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Dolphin Project

Algunos de los proyectos más estimulantes en materia de conservación animal son los relacionados con los delfines. El Earth Island Institute auspicia dos de ellos: el Dolphin Project y Save Japan Dolphins. Es importante la clase de personas que se involucran en ellos, por ejemplo, Richard O’Barry es el director del Dolphin Project, un defensor acérrimo de los delfines que durante 10 años trabajó como entrenador de estos animales en cautiverio, sobre todo en la popular serie de televisión Flipper. Durante 40 años ha luchado contra la explotación de los delfines y en 2009 protagonizó el documental, ganador del Oscar, The Cove.
Las razones por las que gente de enorme valía se involucra en las causas de protección o conservación son muchas y variadas. Algunas de ellas tienen que ver con experiencias traumáticas que han afectado a sus protagonistas. En el caso de Richard O’Barry todo comenzó en el momento en que un delfín llamado Kathy murió en sus brazos. Él trabajaba como entrenador para la serie de televisión Flipper en 1960. Tenía la responsabilidad de cuidar a los cinco delfines que participaron en el papel, debía enseñarles trucos y asegurarse de que lo hicieran en el momento de filmar. O’Barry relata que cada uno de ellos era increíble —inteligentes, ágiles o agradables— pero Kathy sobresalió entre todos y fue la que interpretó al famoso animal durante la mayor parte de la serie. Conoció a Kathy en Bizcayne Bay, Florida, donde la capturaron junto con su manada. Transcurridos algunos días, después de ponerla en el tanque de entrenamiento en el Acuario de Miami, su madre fue enviada a Nueva York para participar en el show de delfines en la Feria Mundial de 1964. Nunca volvieron a verse.

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Cuando concluyó su trabajo en Flipper, los delfines volvieron al acuario. Cuenta que Kathy se deprimió, lo notó un día que fue a visitarla. Cuando llegó a su tanque, se horrorizó al descubrir que su cuerpo estaba cubierto de ampollas negras mientras flotaba con indiferencia por la superficie del agua. Saltó inmediatamente y la cogió en sus brazos. Entonces le miró a los ojos y respiró por última vez. A diferencia de los humanos, los delfines respiran voluntariamente, así que cuando se negó a volver a hacerlo, ella murió en sus brazos.
Richard asegura que en ese momento pasó de ser un entrenador a un activista en busca de una solución a esta especie que vive en cautiverio, y lo ha hecho por más de 40 años. Una enorme labor que ha permitido salvar decenas de delfines.
Tal y como explica O’Barry, para mucha gente es difícil entender por qué está mal mantener a los delfines en acuarios. Al fin y al cabo, los delfines siempre parecen sonrientes. Pero la realidad es distinta y sufren enormemente encerrados. Hay muchas razones por las que no deben estar en cautiverio. Sabemos, por ejemplo, que son extremadamente inteligentes y que su cerebro es más grande y complejo que el nuestro. Son conscientes de sí mismos. Es una especie emocional, algunos creen y con buenas razones que de hecho lo son más que los seres humanos. Los delfines pueden ver, literalmente, a través del cuerpo con su sonar, incluso, «ver» y captar los estados de ánimo. Se identifican por nombres y regularmente rescatan humanos y otros animales, siendo probablemente el único animal salvaje que lo hace. Sabiendo todo lo que sabemos acerca de ellos, es imposible dejar al margen sus sensaciones y no pensar que sufren al igual que nosotros cuando son violentados. Y a pesar de todo, muchos siguen encerrándolos, maltratándolos y creyendo que nos pertenecen.

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Por eso proyectos como el Dolphin Project son vitales, porque busca proteger lo que le pertenece al océano. Hoy más que nunca, los delfines necesitan nuestra ayuda urgente. En lugares como Taiji, Japón, tal y como aparece en el documental The Cove, los delfines son asesinados por miles cada año para vender su carne, a pesar de que la demanda ha disminuido. Y no nos engañemos, no existe una manera digna de matar a un delfín, puede llevarle varios minutos de agonía, seguido de un largo proceso de captura en el cual la manada siente pánico y desorientación, conducidos así a aguas poco profundas por sus cazadores. Necesitamos realizar una tarea didáctica en esto porque nadie merece ser tratado así, sobre todo cuando se trata de animales que pueden sentir angustia, terror y dolor. Como es el caso de los delfines.
Durante la temporada de cacería también se definen qué ejemplares serán utilizados para el cautiverio y son apartados de su familia y sometidos a un estricto régimen de entrenamiento que incluye la privación de alimento. Una práctica cruel. Los distribuyen a diferentes acuarios alrededor del mundo, nunca vuelven a ver el océano ni a ser reunidos con su manada. Entretienen a los turistas cada día de su vida, sin la esperanza de regresar al océano.
Es preciso acabar con el cautiverio de los delfines en países donde se los sigue explotando con fines comerciales. Los turistas desconocen la situación, o no les importa, y sólo disfrutan de la experiencia, pero deben saber que estos animales están sometidos a estrés y viven en condiciones muchas veces deplorables. Incluso en países como México sigue produciéndose la persecución y cacería de miles de ellos.
Los delfines son unos animales increíbles y sus mentes son un cofre de conocimientos que vamos averiguando cuanto más conocemos acerca de ellos. Actualmente, por ejemplo, está científicamente comprobado que hay alguien consciente de sí mismo, mirando hacia ti, cada vez que te mira un delfín. Los turistas deben dar un giro a su comportamiento. Si amas a los delfines realmente no se debe apoyar a la industria del cautiverio. Ellos pertenecen al océano, y debemos hacer lo posible para que siga siendo así. Es algo que está en nuestras manos.

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