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Estrategia de seguridad en la frontera suroeste

Uno de los riesgos más elevados para la seguridad nacional de Estados Unidos no procede de Libia ni de la central nuclear de Fukushima en Japón. Lo tenemos mucho más cerca, en la frontera sur con México y procede del tráfico de armas, drogas, dinero, personas y el apoyo a terroristas.
Desde los servicios de inteligencia se lleva años detectando el incremento de los riesgos a la seguridad en esta zona, que se ha convertido de pleno en una prioridad que no podemos desatender y a la que es preciso destinar más recursos y medios tecnológicos y humanos.

El despliegue en la frontera con México de más de 130 aviones y helicópteros estadounidenses, seis aviones no tripulados, y más de 1.500 agentes especializados en tierra, apoyados por alrededor de 300 aparatos de inspección no intrusiva, sensores infrarrojos, vídeos de vigilancia y sistemas móviles de seguridad, con el objetivo de detectar las actividades del narcotráfico y el crimen organizado, es un paso en la dirección correcta, pero aún insuficiente. Necesitamos muchos más agentes sobre el terreno para ganar la batalla a los cárteles, que disponen de recursos ilimitados.

La estrategia para blindar la frontera suroste de Estados Unidos con México, puesta en marcha en cooperación con este país, incluye la vigilancia y protección de las costas a través de la Iniciativa de Seguridad Marítima de América del Norte (NAMSI) para detectar todo tipo de naves marítimas, desde buques hasta mini-sumergibles que son utilizados para el tráfico de drogas, armas y el paso de terroristas y criminales.
La amenaza que representan los cárteles actualmente se combate desde este país aplicando un enfoque multidimensional en el que colaboran distintas agencias federales: Agencia Antidrogas (DEA), Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), Patrulla Fronteriza, Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE), Departamento de Seguridad Interior y Guardia Costera, entre otras, que vienen desarrollando misiones por aire, mar y tierra para luchar contra los cárteles y sus actividades.
Uno de los aspectos destacados de esta estrategia estadounidense es la colaboración estrecha con México, desde donde se puede hacer mucho más para detener el movimiento ilegal de armas, drogas, dinero en efectivo, y la trata de personas. En particular es muy positivo el intercambio de inteligencia, la cooperación en las estrategias que se siguen durante operaciones conjuntas y la utilización de avanzada tecnología norteamericana.

Toda la frontera sudoeste se ha convertido en un área de especial relevancia para la seguridad nacional de Estados Unidos, porque es desde donde los cárteles criminales operan y penetran en territorio estadounidense para después replegarse a México. Por eso necesitamos la cooperación mexicana para perseguir a los narco-terroristas hasta sus refugios y acabar con ellos. Algo que pasa necesariamente por reforzar la frontera suroeste. La estrategia para ello ha costado hasta ahora una inversión de 600 millones de dólares destinados al incremento de mil nuevos agentes de la Patrulla Fronteriza, 250 oficiales de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) en los puertos de entrada, 250 agentes de la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE) para la delincuencia transnacional y 1.200 miembros de la Guardia Nacional para apoyar a los nuevos agentes mientras completaban su entrenamiento. Presupuestos y personal que deberían incrementarse porque será sin duda una de las mejores inversiones en seguridad nacional que podamos hacer.

El uso de alta tecnología es otra de las claves para derrotar a los cárteles, por eso algunos de los proyectos que implican su aplicación en cooperación con México pueden rendir excelentes beneficios, como la red de comunicaciones transfronteriza en tiempo real que permite mejorar las capacidades de coordinación en materia de seguridad con los mandos mexicanos. O el programa de vigilancia a través de 130 aviones y helicópteros y los seis aviones no tripulados desplegados en la frontera en coordinación con Administración Federal de Aviación (FAA), que tienen su centro de lanzamiento y recuperación en Corpus Christi, Texas, y que permite que los equipos sobrevuelen por primera vez la franja limítrofe desde el sector El Centro, en California hasta el golfo de México. Un programa de vigilancia aérea que también debería incrementarse.

Aparte de los despliegues de personal en tierra, que son esenciales en la estrategia para combatir a los cárteles, resultan de gran importancia los más de 651 millas de cercas con el uso de sensores infrarrojos y sísmicos, video de vigilancia y sistemas móviles que se han implementado hasta ahora. La CBP también opera 293 aparatos de inspección no intrusiva (NII) a gran escala, instalados en los puertos de entrada, para la revisión de vehículos, camiones de carga y pasajeros y ferrocarriles. Un control que necesitamos extender a nuevos puntos de riesgo localizados.

Esta infraestructura de seguridad desplegada en la frontera sudoeste incluye también la utilización de un Sistema de Vigilancia con Video (RVSS), una torre que cuenta con cámaras nocturnas, de las que existen 253 equipos a lo largo de la frontera; equipos a los que se han añadido 39 Sistemas Móviles de Vigilancia (MSS), montadas en camiones con cámaras infrarrojas y radares con sensores que envían información a una pantalla integrada en la cabina del vehículo, y que es uno de los equipos terrestres de tecnología más avanzada.
En la estrategia de vigilancia marítima, la Guardia Costera estadounidense ha fortalecido las relaciones de cooperación con la Secretaría de Marina Armada de México (Semar) y la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), con el objetivo de compartir las áreas de interés mutuo que son imprescindibles para la seguridad de ambos países. Precisamente la colaboración con México y la ayuda para que los cárteles criminales no logren infiltrarse en las altas esferas de poder mexicanos, es fundamental para el éxito de esta estrategia de seguridad.

De esta forma, a través de una Carta de Intención de Operaciones Marítimas, y como parte de la Iniciativa de Seguridad Marítima de América del Norte, un grupo de trabajo permanente se encarga del desarrollo de ejercicios y de establecer procedimientos de seguridad para operaciones marítimas binacionales, que permiten entre otras cosas la detección de buques, de semi sumergibles autopropulsados y otros movimientos irregulares. A través de este programa, desde diciembre de 2008 hasta hoy, se han decomisado 21 toneladas de drogas, mientras que el Servicio de Guardacostas estadounidense ha capturado al menos a 229 presuntos narcotraficantes e incautado 56 buques.

Sin embargo, estas cifras se quedan pequeñas si las comparamos con la intensidad y el alcance de las actividades de los narco-terroristas. Algo que refuerza la estrategia de permanencia de cientos de efectivos de la Guardia Nacional a lo largo de la frontera. Sólo así estaremos en disposición de hacer frente a los cárteles y su círculo de violencia. La presencia militar y de avanzados recursos tecnológicos ha demostrado en estos últimos años, al reducir el tráfico de armas, drogas y dinero en efectivo, que su papel sigue siendo crucial en la estrategia de seguridad nacional. Su presencia en la frontera sudoeste necesita ser más amplia y extensa en el tiempo para continuar reforzando la seguridad de la frontera, uno de los puntos débiles en los que debemos trabajar, y para seguir ayudando en el aumento de decomisos de drogas, armas, dinero en efectivo, otros materiales potencialmente peligrosos y en la detención de terroristas y criminales.
Un adecuado control del flujo de personas y armas en la frontera sudoeste va a ser el elemento esencial en el control de los niveles de seguridad en Estados Unidos y el freno a la violencia, el crimen organizado y el apoyo a los terroristas que realizan los cárteles.




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