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US Army – El ejército de los EE.UU

Los nuevos tiempos que vivimos, con el fin de las guerras en Irak y Afganistán, y el gradual repliegue de las tropas norteamericanas, hacen preciso plantearnos los nuevos retos que afronta el US Army, el ejército de los Estados Unidos. Una vez que ambos conflictos bélicos avanzan hacia su fin, con los teatros de operaciones más o menos estabilizados y seguros, el tema que se nos plantea es hacia dónde deberán apuntar ahora los objetivos del ejército.
Algo en lo que hay consenso general es que durante los últimos doce años, el ejército ha llevado la mayor parte de la carga de las guerras en Irak y Afganistán. Los marines también han estado en ambos escenarios bélicos y con enorme intensidad de combate, pero el tamaño y la composición del ejército hizo de éste el mayor contribuidor de tropas para el conjunto de operaciones que se llevaron a cabo en el marco de la Guerra contra el Terrorismo. Años muy duros, jalonados de misiones complicadísimas y de una exigencia al límite. Años largos y difíciles en los que los soldados estadounidenses han ofrecido un ejemplo de profesionalidad, sacrificio y entrega que debería ser un referente para las sociedades en general.
Llegados a 2013, cada unos de los cuerpos de las fuerzas armadas están tomando posiciones para afrontar el futuro que viene. Así, la Fuerza Aérea, la Armada y el Cuerpo de Marines (USMC), ya han tomado decisiones y están integrándose en las nuevas estrategias marcadas por la Administración Obama, convertidas de facto en el pilar vital de esa estrategia para Asia, que con sus enormes extensiones de aire y agua, así como los riesgos existentes (Corea del Norte, etc) ofrecen un teatro de operaciones Asia-Pacífico con todos los elementos naturales para su actuación.

Para el ejército el reto es mayor porque se ha de preparar y entrenar para algo que desconocen. La próxima intervención podría ser una guerra larga en tierra o una incursión estratégica en un país inestable, dominado por fuerzas terroristas, un regímen agresivo con armas nucleares o para afrontar un problema de seguridad y riesgo grave. Para definir la nueva estrategia que debe desarrollar el ejército es necesario más que nunca el análisis de inteligencia que efectúa la DIA (Agencia de Inteligencia de la Defensa) sobre las nuevas amenazas en el horizonte. Sólo así podremos preparar al ejército con una estrategia acertada que dimensione adecuadamente sus fuerzas, el equipamiento y el entrenamiento de las tropas. Sirve hacer una gira por las principales escuelas y academias militares del ejército de EE.UU en estos días para comprobar personalmente cómo muchos instructores ya están descartando algunos tipos de escenarios bélicos como fuera de los límites probables y adoptando otros modelos y escenarios que encajan más con la realidad actual que vivimos.
La transformación está siendo tan rápida que conductas que apenas se aplicaban hace cuatro o cinco años, ahora es necesario apartarlas y decir a las tropas: “Nunca volveremos a hacer eso”, “Esa ya no será la misión del ejército”, “Las operaciones que abordaremos son de este otro tipo…”.
Es en la Escuela de Guerra del Ejército de Estados Unidos donde ahora vemos los mayores esfuerzos por adaptarse a unos tiempos en los que el papel de las tropas está cambiando muy rápidamente. Tal y como sostenemos algunos, la misión del ejército no puede ni debe ser aniquilada mediante recortes presupuestarios brutales o poco acertados, sino que necesitamos aprovechar el aprendizaje logrado en estos años de guerra para conseguir un ejército más flexible, instruido y capacitado. De esta manera, siguiendo esta lógica que defendemos no pocos especialistas y oficiales militares, el ejército estadounidense necesita estar preparado para combatir simultáneamente en grandes guerras y operaciones imprevistas muy complejas pero más reducidas y de alcance más limitado. Necesita tener la capacidad de realizar maniobras flexibles, ágiles, tener una potencia de fuego concentrada, buena capacidad bélica y rapidez de desplazamiento, y control de la interacción con líderes civiles y militares extranjeros. El ejército necesita estar preparado tanto para una Operación Tormenta del Desierto como para un conflicto del tipo de la Operación Libertad Iraquí o las desarrolladas contra los Talibanes y Al Qaeda en Afganistán. Es preciso que el ejército tenga a punto una serie de capacidades específicas que se puedan aplicar en los diversos conflictos que surgen actualmente, así como unos líderes militares que comprendan bien éstos y los objetivos a alcanzar por Estados Unidos.

Sabemos cómo hacer esto, por supuesto, pero el problema no es la capacitación de las tropas ni los nuevos modelos de intervención militar, sí lo son las partidas presupuestarias de defensa recortadas con poca inteligencia y la austeridad fiscal que puede comprometer una transformación necesaria y vital para la capacidad del ejército.
Desde siempre, el US Army (ejército estadounidense) se ha enorgullecido de poder realizar cualquier misión que se le asigne, por difícil y dura que fuese. Algo que ha demostrado a lo largo de la historia en los principales escenarios de combate. Nadie que conoce de cerca al ejército americano duda de que esto seguirá siendo así ahora y en el futuro. Pero los costes económicos y humanos deben ser gestionados adecuadamente, porque si nos deshacemos, por ejemplo, de las capacidades y experiencias ganadas para librar una gran guerra o cómo hacer frente a una insurgencia más pequeña pero igualmente peligrosa, o no nos preparamos acertadamente para las amenazas que vienen, corremos el riesgo de incurrir en algunos fiascos militares y, lo que es peor, perjudicar gravemente la seguridad nacional.
Por eso, el ejército estadounidense necesita afrontar una reestructuración adecuada y elegir en qué tipo de conflictos armados va a centrarse y prepararse para diversos escenarios. Como siempre ha sucedido, Estados Unidos no va a conocer los parámetros exactos de la próxima guerra hasta poco antes de que se desate. Pero la inteligencia que ya manejamos nos orienta hacia dónde apuntan los tiros. Nunca mejor dicho.
Para responder al desafío el ejército debe contar con la motivación necesaria y tanto conocimiento estratégico, operativo y táctico como sea posible, además de conservar todas las lecciones aprendidas hasta ahora, y me refiero a todas, las bélicas y las de carácter humanitario.
Ello, unido a un elevado y completo entrenamiento de las tropas, permitirá al US Army estar preparado para esos conflictos bélicos en los que con seguridad tendrá que actuar cuando sea necesario movilizarlo de nuevo.




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