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Perros antiterroristas

Las ceremonias de graduación siguen caracterizándose por la emoción a flor de piel que viven los que participan en ellas y toda la expectación de una carrera profesional por delante. Las semanas o meses de duro entrenamiento se sintetizan en un día para el recuerdo.
También los animales que son adiestrados para realizar trabajos antiterroristas o antinarcóticos tienen su día de graduación en Estados Unidos. Durante la semana del pasado 10 de septiembre, el Centro Nacional de Entrenamiento de Perros de la Agencia para la lucha contra el Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego (ATF) graduó la 100ª tanda de perros entrenados para detectar explosivos, entre otras tareas.
Algunos de los mejores perros para la lucha antiterrorista y antianarquista se entrenan en la ATF’s National Canine Academy en Front Royal, Va., en las montañas Blueridge, en Virginia, de forma constante durante toda la semana, con un programa exhaustivo de alimentación y entrenamiento. Ellos son nuestros mejores aliados en labores peligrosas y decisivas tanto en el interior de Estados Unidos como en México, Chile, Argentina y otros países.

El procedimiento de adiestramiento comienza con una selección de los perros cuando tienen unos dieciséis meses de edad y van superando el comportamiento de cachorros. Después de su incorporación al programa, durante las primeras seis semanas, se les entrena para que reconozcan por su olor más de 19.000 compuestos explosivos, y para que aprendan a detectar diversas armas de fuego y munición.
El entrenamiento, realizado en el centro canino de la ATF, 113 kilómetros al oeste de Washington, a menos de dos kilómetros de donde la Agencia de Patrulla de Fronteras tiene su sede de instrucción para perros, está basado en ejercicios sistemáticos y se regula mediante la comida y el control del comportamiento. Así, durante siete días a la semana se alimenta a diario a los perros con cantidades limitadas de comida vinculadas a la localización de los explosivos. Es una dieta ligera que los mantiene en alerta, con un buen nivel de energía todo el día y permite que trabajen mejor y más tiempo.
En los adiestramientos que se han realizado hasta ahora se ha comprobado que es un método muy eficaz para instruirlos. Tras las seis semanas se asigna cada perro a un agente federal con el que establecen un vínculo durante las siguientes diez semanas que dura el curso de entrenamiento. Un tiempo en el que agente y perro construyen una relación de confianza que jamás se rompe y que saca lo mejor de ambos.

La ATF inició el entrenamiento de perros hace ya más de dos décadas, en 1986, y los primeros agentes fueron destinados al Departamento de Estado. Desde entonces su programa ha crecido y se ha perfeccionado, siendo hoy uno de los mejores del mundo, con una experiencia de más de un millar de perros adiestrados. De ellos, cuatrocientos setenta han sido destinados a trabajar a una veintena de países, incluidos México, Chile, Argentina, Italia, Polonia, la República Checa, Chipre, Australia, Indonesia, Marruecos y Filipinas. Lo habitual es que sean destinados a agencias como la CIA, el FBI, el IRS, y el U.S. Marshals Service.
Como parte de la garantía de profesionalidad y competencia, los equipos de agente y perro entrenados por la ATF renuevan su certificación cada año y reciben apoyo de la agencia por unos ocho años de servicio, tras los cuales los perros pasan a retiro, habitualmente adoptados por las familias de los agentes que los entrenan y con quienes han trabajado. El vínculo de confianza y lealtad se mantiene siempre. Sin duda, una lección para los que andan a dos patas.
Las tareas que realizan estos perros, todos de raza Labrador Retriever, son múltiples en el área de seguridad y han ganado protagonismo en actividades antiterroristas por su alta efectividad. Por ejemplo, en la detección del olor de explosivos, que los convierte en nuestros mejores aliados para impedir sobre el terreno ataques terroristas y contrabando de explosivos. Gracias a ellos se han efectuado con éxito numerosas operaciones policiales y del ejército.

Los perros, cuya visión es unas cincuenta veces mejor que la humana en el crepúsculo, poseen un sentido del olfato miles de veces más eficaz que el humano en la detección y la distinción de olores. El ser humano tiene alrededor de 5 millones de sensores de olor, los perros entre 125 y 300 millones, según su linaje. Una ventaja extraordinaria que ponen a nuestro servicio estos perros adiestrados. Además, los Labradores, en concreto, se cuentan entre los perros con un sentido del olfato más agudo, que complementan con un poderoso instinto para seguir el rastro oloroso propio de los perros de caza. Otra cualidad de los perros Labradores, por las que son elegidos para estas tareas, es que con su temperamento sociable son más aptos para moverse en situaciones en las que puede haber muchas personas, como cuando hay una sospecha o amenaza de explosivos en un aeropuerto, una escuela, un centro comercial o una estación de autobuses.
Por sus ventajas y altas prestaciones, el programa canino de la ATF ayuda a combatir el crimen violento, el terrorismo y a proteger la seguridad pública como pocos, con un retorno de las inversiones en operaciones de éxito que no tiene competencia. Es por ello que la demanda de estos perros adiestrados sigue creciendo de forma imparable.
Debo apuntar que algunos de los mejores aliados en la lucha antiterrorista han sido y son estos perros, con quienes se establece un lazo emocional que dura toda la vida.




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