El presidente electo Donald J. Trump ha hecho estallar por los aires algunas de las convenciones habituales que los presidentes demócratas suelen cumplir para congraciarse con la opinión pública y los periodistas aunque no gobiernen bien. Trump ha pasado olímpicamente de la prensa y los medios de comunicación agresivamente liberales o progresistas (la mayoría) y del Hollywood liberal que llora y patalea cuando no ganan sus candidatos. Pero no se ha limitado a pasar de ellos, los ha atacado y puesto en evidencia, y eso es algo que no le perdonan.
Y hay más. Trump, en su lucha contra un establishment corrupto que desea imponer un modelo social y político alejado del sentir del pueblo, se enfrenta abiertamente a las organizaciones que no hacen nada para mejorar las cosas (ONU, partidos políticos, OTAN, etc), y a los millonarios y lobbies que están aliados con los liberales para establecer un modelo social que abandona los valores tradicionales y los sustituyen por bobadas políticamente correctas. Esto tampoco se lo perdonan, de ahí los ataques continuos en los medios de comunicación y desde el propio establishment.

Además, el presidente electo Trump mantiene una independencia de pensamiento y de actuación no influida por las ataduras de lo políticamente correcto o las políticas que se han aplicado hasta ahora. Esto enfurece a muchos sectores, pero es lo mejor para Estados Unidos y para el pueblo estadounidense. Por primera vez en mucho tiempo tenemos a un presidente verdaderamente independiente, post ideológico, que busca los buenos resultados al margen de convenciones establecidas y que combate el establishment corrupto con firmeza.
Donald J. Trump es un presidente que no se deja amedrentar por la prensa, los liberales de Hollywood, las presiones de los lobbies ni por los ciberataques, procedan de donde procedan. Es el mejor presidente para esta época que nos ha tocado vivir. Y su tiempo empieza en unos días.