La naturaleza es la mayor lección de vida que podemos encontrar y de la que aprender. Pero para ello debemos mirar más allá de la anécdota y la curiosidad, adentrarnos en lo que hay detrás de una imagen o una fotografía: comprender, en el sentido más amplio de la palabra. Comprensión de la naturaleza, de lo que significa y del lugar que ocupamos en ella.
Muy a menudo han de producirse huracanes, terremotos, ciclones, inundaciones, y otras catástrofes naturales para recordarnos que sólo somos una especie más en la Tierra. Que nada está dado de antemano, ni nuestro progreso ni la libertad ni las comodidades. Que estamos a merced de la naturaleza, que es infinitamente más poderosa que nosotros.
La lección de amistad y amor, de vida y supervivencia, que nos proporcionan los animales, nos puede servir para conectar con la naturaleza, para buscar un camino de armonía con la Tierra y hacia la auténtica felicidad. Pero ha de ser un camino de comprensión, no de modas interesadas, falsas posturas (digo una cosa y hago otra), ni opiniones superficiales. Un camino directo al corazón de la naturaleza, el que sigue comunicándonos mensajes ancestrales desde hace millones de años. La clave es saber descifrarlos, entenderlos, y actuar en consecuencia.