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Ofensiva en Afganistán


La ofensiva lanzada por los Marines el pasado jueves en Afganistán, denominada “Operación Khanjar” (Golpe de Espada), comenzó con la llegada de tropas a bordo de helicópteros de combate a la localidad de Nawa, a unos 32 kilómetros de Lashkar Gar, y pretende lograr unos objetivos muy definidos.
Por una parte, controlar y asegurar la estabilidad del sur del país, donde los Talibán cuentan con numerosas bases. Por otra, garantizar las elecciones del próximo 20 de agosto, y combatir los reductos Talibán a ambos lados de la frontera con Paquistán.
En términos militares, la ofensiva busca la conquista del territorio que aún permanece bajo inflcuencia Talibán o de Al Qaeda. Pero incluye además importantes objetivos de estabilización civil y reconstrucción de las ciudades y aldeas, así como para garantizar los servicios sociales básicos a la población.

La estrategia aprobada por el Presidente Obama es prácticamente un calco de la exitosa campaña que emprendió George W. Bush en Iraq en 2007, con la estrategia “surge”, el incremento de tropas sobre el terreno, y los objetivos anunciados entonces por el Presidente Republicano para protreger a la población local iraquí y proporcionarles seguridad en las calles. ¿Cuál es la diferencia? Objetivos y estrategia son muy similares (no en vano, al frente de su elaboración están muchos de los que concibieron el “surge” en Iraq). La principal diferencia es que Bush aprobó un plan ambicioso, basado en más de 30.000 soldados de incremento, y Obama ha sido más cicatero, al autorizar sólo 4.000 efectivos para esta campaña de verano. Aunque es justo reconocer que apenas pisó el Despacho Oval aprobó un incremento global de 20.000 soldados para Afganistán.
Con la Operación Espada, se pretende controlar las provincias de Helmand, Farah, Zabul, y Kandahar, entre otras, hasta ahora en manos Talibán, y convertidas en una de las zonas de mayor producción de opio, que es una de las fuentes de ingresos con que cuentan estos angelitos del turbante negro; entre 200 y 340 millones de dólares anualmente, en concepto de “impuestos” a los productores. Lograr ese control territorial y mantener unas condiciones mínimas de seguridad para la participación de la población en las elecciones de agosto, sin influencia Talibán, constituye el objetivo político de la operación.

Por el momento, los combates son cuerpo a cuerpo y aldea por aldea, y los Marines están pulverizando las posiciones Talibán y de Al Qaeda en los distritos de Toshtay, Nawa y Garsmir, en la povincia de Helmand, y en Kha Neshin, capital del distrito de Reg, lanzados a controlar la parte baja del valle del río Helmand, un amplio territorio en forma de media luna con campos de amapolas para la producción de opio y trigo, regadas por varios canales.
En este fulminante avance, han sido cruciales las operaciones de toma y control de los puentes y los cruces de canales en torno a Lashkar Gah y Gereshk, las dos principales ciudades de la provincia de Helmand, desarrolladas bajo el paraguas de la “Operación Panchai Palanga” (Garra de Pantera). En cualquier caso, la decisión de no usar artillería ni bombardeos sobre posiciones Talibán, ha hecho que los combates sean especialmente intensos en algunas localidades. En contrapartida, se está evitando que haya muchas bajas civiles.

La estrategia desplegada, que lleva el sello, entre otros mandos, del general Stanley A. McChrystal y el general David Petraeus, que ya dirigieron operaciones especiales en Iraq, es una decidida apuesta por acabar con los reductos Talibán en el sur de Afganistán. Sólo se echa en falta una mayor determinación del Presidente Obama, que ha aprobado un número muy limitado de tropas para entrar en combate en esta operación, lo que contrasta con su declarada voluntad de conseguir estabilizar Afganistán, uno de sus objetivos en política exterior.
No obstante, los Marines siguen avanzando y la buena noticia es que están aquí para quedarse y garantizar la seguridad de la población civil.

Al mismo tiempo que estos combates tienen lugar, numerosas operaciones militares se están desarrollando en la parte paquistaní de la frontera del noroeste, en los peligrosos distritos de Swat y Dir, donde la actuación de aviones no tripulados norteamericanos y comandos especiales, ha conseguido desarticular bases de comunicaciones, depósitos de armas y municiones, y la eliminación o captura de terroristas de Al Qaeda. Las operaciones de comando se han extendido también a Beluchistán, al sur de Helmand, con el fin de acabar con los refugios de los islamistas en las montañas.
Esta operación es la primera gran ofensiva de la Administración Obama para lograr los objetivos marcados en Afganistán. Y estamos sólo al comienzo de la campaña. La estabilización, la seguridad, y ganarse la confianza de la población civil, serán objetivos tan importantes como los militares que ya se están alcanzando.




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