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Somalia: En el ojo del huracán


En los últimos meses ha saltado a la actualidad internacional periódicamente. Los actos de piratería en las aguas del golfo de Adén, en Somalia, han puesto en evidencia una realidad alarmante. Somalia se puede convertir en un nuevo e importante campo de batalla contra el terrorismo islamista, de hecho ya lo es, aunque las hostilidades podrían incrementarse de forma más que notable.
Las condiciones para ello son excelentes. Somalia es un país de unos 9 millones de habitantes, la mayoría nómadas y agricultores en el límite de la subsistencia, que tienen un sistema de warolads (señores de la guerra), prácticamente feudal, casi el 100% de confesión islámica, más de dos millones y medios de armas, y un territorio fragmentado en tres entidades independientes (Estado del Sudoeste, Somaliland y Putland). El resto del territorio se encuentra dividido en zonas controladas por los “señores de la guerra”.
Al Qaeda ha tenido a Somalia entre sus destinos en los últimos años y ahora parece más decidida que nunca a aprovechar la fuerza de uno de sus grupos en la región, los Shabaab (“Juventud” en árabe), cercanos a los Talibán en su concepción islámica, que ya controlan el sur y el centro del país y avanzan rápidamente, conquistando ciudades portuarias estratégicas, gracias en parte a la retirada de 3.000 soldados etíopes de Somalia, que dejan a las fuerzas de pacificación africanas ante la misión imposible de controlar un país anárquico y en permanente conflicto desde 1991.
Los Shabaab son el ala militar de la extinta Unión de Cortes Islámicas (UCI), radicales islamistas, que controlaron Mogadiscio desde junio hasta diciembre de 2006, fecha en la que fueron expulsados de la ciudad por las tropas gubernamentales y el ejército etíope en una ofensiva apoyada por EE.UU.

¿Qué está pasando en Somalia? Las noticias que llegan a la opinión pública dan cuenta de actos de piratería contra barcos internacionales y combates en el interior del país entre Shabaab, que es un grupo terrorista radical islamista ligado a Al Qaeda, con facciones moderadas islámicas. En España, aún se recuerda el secuestro del pesquero atunero Playa de Bakio, en abril de 2008, por el que se pagó un rescate en torno a 1,2 millones de dólares para su liberación. Y recientemente el secuestro del fotógrafo José Cendón, liberado tras 38 días secuestrado, una vez pagado el rescate, que podría haber ascendido a unos 200.000 euros aproximadamente. EE.UU también ha soportado el ataque a sus barcos y cruceros de lujo en las aguas del golfo de Adén y del Índico por los piratas somalíes.
Los actos de piratería, en torno a 120 en 2008, con al menos 16 barcos retenidos aún, han forzado que EE.UU impulse una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que permita a fuerzas extranjeras patrullar las aguas somalíes y penetrar en territorio de Somalia para capturar a los piratas. En resumen, a adoptar «todas las medidas necesarias” para hacer frente a los piratas que atacan y extorsionan al comercio marítimo internacional desde las costas somalíes, lo que incluye el uso de aviones, barcos y fuerzas terrestres.
De momento, EE.UU, la Unión Europea, Japón, China, y Rusia ya tienen presencia militar en la zona para combatir a los piratas. Y la V Flota de la Marina norteamericana liderará una nueva Fuerza Naval Combinada en el golfo de Adén y el Mar Rojo, integrada por 20 países.

Las conexiones cada vez más evidentes entre los yihadistas somalíes, los piratas y Al Qaeda, que les está proporcionando información sobre barcos, rutas y cargas, para realizar esos ataques, ha puesto en alerta a EE.UU, que ve en este Estado fallido de África el riesgo de una nueva base para Al Qaeda. Lo han intentado en el pasado y lo siguen intentando ahora.
Ante esta situación, que puede empeorar, EE.UU está incentivando la recopilación de datos de Inteligencia para averiguar las conexiones y planes entre los piratas y los yihadistas. Lograr esta información, así como los procedimientos y redes que están usando, son claves para impulsar medidas militares sobre el terreno. La prioridad es conseguir Inteligencia en torno a la piratería y el yihadismo somalí, con el objetivo de neutralizar ambas.

Para situar al lector, hagamos un repaso a la situación, con información desde el terreno.
Puntland es la región de la costa Norte de Somalia donde el Mar Rojo se abre en el Golfo de Adén y el Océano Índico. Es aquí donde los piratas somalíes atacan y asaltan todo tipo de barcos: petroleros, transatlánticos, pesqueros, etc, para secuestrarlos y pedir elevados rescates.
Estos grupos de piratas están integrados tanto por yihadistas próximo a Al Qaeda como por pescadores locales que prefieren unirse a los piratas, conscientes de que sus ganancias serán mayores.
Por poner un ejemplo ilustrativo, los piratas somalíes pidieron 25.000.000 de dólares por el superpetrolero Sirius Star, uno de los más grandes del mundo con 300.000 tm y 333 metros de eslora, que fue capturado lejos de la costa somalí, a 420 millas al Este de Zanzíbar, lo que pone de manifiesto el radio de alcance de los piratas, que suelen salir de un barco nodriza en lanchas rápidas o bien de simples pesqueros para atacar sus objetivos; van armados con rifles y lanzagranadas, y en ocasiones disponen de navegadores, GPS, y teléfonos móviles, además de contar con infraestructura de apoyo en ciudades costeras como Eyl y Haradhere, donde tienen restaurantes y albergues para los rehenes, y donde no faltan los todoterrenos Range Rover, los Mercedes, joyas, chalets de lujo y ropa de diseño. O bien en aldeas remotas en el interior del país y refugios seguros en Bosaso y Jabal Marin.
El riesgo es enorme para el tráfico comercial petrolero y pesquero que surca estas aguas Pero, ¿por qué esta piratería? Una de las razones es que Al Qaeda, con fuerte implantación o influencia entre los piratas, tiene en estos actos de pillaje una importante fuente de ingresos. Además, concede a los piratas la base de una lucha ideológica, una causa con la que justificar los ataques, y les suministra armas, organización, infraestructura e información de calidad.
La falta de apoyo internacional a la intervención militar norteamericana en 1993, “Restore Hope” (Restaurar la Esperanza), fue un mensaje claro para Al Qaeda, que siguió posicionándose en Somalia, donde ha hecho un importante trabajo de reclutamiento y entrenamiento.
Una de las razones de la actual inestabilidad es la retirada de las tropas etíopes, que hace dos años invadieron Somalia, con el apoyo de EE.UU, para apartar del poder a la Unión de Cortes Islámicas, de corte radical islamista, y el objetivo de potenciar el gobierno de transición del presidente Abdullahi Yusuf.
Con la retirada etíope ha cobrado aún mayor fuerza Al Shabaab, que ya controla plazas estratégicas, como Kismayo y Merca, y el gobierno de transición se tambalea, dejando Somalia al borde del precipicio y en un caos absoluto de muerte, destrucción, hambre, piratería y terrorismo. El caldo de cultivo ideal para un nuevo refugio del terrorismo islamista, al igual que Yemen, otro país con riesgo potencial.
Con un gobierno en quiebra, un 35% de la población sobreviviendo en la miseria, un 43% dependiente de la ayuda internacional, y las tropas etíopes fuera del país, los islamistas radicales de Al Shabaab avanzan sin parar, convirtiendo Somalia en un Estado sin ley.
Difícilmente las tropas de la Unión Africana, unos pocos miles de soldados, mal equipados, que quedan sobre el terreno, serán capaces de enfrentar la amenaza de Al Shabaab y de la situación en general. Los combates se extienden por el país y decenas de personas mueren de hambre cada día. Más de 2,6 millones de personas, el 35% de la población, es decir, el 40% más que el pasado mes de enero de 2008, están más expuestas a la desnutrición y las enfermedades y necesitan ayuda urgentemente. ¿Quién se acuerda de ellos en Occidente?
Somalia es un país a la deriva, hambriento y abandonado, en el que los ataques islamistas han obligado a muchas organizaciones a suspender sus programas humanitarios y retirar el personal.
El desafío ha saltado finalmente y debemos rescatar a Somalia del peligro de los yihadistas, que están sembrando el país de muerte y fanatismo, y convierten la región en un polvorín a punto de explotar y un nuevo frente en la guerra contra Al Qaeda. Lograr un régimen justo y eficaz es una necesidad imperiosa.
La que puede ser una zona de crecimiento económico importante, debido a la posición estratégica del Índico en el comercio mundial, el 90% del cual se hace por mar, está sumido en la pobreza y la miseria en parte por la influencia de Al Qaeda y los extremismos islamistas. La inestabilidad, que se extiende a toda la región, por Sudán, Eritrea, Etiopía, Yibuti, Kenia y Uganda, contrasta con la prosperidad y relativa estabilidad de otro punto neurálgico del comercio mundial, el estrecho de Malaca (Malasia, Indonesia y Singapur), que une Europa y el Canal de Suez con el Mar de la China meridional, que canaliza el 80% del petróleo que consumen Japón y China, y con un tráfico de 70.000 barcos anuales, donde la seguridad ha aumentado, a pesar de unos 71 actos de piratería registrados en 2008.
Pero las aguas en las que actúan los piratas somalíes es inmensa y sólo un despliegue de EE.UU podría garantizar realmente la seguridad. La intervención de la V Flota es, pues, una medida necesaria y un primer paso en la dirección correcta, en la que no se puede descartar tampoco la intervención terrestre.

¿Cómo pueden operar los piratas somalíes con tanta impunidad? Una de claves son las redes de contactos, emigrantes muchas veces, en diversas partes del mundo, que les consiguen recursos financieros, humanos y de infraestructura para llevar a cabo los secuestros por rescates. Muchos somalíes en el extranjero sirven como “contacto” entre los piratas y los representantes de los barcos o individuos secuestrados, haciendo posible el enlace y el pago de los multimillonarios rescates.
Estas redes han creado un complejo y poderoso sistema de negociación e información con base en distintos países, que canalizan los pagos, las negociaciones e incluso la protección de los caudillos guerreros para quienes se adentran en Somalia.
Además, bufetes de abogados expertos en comercio marítimo, que operan desde Londres, permiten las negociaciones a varias bandas y en el más estricto secreto. ¿Por qué Londres? Porque es sede de muchas compañías navieras y aseguradoras, como Lloyds, y su infraestructura bancaria y jurídica favorece la negociación confidencial.
Esto explica una máquina bien engrasada de piratería que ha logrado este año cifras estimativas por importe de decenas de millones de dólares. Estas redes y bufetes, que complementan a los piratas que actúan en aguas del Golfo de Adén y el Índico, están fuertemente implantadas en EE.UU y Europa, y cuentan con bases estratégicas en Emiratos Árabes Unidos y Kenia, donde estrechan relaciones con tribus y clanes locales para el buen funcionamiento del negocio, así como con políticos, banqueros y funcionarios varios, amantes del dinero fácil y el lujo.
El hecho de que los afectados no quieran confesar que se doblegan ante las reclamaciones de los piratas, pagando, contribuye a que el tinglado continúe impunemente.
Los somalíes usan ampliamente la tradicional banca clandestina para sus transferencias y cobros de rescates, se apoyan en la “honestidad” y el “pacto de caballeros” para realizar transacciones en efectivo y no dejar ningún registro de cuentas.
De esta forma, el dinero en efectivo es enviado a diversas partes del mundo para financiar estas redes de contactos, adquirir equipo tecnológico avanzado y otros artículos de consumo diario. Muchos somalíes viviendo en el extranjero se han enriquecido trabajando como cómplices de los piratas. Acabar con estas redes financieras de apoyo a los piratas es fundamental.
EE.UU ve con preocupación este panorama, al que se ha unido otro dato: decenas de jóvenes estadounidenses, de ascendencia somalí, han desaparecido misteriosamente en las últimas semanas. Se cree que muchos hayan regresado a Somalia para ser entrenados en campos yihadistas.
El despliegue de la Quinta Flota norteamericana y unidades de comandos especiales en la región, es un primer paso necesario para afrontar la amenaza de los piratas y yihadistas somalíes, una tarea en la que deberán intervenir activamente otros países con intereses en la zona: UE, China, Japón, etc, y de una forma creciente a como se ha efectuado hasta ahora.

Los piratas somalíes son un paso más allá de los “combatientes ilegales”, y entran en la categoría de terroristas criminales en busca de dinero fácil a través de la extorsión, con decenas de rehenes y barcos en su poder.
De entrada, el desafío de estos grupos de piratas incontrolados ha provocado ya que las primas de seguros que pagan las compañías navieras se hayan disparado por el riesgo que afrontan; también amenazan con causar un desastre medioambiental y están alterando las rutas del comercio marítimo, por ejemplo obligando a dar la vuelta al Cabo de Buena Esperanza, lo que aumenta los costes, que repercuten en el consumidor. Sólo en el Golfo de Adén, más de un millón y medio de kilómetros cuadrados en el Océano Índico, transitan entre 16.000 y 20.000 cargueros al año y una cuarta parte del crudo que consume Occidente.
Países de la zona se ven claramente perjudicados. Egipto consigue una buena parte de sus recursos del comercio en el Canal de Suez y Kenia de la actividad comercial en el puerto de Mombassa. Y en ambos hay grupos activos de radicales islamistas ligados a Al Qaeda. Los riesgos para la región si prende aún más la actividad terrorista son enormes.
¿Todo es culpa de Al Qaeda? Por supuesto que en gran parte, sí, pero no toda. En los últimos años la industria pesquera y la agricultura de Somalia han desaparecido, salvo a niveles de subsistencia, en gran medida debido a la actividad de empresas occidentales. Por ejemplo, sólo buques europeos y asiáticos pescan en sus aguas, explotando sus recursos. Las condiciones para la expansión de la ideología radical islamista se han agudizado en este tiempo, con el auge del tribalismo en un entorno de caos y violencia desatada que favorece el terrorismo y la criminalidad, y en el que campan libremente los yihadistas somalíes, veteranos entrenados en los campos de Afganistán en los años 90.
Aun con todo y eso, las órdenes de Osama Bin Laden para Somalia lo han puesto claramente en el ojo del huracán. Es preciso recordar que en una grabación difundida en la página de Al-Qaeda, As Sahab, Bin Laden decreta sus «directrices e instrucciones» a los yihadistas de Somalia. Como es habitual, Bin Laden empieza con un llamamiento a la umma islámica, cimentando su dirección y recitando versos del Corán.
Bin Laden lo deja muy claro en la grabación: «No hay tregua para los Cruzados, los infieles y los apóstatas…Solamente jihad y jihad”.
Dirigiéndose a «nuestro pueblo en Somalia«, explica que el país había optado por el Islam antes de que el anterior Presidente Siyad Barri intentase implantar el Comunismo. Pero Bin Laden ve un éxito en devolver el país al Islam, como dice, a las manos de los tribunales islámicos. Para quien tenga dudas, que escuche las palabras de Bin Laden sobre los Mahakem (tribunales islámicos) grupos que buscan el establecimiento de un estado islámico. Y de los que Al Shabaad son su sector más duro y radical. Después ataca al Presidente somalí, el general Abdaláh Yussuf, y pide castigarle a él y a los legisladores que pidieron una intervención internacional «infiel» en Somalia. «Incluso si se pide desplegar soldados musulmanes, esto es una invasión cruzada infiel«.
Acusa a los líderes musulmanes de ser también kuffars (infieles) pidiendo a sus seguidores que traten a Yussuf y a todos los infieles «exclusivamente con la espada«. Bin Laden advertía a Estados Unidos y sus aliados de violentas respuestas en Somalia si deciden desplegarse en el futuro próximo, y amenaza con responder en sus propias tierras (América) en el lugar y el momento que elijan los yihadistas.
En esta grabación, reitera su llamamiento a reanudar la yihad con fuerza en Irak, Afganistán, Cachemira, Palestina, Chechenia, y en todos los campos de batalla. En otros comunicados recientes, a través de la web The Islamic Faluja, Al Qaeda ha instado a los yihadistas a atacar objetivos marítimos en las costas de Somalia y reconoce que «la lucha contra estos objetivos marítimos» es el paso fundamental para reestablecer lo que denominan «califato islámico«, comenzando por la península arábiga.

En resumen, Somalia es otro campo de batalla de esta guerra contra el terrorismo, que no hay que descuidar, porque para Bin Laden y Al Qaeda es un lugar importante de acogida para sus yihadistas, una nueva base del terror islamista.
EE.UU ha efectuado algunas operaciones importantes en Somalia hasta ahora. Recordemos el ataque en el sur del país en 2007, una ofensiva de tres días, que permitió eliminar a Azul Abdullah Mohammed, Ali Saleh Nabhan y Abu Taha al-Sudani, involucrados en los atentados de 1998 contra las embajadas norteamericanas de Nairobi y Dar es Salaam, que causaron 250 víctimas.
También el ataque aéreo que eliminó a Aden Hashi Ayro, el hombre que lideraba Al Shabaab, entrenado en Afganistán en los campos de Al Qaeda.
No menos importante ha sido la creación del Mando Estadounidense para África (USAFRICOM), el 8 de febrero de 2007, impulsado por el presidente George W. Bush. Un importante esfuerzo para tener en cuenta militarmente el ámbito estratégico de África y la cooperación con el continente en materia de seguridad y defensa.
La presencia militar norteamericana en África ha dado un paso importante, en vistas de la amenaza terrorista y a los recursos energéticos. No son extrañas ya las operaciones del 10º Grupo de Operaciones Especiales con base en Stuttgart instruyendo a militares de Malí, entre otras operaciones; los equipos médicos de la Base Aérea de Ramstein (Alemania) ayudando en Uganda; los batallones de ingenieros del ejército norteamericano colaborando en Níger en la construcción de diversas infraestructuras…Y los ejemplos de colaboración y actuación estadounidense en África van mucho más allá, en operaciones especiales de carácter clandestino.
Previamente al USAFRICOM, la Trans-Saharan Counterterrorism Initiative (TSCTI), en el marco del Trans-Saharan Counterterrorism Partnership Program, del Departamento de Estado de los EEUU, apoyada orgánica y logísticamente en el Mando de Stuttgart, había canalizado esta creciente cooperación militar. La TSCTI sustituyó a la Iniciativa Pan-Sahel, que fue lanzada a fines de 2002 y se encargó de entrenar unos 150 soldados de Chad, Malí, Mauritania y Níger entre 2003 y 2004.
La TSCTI, puesta en marcha en 2005, cuenta con un presupuesto estimado de 500 millones de dólares, 100 para cada uno de los cinco años que se prevé que dure el proyecto, y que incluye a países como Argelia, Marruecos, Nigeria, Senegal y Túnez; el Magreb, un área de la máxima importancia estratégica.
La TSCTI representó un notable progreso en la estrategia militar estadounidense en África, como su propio nombre oficial reflejó: Operation Enduring Freedom-Trans-Sahara (OEF-TS), que celebró su primer ejercicio militar sobre el terreno entre el 6 y el 26 de junio de 2005 en unas maniobras que fueron bautizadas como “Flintlock-2005”, en las que participaron alrededor de 1.000 miembros de las fuerzas especiales estadounidenses.
Los esfuerzos que se han implementado en materia de vigilancia electrónica e interceptación de comunicaciones por teléfonos satélite, también han contribuido al control de los campamentos móviles donde entrenan los yihadistas y sus contactos en Europa, Asia o EE.UU.
Los esfuerzos militares y de Inteligencia se han centrado también en el cuerno de África, una subregión dependiente del Mando Central de EE.UU (USCENTCOM). A finales de 2002 ya se puso en marcha la Fuerza Operativa Combinada Conjunta Cuerno de África (CJTF-HOA) que, a diferencia de la Iniciativa Pan-Sahel primero y de la TSCTI después, sí asignó fuerzas y medios militares para ser utilizados en combate, desplegando a 1.500 hombres en una base en Yibuti, que han venido participando en Operaciones Especiales y en misiones humanitarias, de ayuda tras desastres naturales, cuidados médicos y veterinarios, apoyo logístico, construcción de escuelas y hospitales, desarrollo de proyectos sobre agua, y otros muchos.
Los desafíos en el Sehel y en el cuerno de África, entre otras regiones, han potenciado una estrategia estadounidense, que es ahora más necesaria que nunca, concediendo al continente africano la importancia geoestratégica que realmente tiene y poniéndolo como una prioridad.
Los objetivos de USAFRICIOM contemplan no sólo la lucha antiterrorista, sino el entrenamiento de tropas para el mantenimiento de la paz o la ayuda humanitaria, que es imprescidinble en África para vislumbrar una paz demasiado tiempo aplazada y un desarrollo que salve de la miseria y el hambre a millones de seres humanos inocentes.
Iniciativas norteamericanas, como la Iniciativa Global de Operaciones de Paz del Departamento de Estado, con su Programa de Entrenamiento y Asistencia para Operaciones de Contingencia en África, o el programa del USEUCOM “Maritime Domain Awareness Program”, cuyo objetivo es proteger los recursos naturales y garantizar la estabilidad y la seguridad en la región del Golfo de Guinea, posicionan a los EE.UU como un factor decisivo en el porvenir de África. Posiblemente como el elemento decisivo para recuperar el continente negro y conducirlo por un camino de prosperidad.
En suma, Somalia representa un desafío a la comunidad internacional y a EE.UU. Sus más de 3.300 kilómetros de costa son un foco que congregan todo tipo de amenazas a la seguridad: piratería, yihadistas, tráfico de armas, drogas e inmigrantes ilegales, y la amenaza constante sobre los más de tres millones de barriles de petróleo que cruzan por el estrecho de Bab al Mandab, son sólo la punta del iceberg.
Un desafío que ha de afrontarse sobre el terreno desde ya con la mejor Inteligencia que podamos reunir y las decisiones militares estratégicas que impliquen una mayor presencia norteamericana en la zona.

SOMALI Al Shabaab (TRAINING CAMP FOR JIHAD)

FBI investigates missing Minneapolis Somali men

Shabab militia in Somalia

 




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