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Museo del Astillero de la Armada en Brooklyn

Un nuevo museo en los terrenos que ocupaba el viejo Astillero de la Armada en Brooklyn (Nueva York) recuerda el papel trascendental que éste desempeñó en la historia de Estados Unidos y refleja su transformación con el paso del tiempo en un parque industrial que da empleo a miles de personas en terrenos como la producción cinematográfica y la generación de energía sostenible. El gobierno cerró este astillero en 1966.
Se trata de un enorme museo, con un coste de 25,6 millones de dólares, y que ocupa 120 hectáreas en una ensenada del río Este frente al Bajo Manhattan. El Centro del Astillero de la Armada en Brooklyn, en el Edificio 92, tiene un diseño que refleja el pasado y el presente del lugar.
La casa restaurada del excomandante de la Armada, construida en 1857, alberga este museo y está unida a un moderno centro de visitantes de tres pisos, cuya fachada tiene una pantalla para regular el ingreso de la luz solar que está grabada con una imagen del buque Brooklyn cuando salía del astillero en 1936.

Un ancla de 10.200 kilos (22.500 libras) del navío Austin, uno de los últimos barcos construidos en el lugar, y un farol de calle cuya energía provenía del viento y el sol, son los primeros artefactos fabricados en el astillero que verán los visitantes al entrar en el vestíbulo de paredes de cristal.
La idea es mostrar al público en qué consiste la exhibición del museo: el pasado, el presente y el futuro. De esta forma, los visitantes podrán aprender acerca de la historia del astillero y también sobre cómo se ha convertido en un modelo nacional para los parques industriales urbanos sostenibles.
La exposición incluye más de 41.000 planos, fotografías históricas, dibujos, mapas y artefactos del astillero, y ocupa seis galerías en tres pisos del edificio histórico, diseñado por Thomas U. Walter, uno de los arquitectos del Capitolio federal.
Una de las aportaciones del museo es que se puede ver toda la historia de Estados Unidos a través de la historia de Brooklyn y del Astillero de la Armada en Brooklyn. La ciudad de Nueva York adquirió el astillero en 1967, pero los intentos por recuperar este espacio no dieron fruto hasta el año 2000, cuando la ciudad comenzó a invertir dinero para estabilizar su infraestructura. Ahora, se ha conseguido narrar de forma integral la historia del astillero.

Por ejemplo, en el Edificio 92 la historia se desarrolla cronológicamente en un mural de 12 metros (40 pies) de largo con las diferentes clases de navíos construidos o botados en el astillero: fragatas, acorazados de la Guerra Civil, cañoneros, buques de guerra del siglo XX y submarinos. Entre ellos hubo buques históricos como el Fulton II, el primer barco de guerra estadounidense propulsado con vapor, enviado en misiones de ultramar; el Maine, que explotó en la bahía de La Habana y precipitó la guerra entre Estados Unidos y España; el Arizona, que se hundió en el ataque japonés a Pearl Harbor, y el Missouri, en el que se firmó el tratado que puso fin a la Segunda Guerra Mundial con la derrota de los japoneses.
En la galería «El astillero hoy» se pueden ver retratos, videos y productos que narran la historia de los 6.000 empleados y 275 negocios que operan en las instalaciones. Los visitantes pueden conocer, por ejemplo, que los Steiner Studios, el mayor complejo cinematográfico y de televisión fuera de Hollywood, es el inquilino más grande del astillero. O contratar una visita guiada en bicicleta o autobús para recorrer las amplias instalaciones, pasar junto a un muelle seco construido antes de la Guerra Civil, o un gigantesco almacén de mecánicos de 1899 que se convertirá en un centro de manufactura ecológica y el hospital naval, el cual se alza congelado en el tiempo.
Si los museos deben ser centros de aprendizaje y conocimientos, el museo de la Armada del Astillero de Brooklyn lo es sobradamente, además de convertirse en un importante foco de atracción turística y de divulgación histórica hecha con rigor.
Así es como un país cuida su historia y la mantiene viva y fresca en la mente de la gente. Así es como se genera riqueza mediante recursos propios al mismo tiempo que se hace buena pedagogía.




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