ha sido decisivo para la recuperación económica y puede serlo también para alcanzar tasas de crecimiento del PIB del 4%, como defiende una de las iniciativas que lidera el expresidente.
En estos días numerosos líderes empresariales y expertos económicos estudian las contribuciones de los inmigrantes al crecimiento económico y a las empresas estadounidenses. Por ejemplo, un manual del Instituto Bush sobre el crecimiento y la inmigración señala que los inmigrantes son más propensos que las personas nacidas en Estados Unidos a trabajar por cuenta propia y son en un mayor grado los principales responsables de las solicitudes de patentes internacionales de Estados Unidos y del arranque de empresas prósperas de ingeniería y tecnología. Estos son datos reales que no se pueden diluir ni tergiversar en el debate político o ideológico. En la nueva legislatura del Congreso federal ya se ha alcanzado un principio de acuerdo sobre la necesaria reforma migratoria y en este punto el Partido Republicano hace bien en escuchar los planteamientos de George W. Bush y de aquellos que defendemos una reforma inclusiva, justa y abierta, algo que además permitiría remontar en las encuestas y ganarse el voto de muchos inmigrantes. Sería un error dejar que Obama y los demócratas capitalicen los beneficios de la reforma que se está debatiendo, ya que son muchos los republicanos que apoyan y defienden la misma, pero de lo que apenas se da traslado a los medios de comunicación.

Recordemos que la propia revisión de la política de inmigración que Bush prometió en su segundo mandato fue derrotada en el Congreso cuando prominentes legisladores, incluyendo a muchos republicanos, pensaron que disposiciones como un programa de trabajadores temporales equivalían a dar una amnistía para los inmigrantes sin autorización legal. Los errores del pasado pasaron factura en las últimas elecciones presidenciales y también a otros cargos electos. Ahora deberíamos aprender la lección y evitarlos en el proceso de negociación que se prolongará unos meses hasta que la reforma sea aprobada definitivamente. Es el momento histórico de estar junto a los inmigrantes que han ayudado a levantar este país en los últimos treinta años.
James K. Glassman, director ejecutivo del Instituto Bush, ha dicho que cuando el instituto estaba identificando áreas de política que podrían ayudar a hacer crecer la economía, la inmigración fue precisamente uno de los puntos que surgieron rápidamente. La idea es simple y siempre ha funcionado en este país: «Necesitamos atraer a los mejores y los más brillantes, y mantenerlos aquí». A eso se llama incentivar la inmigración, no perseguirla. Por eso esta reforma migratoria que el acuerdo bipartidista hará posible, que ahora impulsa Obama, y anteriormente Bush, es oportuna y debe cimentar una política correcta y humana en la materia.




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