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E-books y libros de saldo

Una de las últimas tendencias en el mercado del libro son las ofertas que se han hecho muy populares en la venta de e-books, en las distintas plataformas existentes, que colocan libros a precios reducidos de 0,99, 1,99, etc, ya sea en euros o dólares. Son los libros que arrasan en formato e-book por una razón simple: los lectores no están dispuestos a pagar un precio elevado por los libros.
Lo cierto es que esto sólo es la punta del iceberg de este tema. Los e-books se han convertido en el terreno abonado para la piratería, como antes lo sufrieron el cine y la música. Pero en este caso ha irrumpido el fenómeno del libro a precio reducido, aunque la gente no está comprando los mejores títulos disponibles porque esa pléyade de libros a precios de saldo corresponde a autores noveles, en muchos casos autopublicados, o fichados y explotados por algunos grupos editoriales para aprovechar el fenómeno y hacer caja.
Estos libros de saldo sólo tienen un aspecto positivo y es el de dar a conocer a sus autores y permitirles llegar a una editorial y a más público. Por lo demás, tienen efectos negativos en el panorama cultural porque tiran hacia abajo los precios de una forma artificial, sin tener en cuenta el trabajo real del autor, de los ilustradores y maquetadores, los correctores, las imprentas, los editores y todos los profesionales que intervienen en la cadena de edición. Y que, lógicamente, no va a encontrar usted ningún buen profesional que trabaje por 2 dólares o euros, a repartir entre todos. Ya pueden imaginar la calidad inferior que están vendiendo por esos precios y las situaciones injustas que eso provoca. Significa trasladar el modelo paupérrimo del “Todo a 100” o «Todo a 1 dólar» de los chinos, al mundo de la cultura. No es de recibo que los libros se medio regalen, únicamente porque sólo unos pocos quieran hacer negocio vendiendo a precios irrisorios una cultura muy empobrecida y sin apenas calidad. Cultura de saldo.

Por supuesto tampoco es de recibo que los e-books se vendan a un precio elevado, pero entre el coste de un libro impreso en papel y los precios a los que se están vendiendo algunos e-books, hay un punto de equilibrio razonable para todos.
En todo este tema también hay una cuestión de educación en juego. La de los lectores. No podemos aspirar a leer buenos libros contemporáneos (los clásicos con derechos de autor libres, sí, por supuesto), a precios de saldo o gratis. Eso significa destruir la industria cultural y reducir o eliminar la oferta de los mejores libros, porque sin un aliciente económico razonable y la lealtad de lectores comprometidos con sus autores favoritos, ya me dirán quién va a trabajar para escribir y editar buenas obras que puedan perdurar en el tiempo.
Si quiere leer calidad, pague calidad. Si quiere leer barato, compre libros a precios de saldo, que es lo que tendrá. No es lo mismo. Esto es lo importante que debe saber un lector. En los países en los que falta cultura sobre esto, como es el caso de España, se corre un riesgo enorme de empobrecer el panorama literario y editorial, con libros de a dos euros o menos. Y aunque este fenómeno se circunscribe a los e-books, no es menos cierto que está empujando a los libros impresos a una reducción de todos los estándares. No sólo de precios (una cierta reducción razonable está justificada) sino también de calidad y en la variedad en los contenidos.

Solución: el lector necesita ser más selectivo que nunca, estar dispuesto a pagar por lo que realmente merece la pena, no abonarse masivamente a comprar los libros a precios de saldo, o piratas, y no dejarse vender lo que los grandes grupos editoriales le quieren meter por los ojos con enormes despliegues publicitarios o con ofertas de precios a costa de rebajar todos los estándares.
Hay muy buenos libros para leer, pero no los encontrará a 1 o 2 dólares/euros en la mesa de novedades. Un ciudadano es responsable de lo que come y mete en el cuerpo o de lo que viste, también de lo que lee. Allá cada uno con su decisión y con lo que alimenta su mente.




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