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La Reforma Sanitaria

OBAMA20HEALTHCARE350x236-53677La sociedad norteamericana ha estado muy activa en las últimas semanas por todo el país, algo que se ha dejado notar. Decenas de mítines, town hall meetings, y reuniones sociales de todo tipo, han tenido lugar de costa a costa durante los meses de agosto y septiembre para tratar el tema de la reforma sanitaria que el Presidente Obama pretende sacar adelante.
Pero esta reforma, largamente perseguida por algunos sectores Demócratas, está encontrando la oposición de un rival inesperado: la propia sociedad norteamericana. O al menos de un importante sector social, que ve cómo el gobierno busca instaurar un caro sistema público de salud en un momento de crisis económica. Teniendo en cuenta la difícil situación actual, cuando los contribuyentes ya hemos pagado millonarios rescates económicos de la banca, la industria automovilística, las aseguradoras, etc, ¿es razonable que el país se meta de lleno en otro déficit descomunal? ¿Es realmente necesaria esta reforma tal y como se plantea por la Administración Obama?
Una gran mayoría de la sociedad piensa que es un gasto innecesario y que no se está haciendo en la forma en que debería, en tanto que el sistema actual cubre a todos aquellos que pueden y quieren tener un seguro de salud, y a aquellos que no se lo pueden permitir.

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Las inexactitudes o falsedades con las que ha intentado el Partido Demócrata vender este tema desde siempre (45 millones de personas sin atención médica, etc), ya nadie se las cree, por la sencilla razón de que no son ciertas. El dato real de personas sin cobertura se mueve entre 10 y 15 millones. La mayoría de los que no disponen de esa cobertura son ilegales indocumentados y todos los demás hasta la cifra de 45 o 50 millones que se suele comentar, son gente que prefiere ahorrarse el coste de ese seguro médico, jóvenes con buena salud que prefieren gastar ese dinero en otras cosas.
Encontramos posturas encontradas para un tema espinoso y más en este momento, en el que la crisis obliga a plantearse seriamente las reformas que lleva a cabo el país y la forma en que se hacen.
Es evidente que la sanidad norteamericana es una de las mejores del mundo, con médicos, medicinas, y hospitales que están en la vanguardia. Eso es algo que se ha logrado sin necesidad de un sistema público de salud despilfarrador e incompetente, al estilo europeo, y que además condena a no innovar ni investigar todo lo necesario. Por no hablar de otros problemas de financiación, calidad, etc, que aquejan a los sistemas públicos europeos.
Sin embargo, también es cierto que el sistema actual norteamericano presenta problemas y que una nación como Estados Unidos no puede cruzarse de brazos ante los mismos; es precisa una reforma que los subsane. Nos encontramos ante una oportunidad excepcional de mejorar lo que sea posible y avanzar hacia un sistema aún más eficaz que los sistemas europeos. La cuestión es ¿qué tipo de reforma se impulsa? No parece que el proyecto de Obama sea el más acertado en su concepción original. Ya veremos si lo es el nuevo que está perfilando y que pretende aprobar, cuando lo conozcamos en detalle.

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En esta cuestión no podemos dejar de lado algunas realidades evidentes que hay que afrontar: Estados Unidos gastó en el año 2007 1,5 billones de euros en sanidad, lo que equivale a un 16,2% del PIB, lo que representa el doble de la media de gasto de los países de la OCDE; la mitad de las bancarrotas privadas se deben en parte a los gastos médicos, que además obliga al gobierno a inyectar cada vez más dinero en Medicaid (37 millones de beneficiarios) y Medicare (42 millones de beneficiarios), y State Children’s Health Insurance Program, que cubre la atención a niños de familias con ingresos demasiado altos para entrar en Medicaid, pero insuficientes para pagar otro seguro; los problemas que afectan a los tres programas gubernamentales de sanidad, que se espera se disparen desde el 4% del PIB en 2007 al 19% en 2082. Esto coloca a la sanidad en el elemento más decisivo del déficit presupuestario. Y estos sólo son algunos de los problemas que afectan a la sanidad estadounidense.
En junio de 2009 una encuesta de Pew Research Center revelaba que “la mayoría de los norteamericanos cree que el sistema nacional de salud necesita cambios sustanciales” y un sondeo del Washington Post y de ABC News concluyó que “la mayor parte de los estadounidenses cree que es fundamental la acción del gobierno para controlar los gastos sanitarios exagerados, pero existe una gran prevención contra las repercusiones que podría tener una reforma, y opiniones encontradas sobre los tipos de medidas que pueden proponerse en el Congreso”.
Una reforma acertada de la sanidad debería apuntar a una recompensa en calidad de los cuidados médicos, mayor competencia en el mercado para beneficio de los ciudadanos y las empresas, y que los seguros privados no puedan rechazar a las personas ya enfermas.
Otras propuestas interesantes deberían orientarse hacia la creación de cuentas de ahorros para la salud; igualar las deducciones fiscales por seguro médico para empresas e individuos; la eliminación de algunos impedimentos legales; suprimir leyes estatales que frenan o impiden directamente que actúe el libre mercado y la competitividad entre las empresas aseguradoras; favorecer más transparencia en los precios reales de los costes médicos; limitar o eliminar las regulaciones gubernamentales hacia las coberturas médicas; impedir las demandas judiciales por nimiedades y ajustarlas a los casos verdaderamente necesarios; conceder más libertad y poder de elección al paciente; impulsar una desgravación fiscal para donaciones voluntarias, con objeto de ayudar a quienes no pueden costearse un seguro médico, etc.
Es falso el discurso de la Administración Obama y el Partido Demócrata de que la industria farmacéutica y las compañías de seguros no desean mejorar la situación. Ambos sectores coinciden en el diagnóstico de los problemas y la necesidad de impulsar reformas. Pero no cualquier reforma ni a cualquier precio. La que propuso Obama en verano y se debatió en el Congreso tenía un coste estimado de 1,3 billones de dólares en diez años, de los cuales una buena cantidad se destinaría a subvencionar a quienes no pueden permitirse un seguro médico.
Un coste similar en el nuevo proyecto podría irremediablemente terminar favoreciendo una subida de impuestos y ahogando la economía. De lo que se desprende que la financiación de la reforma sanitaria y de dónde procederá la misma, es una de las claves que permitirá impulsar una reforma exitosa o un sistema catastrófico que sólo generará déficit y mala cobertura.
La reforma que propone Obama puede acelerar el ya de por sí elevado gasto de la factura sanitaria. Un gasto que repercutirá en los ciudadanos y en la economía en general, empeorando más que solucionando la situación actual.
Otra razón importante con la que choca esta reforma de Obama, y por la que estamos viendo las movilizaciones ciudadanas, está relacionada con uno de los valores más preciados de la sociedad norteamericana: su oposición al excesivo intervencionismo del Estado en las vidas de los ciudadanos y el derecho a elegir. Y se está demostrando que ese valor, profundamente arraigado en la cultura norteamericana, puede ser decisivo.

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Nadie quiere ver que esta reforma anule las muchas ventajas del sistema actual: rapidez en la atención, medios abundantes, medicina avanzada, médicos especialistas en la vanguardia, tecnologías de última generación, etc, y se pase a una sanidad masificada, con las célebres listas de espera de la sanidad europea, atención de baja calidad, pocos especialistas, etc.
Los pobres de solemnidad y los jubilados, cubiertos por sistemas públicos de salud (Medicaid y Medicare), también han entrado en el debate, ya que consideran que el nuevo sistema sanitario podría dejar menos recursos para ellos.
El Presidente Obama deberá transigir y consensuar con los Republicanos una reforma eficaz, que deberá contemplar una mayor competitividad en la oferta de seguros privados, que permita garantizar tarifas más bajas con mejores programas de salud, pólizas asequibles y que no excluyan a los enfermos y a los mayores. Estas medidas podrían lograr la cobertura total que desea Obama sin incurrir en el estratosférico déficit que plantea su Administración.
No se trata de frenar la reforma, sino de hacerla viable y eficaz. Y para eso necesitamos ver la realidad, no esconderla, salir de las trincheras ideológicas, y debatir propuestas inteligentes y eficaces.
Lo que propusieron los Demócratas: elevar los impuestos en un 5,4% a quienes ganan más de 350.000 dólares anuales y disparar el déficit, no parece ni de lejos, lo más acertado para solucionar el problema, y sí para engordarlo aún más.
La buena noticia es que la movilización ciudadana, encabezada por un Partido Republicano que esta vez sí ha estado dinámico y combativo para sacar adelante un proyecto verdaderamente reformista, ha hecho cambiar los planteamientos iniciales de Obama, que podría decantarse por un mayor impulso a las aseguradoras y las cooperativas de seguros privados, en vez de crear un seguro gubernamental, como era su intención. O hacerlo de forma limitada y sin incurrir en un elevado gasto.
Estas cooperativas de seguros son compañías privadas sin ánimo de lucro que ofrecerían una cobertura sanitaria a aquellos que tienen dificultades para lograr un seguro.

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Cualquiera de las propuestas en las que se está trabajando, promovidas por los Republicanos, se acerca más a una reforma eficiente de la asistencia sanitaria que la que propuso la Administración Obama en un principio.
La muerte del senador Edward Kennedy y la pérdida de su voto en el Senado, ha obligado al Presidente, junto a las movilizaciones sociales, a cambiar sus planteamientos, tratar de consensuarlos y acercarse a los deseos de la sociedad, que puede ser la gran beneficiada de la reforma, si se hace correctamente.
Estados Unidos no desea más intervención estatal en la economía, eso está quedando claro con la movilización social. La reforma que necesita el sistema de salud pasa por reducir el coste de la factura global, no elevarlo, aumentar los servicios de calidad, y dar una cobertura eficiente a aquellos que ahora no se la pueden permitir mediante alternativas efectivas y viables.

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Si estudiamos las propuestas de reforma, vemos que las de los liberal-conservadores apuntan a una reforma profunda del sistema, que ya está muy regulado por el Estado. La auténtica reforma sanitaria debería apuntar a una mayor participación del libre mercado y la libre competencia en un entorno legal en el que se vele realmente por la salud de los individuos. Porque sólo así se podrá atender de forma eficaz las necesidades de la población, incluso de aquellos que necesitan de una cobertura sanitaria básica y no disponen de ella por la razón que fuere, y seguir manteniendo a la sanidad estadounidense en la excelencia que siempre ha gozado.
De momento, hay varios planes sobre la mesa en estudio. El proyecto de ley HR3200, que se debatió en la Cámara de Representantes, ha generado una gran polémica, y fue rechazado por la mayoría de la opinión pública norteamericana. La reciente propuesta desvelada por el Senador Max Baucus, demócrata de Montana, el pasado 16 de septiembre, cuenta con el respaldo e impulso del propio Obama, pero tampoco tiene el apoyo de los Republicanos por varias razones, entre ellas su coste total, de 865 billones de dólares (en terminología norteamericana), que sigue siendo muy elevado y gravoso para los bolsillos de los contribuyentes.
Mientras tanto, se sigue trabajando entre ambos partidos en la propuesta de reforma que está en estudio en el Comité de Finanzas del Senado (uno de los cinco comités que analiza la reforma) al que se han presentado más de 560 enmiendas, y que es el primer paso para abordar su posible aprobación.

Obama Reforma de Salud 1

Obama Reforma de Salud 2

Obama Reforma de Salud 3

Obama Reforma de Salud 4 en español

Obama Reforma de Salud 5 en español

Obama Reforma de Salud 6

Obama Health Care Speech – part 1

Obama Health Care Speech – part 2

Obama Health Care Speech – part 3

Obama Health Care Speech – part 4

Obama Health Care Speech – part 5

Obama Health Care Speech – part 6

Spanish – Español – Republican Response on Health Care – Congressman Lincoln Diaz-Balart

Senator John McCain Response To President’s Obama’s Address To Congress

Republican Response To President’s Obama’s Address To Congress

Nota: Publicado en Semanario Atlántico. Animo a los interesados a dar su opinión sobre el tema y a votar en la web:

http://www.semanarioatlantico.com/2009/09/21/articulos/james-nava-la-reforma-sanitaria.html


http://semanarioatlantico.com/foro/index.php?topic=19.msg63#new



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