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Guerras cibernéticas en Internet

De todos los riesgos que amenazan a Estados Unidos hay uno de ellos que nos preocupa de forma creciente y es de los que entraña más peligro. La combinación de actividad del crimen organizado, el espionaje y de seguridad en Internet representan un riesgo real para la propiedad intelectual estadounidense, nuestra capacidad y superioridad militar y para las infraestructuras críticas del país.
Algunos en la comunidad de inteligencia sostenemos, entre ellos también el almirante Samuel Cox, director de inteligencia del Cibermando de Estados Unidos, creado hace 18 meses para proteger las redes informáticas del Pentágono y llevar a cabo las operaciones ciberofensivas que ordene el presidente, que la situación que afrontamos es una carrera mundial de armas y riesgos cada vez más altos en el entorno del ciberespacio. Una situación que lejos de aminorar, se acelera, al compás de los avances informáticos y tecnológicos.

El tema es crucial porque afecta no sólo a la seguridad nacional, la defensa y la actividad de inteligencia sino también a la industria tradicional y tecnológica, la propiedad intelectual y las infraestructuras críticas, financieras y económicas. Un riesgo global de múltiples consecuencias. Por ejemplo, cada año se producen transacciones económicas valoradas en más de ocho billones de dólares a través de redes fijas e inalámbricas, una cifra que crece sin parar. Las amenazas a estos flujos y la información que conllevan ponen en riesgo la seguridad económica del país y de todo el mundo. Ya no se trata solo de seguridad nacional y seguridad ciudadana sino también la que afecta a las redes informáticas y al tejido económico.
Desde hace tiempo un puñado de asesores, analistas, especialistas, etc, venimos recomendando como medida prioritaria y más eficaz para hacer frente a estos riesgos, la adopción de una mentalidad de colaboración plena entre organismos y agencias gubernamentales a todos los niveles que implique también la participación de empresas del sector privado y aliados internacionales. Porque es la mejor fórmula para luchar contra estas amenazas en el ciberespacio. Se trata de actuar en equipo e integrar especialistas de distintos ámbitos porque los riesgos que afrontamos van a ir a más y amenazan de forma seria la estabilidad de Estados Unidos pero también la del resto del mundo.

Medidas como compartir información y coordinar respuestas a incidentes producidos en Internet, son clave para tener éxito y afrontar estas amenazas, que ya no proceden sólo de regímenes enemigos sino de grupos terroristas, subversivos, redes del crimen organizado e incluso individuos aislados con los conocimientos suficientes o que realizan trabajos por encargo para algunos países o mafias. En este sentido, hay algunas iniciativas interesantes, como el Centro de Respuesta a Incidentes Informáticos de la OTAN, que podría estar operativo para finales de 2012, y permitiría que todas las redes militares y civiles de la organización estén bajo el mismo, lo cual permitiría una respuesta coordinada a los ciberataques.

Desde Estados Unidos se viene trabajando en el ámbito de la ciberseguridad desde hace tiempo, tanto a nivel nacional como internacional, mediante la OTAN o con alianzas estratégicas con Japón, Corea del Sur, Nueva Zelanda, Reino Unido y Australia, abordando y ejecutando un «espectro total» de cooperación en el ciberespacio. Uno de los objetivos es alcanzar normas de comportamiento en el ciberespacio y establecer vínculos de cooperación efectivos. De entrada, pretendemos que las negociaciones sobre estas normas de comportamiento comiencen planteando el tema de cómo luchar contra los ‘proxies’ que lleven a cabo ataques en Internet en nombre de gobiernos, y «hactivistas», que atacan redes informáticas para sus propios fines políticos. Pero es sólo el principio de un nuevo frente de lucha que entra de lleno en el siglo XXI y en el que Estados Unidos no va a permitir que la ciberdelincuencia, el ciberterrorismo y el cibercrimen organizado consigan actuar impunemente.
Es el nuevo teatro de operaciones bélicas de la actualidad y del futuro y corresponde a los servicios de inteligencia, los comandos militares cibernéticos y las firmas privadas especializadas que pueden ayudarnos a combatir en esta guerra no por silenciosa menos trascendental y peligrosa para los intereses nacionales.




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