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Fuerzas Especiales estadounidenses en Uganda

En ocasiones algunas intervenciones militares están plenamente justificadas, pero se realizan de forma tan discreta que apenas son percibidas por la opinión pública y los medios de comunicación.
De nuevo ambos factores se están dando en estos momentos en una región fronteriza enorme entre la República Centroafricana, el Sur de Sudán y la República Democrática del Congo, donde se concentran las acciones brutales del Lord´s Resistance Army (El Ejército de Resistencia del Señor – LRA), un grupo terrorista rebelde y brutal, encabezado por Joseph Kony, un demente mesiánico y sanguinario. Sus víctimas se cuentan por miles, habitualmente sus tropas capturan a menores de edad a los que convierten en soldados regulares, violan a las mujeres, las niñas son obligadas a practicar la esclavitud sexual, los aldeanos son masacrados a machete, practican torturas masivas, arrancan los ojos, etc. Kony y su LRA son los responsables de más de 300.000 desplazados en toda la región y alrededor de 40.000 secuestros de menores.

Pero nada de todo esto ha ocupado grandes titulares en la prensa, aunque sí la atención de los servicios de Inteligencia estadounidenses, organizaciones cristianas como World Vision y grupos de derechos humanos. Pese a que estas masacres no han tenido el soporte en imágenes que suelen impulsar las intervenciones occidentales, las informaciones que tenemos y los testimonios de primera mano, por fin han hecho posible lo que algunos veníamos demandando desde hace tiempo: una intervención militar rápida para cazar a Joseph Kony y sus secuaces del LRA.
Tras ser aprobado al fin por el presidente Obama, el 12 de octubre se inició el despliegue de un centenar de instructores militares regulares para lograr este objetivo. Estos 100 efectivos pertenecen a operaciones especiales en su mayoría y su misión será la de coordinar los esfuerzos de los ejecutivos regionales en la protección de los civiles y eliminar a Joseph Kony del escenario. La intervención se presenta como una ayuda estadounidense a una intervención humanitaria africana y el objetivo es apoyar a los efectivos regionales para que consigan ser más eficaces en su lucha contra el LRA, que ha sembrado la región de miseria y terror.

Esta acción es una continuación lógica de los esfuerzos que ya se realizaron al final de la Administración de George W. Bush, cuando una unidad de inteligencia militar destacada en Uganda ofreció apoyo a la Operación Trueno Relámpago, que fue un intento de aislar a Kony en una región distante del Congo oriental por parte de fuerzas de Uganda, el Congo y el Sur de Sudán. Por entonces Estados Unidos aportó información, combustible, gafas de visión nocturna y planificación operativa. Sin embargo, aquel intento no tuvo el éxito deseado porque Kony fue avisado con antelación de esta operación y el LRA se dispersó para luego volver a reagruparse y atacar más aldeas y seguir secuestrando a menores.

Esta nueva operación permitirá a las fuerzas especiales norteamericanas procedentes del contingente estacionado en Camp Lemmonier (CJTF-HOA, Djibouti), bajo el mando operativo del AFRICOM, moverse sobre el terreno con tiempo suficiente para coordinar las acciones y actuar contra el LRA en la República Centroafricana, el Congo y el Sur de Sudán.
Si las intervenciones militares estadounidenses están siempre justificadas, que lo están le pese a quien le pese, esta operación está cargada de razones no solo humanitarias sino también de carácter estratégico. Nos encontramos ante un objetivo bien definido, con una evidente responsabilidad moral para evitar que se sigan produciendo matanzas, secuestros de menores y situaciones de esclavitud sexual.

Aunque la mayoría de las veces la intervención militar debe responder únicamente a criterios de seguridad nacional, hay ocasiones en las que la inacción no es justificada cuando tenemos la oportunidad y los medios para acabar con la injusticia y el terror, como ahora.
A nivel moral y humanitario es una intervención plenamente coherente, pero además puede suponer el intento más serio de estabilizar África del Este y controlar los riesgos del África Oriental e impulsar un progreso que alcance a millones de personas en esas regiones devastadas por la guerra y la pobreza.

En la carta del presidente Obama al Congreso para informar de esta intervención hace alusión a sus prerrogativas como Comandante en Jefe e invoca la War Powers Resolution ( PL 93-148 ), lo que coloca en perspectiva esta misión, que será más trascendente de lo que parece en principio y podría abrir la puerta a un mayor desarrollo de Uganda y los países vecinos, ya sin las masacres del LRA.




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