Una de las prioridades del presidente Trump ha sido desde el inicio de su presidencia recortar los fondos estadounidenses que se despilfarran en organismos internacionales, que a menudo se convierten en cómodas poltronas para funcionarios, conseguidores, lobistas, trepas de diverso pelaje, enchufados variopintos y personal procedente de distintos ámbitos cuya misión es vivir a cuerpo de rey a costa del contribuyente.
Trump, consciente de que ha hecho mucho por eliminar estos nidos de auténticos vividores y esquilmadores de lo ajeno, también lo es de que queda mucho por hacer. Por esta razón, ya está listo para firmar las órdenes ejecutivas que han sido preparadas para eliminar más burocracia y este derroche sin sentido.
Así, el presidente, uno de los más valientes a la hora de enfrentar a la izquierda totalitaria, a la que tanto le gustan estos organismos para medrar y vivir sin dar palo al agua, firmará pronto la orden ejecutiva «Auditoría y reducción de la financiación estadounidense de organizaciones internacionales», que reducirá los fondos estadounidenses para las Naciones Unidas, así como otras organizaciones internacionales que no cumplen con ciertos criterios, entre ellos que cuenten como miembros a la Autoridad Palestina u Organización de Liberación de Palestina; que apoyen el aborto y cualquier grupo que eluda las sanciones contra Irán o Corea del Norte. La orden ejecutiva derogará determinados tratados multilaterales que no sirven absolutamente para nada o han quedado obsoletos y se han convertido en pozos sin fondo para el dinero que se aporta y a menudo incentivan la corrupción y el despilfarro.
Los fondos estadounidenses se quitarán de cualquier organización que esté controlada o sustancialmente influenciada por cualquier estado que patrocina el terrorismo o que esté detrás de la persecución de grupos marginales o la violación sistemática de los derechos humanos.

La orden ha señalado varias misiones de mantenimiento de la paz que se han convertido en interminables casos de corrupción, el Tribunal Penal Internacional y el Fondo de Población de las Naciones Unidas, que participa en el aborto de miles de mujeres en el Tercer Mundo. La orden exige una disminución de los fondos de los Estados Unidos para las organizaciones internacionales en al menos un 40%.
Cuando el presidente Trump retrató a la ONU en diciembre del año pasado como un «club donde la gente se lo pasa bien», no iba muy desencaminado. La organización mundial se ha convertido en un ente disparatado de gasto y poltronas que apenas hacen nada de utilidad y además dan cobertura a redes de influencia, intereses y corrupción.
En esta línea de recortar fondos federales, Trump ya firmó otra orden ejecutiva para reinstaurar la ley que estuvo vigente con Ronald Reagan y que prohíbe el financiamiento federal para cualquier organización internacional que realice abortos u ofrezca asesoramiento sobre el aborto. Una apuesta más por la cultura de la vida de Trump, el presidente más abiertamente pro vida que hemos tenido desde, precisamente, Ronald Reagan.
Apenas iniciada la presidencia, Trump ya activó las “global gag rule” (GGR), puestas por Reagan en práctica por primera vez, para cortar la financiación estadounidense de las ONGs que asesoran sobre el aborto en todo el mundo y activó el programa Proteging Life in Global Health Assistance en apoyo de la cultura de la vida.
En suma, los esfuerzos del presidente Trump para evitar que el dinero de los contribuyentes se malgaste en organismos internacionales da otro paso más en la buena dirección conforme al ideario conservador que le dio la presidencia y que votamos casi 64 millones de estadounidenses.