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Un perro en los SEALS

Desde hace tiempo las unidades de fuerzas especiales y de inteligencia estadounidenses contamos con la ayuda inestimable de perros adiestrados en numerosas operaciones. La Operación Gerónimo, con la que se abatió a Osama Bin Laden, no fue una excepción y uno de estos perros que están integrados en los U.S. Navy SEALS, participó activamente en la misma, desempeñando un rol importante como rastreador de combate, entre otras tareas.

Así, los Navy SEAL Team Six y el resto de fuerzas especiales que entraron en combate, hasta unos 80 comandos, contaron con el apoyo de un perro durante la operación de asalto a la mansión de Bin Laden. Al igual que las identidades de los soldados, la del perro se mantiene en secreto y sólo se ha autorizado a informar que es un pastor alemán o malinois belga, adiestrados en la búsqueda de personas ocultas. Las características del perro que participó en la misión son las que comparte con todos los de su raza: un sentido agudo del olfato, resistencia, velocidad, fuerza, coraje, inteligencia, capacidad de adaptación en casi cualquier condición climática, capaz de detectar explosivos y armas, y de correr hasta dos veces más rápido que un ser humano, que los convierten de hecho en excelentes integrantes de cualquier unidad de operaciones especiales o de rescate.

El perro de la Operación Gerónimo descendió junto con un Navy SEAL desde uno de los helicópteros de ataque para entrar en la mansión del terrorista e iba equipado con un chaleco LinkUp y llevaba incorporado una cámara de vídeo y un aparato de comunicaciones. Su actuación en el operativo fue una de las claves en el éxito de la misión.
En este sentido, parece apropiado recordar una de las reclamaciones de la Asociación de Perros de Guerra de Estados Unidos, que ha expresado repetidamente que el Departamento de Defensa también debería otorgar medallas de reconocimiento a los perros que participan en operaciones de rescate o militares. En este caso, con toda la justicia del mundo. De hecho, ya hay algunos casos en el pasado. Por ejemplo, en 2009, la Marina le otorgó la Medalla de Plata a Remco, el perro que dio su vida volando un escondite de la insurgencia en Afganistán. O el caso de Eli, que protegió ferozmente al marine de primera clase Colton Rusk, que fue tiroteado por francotiradores talibanes en Afganistán; el perro detector de bombas no dejaba que nadie se acercara al herido, que lamentablemente no pudo sobrevivir al ataque. En la actualidad Eli vive con la familia de Rusk.

Esta operación ha vuelto a demostrar que los perros nos resultan vitales para algunas operaciones especiales que ellos pueden desarrollar mejor que los humanos o las máquinas, como encontrar explosivos, rastrear enemigos o personas ocultas. El recurso a los perros adiestrados en este tipo de misiones es precisamente uno de los temas que defendemos algunos para potenciar en el futuro. Por ejemplo, en esta línea, el general y nuevo director de la CIA, David Petraeus, afirmó hace poco también que las fuerzas armadas necesitan más perros en sus filas, ya que, en sus propias palabras: “la capacidad que brindan en la lucha no puede ser replicada por un hombre ni por un aparato”. Algo en lo que muchos soldados, agentes y analistas llevamos insistiendo desde hace tiempo.

Actualmente, Estados Unidos dispone de alrededor de 600 perros en distintas labores especializadas en Irak, Afganistán y otros puntos donde hay conflictos bélicos o riesgos, sobre una plantilla de 2.700 que integran las unidades caninas del ejército. Un número que aumentará el año próximo con nuevos perros adiestrados. Las razas de estos perros extraordinarios, por sus cualidades y entrenamiento, son pastores alemanes, pastores belgas Malinois, labradores retriever y algunas otras.
En cualquiera de los casos, estos perros son los otros héroes que también quedan en el anonimato, pero cuyos servicios son esenciales para Estados Unidos.




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