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La cultura

Uno de los motores de crecimiento económico llamado a tener un papel relevante ahora y en el futuro es el mundo de la cultura en general. Es una industria sostenible, relativamente limpia y respetuosa con el medio ambiente, ofrece oportunidades de empleo para una gran variedad de especialidades artísticas pero también técnicas, publicitarias, de gestión y otras, en labores relacionadas. Además, genera un crecimiento económico que influye positivamente en el PIB, crea millones de empleos y contribuye al desarrollo social. En todos los países avanzados representa uno de los sectores clave. En Estados Unidos su peso en la economía nacional es enorme y en países como España y otros del ámbito latinoamericano aún tiene un horizonte de desarrollo muy grande que está siendo poco aprovechado.
Los beneficios de la cultura no sólo se miden en términos económicos sino también de pedagogía útil y divulgación de conocimiento. Desde la literatura, el cine, el teatro, la danza, la música, la poesía, etc, se contribuye de forma esencial a potenciar una mentalidad de la sociedad más abierta y democrática, solidaria y con afán de aprendizaje y disfrute del ocio desde unos planteamientos de calidad. La cultura nos ayuda a pensar y a ver más allá de los límites establecidos y de lo que marcan las fronteras, promueve la independencia de pensamiento y personal, valora el bienestar, la dignidad y la autoestima de los ciudadanos; pone en perspectiva el valor de la libertad e incentiva la sana competencia. Las diversas formas de creatividad que integran el mundo de la cultura hacen, en definitiva, que las personas sean más dialogantes, respetuosas, emprendedoras, valientes y libres; personas más participativas y comprometidas con un mundo más equilibrado, justo y respetuoso de la paz, especialmente interesado en lograr el avance intelectual de los ciudadanos sin renunciar al entretenimiento.

Razones más que suficientes para potenciar la cultura en sus distintas manifestaciones y que actúe en la vida de las personas de manera habitual y en la economía como motor activo de crecimiento. Esto permite en última instancia que la sociedad sea más creativa, más libre, piense de forma independiente y se cree valor añadido que revierte en todos. Lograr estos objetivos es de interés nacional en países como España, con enormes recursos culturales por explotar y talento que puede aflorar, y sólo se puede hacer desde iniciativas que impulsen el crecimiento y el desarrollo de forma coherente y transversal, con la implicación activa de agentes e instituciones públicas y privadas, así como de la sociedad en su conjunto.

La cultura puede ser ese motor de progreso económico y social, como ya lo es en Estados Unidos, pero es preciso un conjunto de políticas y medidas efectivas que lo hagan posible y que tengan como finalidad dinamizar el tejido cultural de ciudades, pueblos y del país en general a través de programas bien articulados, estímulos económicos, de reconocimiento social y de promoción adecuada, con una formación específica de los intervinientes en la cultura y facilitando el desarrollo de diversos proyectos culturales mediante premios, becas, financiación cultural privada, formación y el establecimiento de un marco jurídico y fiscal estable y favorable a la cultura.

Sólo así, con medidas acertadas y decididas, haremos de la cultura ese gran motor de crecimiento económico. La pedagogía para mostrar a la sociedad el valor de la cultura es lo primero que se debe potenciar. En Estados Unidos valoramos especialmente las distintas manifestaciones culturales y ello hace posible un sector dinámico y muy competitivo que crea abundante riqueza. Conseguir esto en España y otros países depende en primer lugar de que la ciudadanía conceda el valor que tiene al mundo de la cultura.




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