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Basura en el Océano Pacífico

Uno de los termómetros más fiables para medir el impacto de la actividad humana en el medio ambiente es la contaminación que producimos. Por eso son importantes estudios avanzados como el que ha realizado el Instituto Scripps de Oceanografía, de Estados Unidos, que concluye que la cantidad de desechos plásticos que flotan en el Océano Pacífico ha aumentado cien veces en los últimos 40 años. Un hecho comprobable científicamente y que señala claramente el aumento de la basura en los océanos. Esto debe servir como señal de alarma para frenar este tipo de contaminación, que a la larga incide no sólo en los ecosistemas naturales sino también en la cadena alimenticia humana y en la calidad de nuestro medio ambiente.
Gran parte de esa basura se acumula en corrientes marinas que transcurren entre Hawaii y California, lo que causa profundas transformaciones en el ecosistema local. Es, pues, un tipo de contaminación enormemente peligrosa. Una de las mayores preocupaciones es que los animales marinos ingieran los fragmentos plásticos pequeños.

Esto también sucede en otros países, aunque no se hayan realizado estudios como este, pero la realidad indica que es un problema global.
Los científicos del Instituto Scripps de Oceanografía compararon la basura plástica que llega hasta las aguas de California con registros de años anteriores y les sorprendió encontrar que la situación en el Pacífico Norte seguía un patrón y un incremento muy notables y claros.
El proceso observado es el siguiente: el plástico que no se hunde es lentamente degradado y fragmentado por la acción del sol y las olas, dando lugar a múltiples trozos del tamaño de una uña o aún menores. Es este micromaterial precisamente una de las grandes preocupaciones de los científicos, ya que puede ser ingerido por los organismos marinos.

Además, los investigadores constataron otra consecuencia inesperada. Los fragmentos, que pueden medir cinco milímetros o menos, hacen más fácil que un insecto marino, Halobates sericeus, ponga huevos en el océano. Estos insectos necesitan una «plataforma» para realizar esta tarea. En general depositan sus huevos sobre las plumas de las aves marinas o trozos de roca pómez, pero el insecto se está beneficiando de las superficies ofrecidas por los millones de trozos de plástico en el Pacífico. Los científicos encontraron un vínculo entre la presencia de Halobates y el microplástico que no resultaba evidente hace 40 años. Ellos pensaban que habría menos Halobates por un posible efecto tóxico del plástico, pero ocurrió lo contrario. En las áreas con más plástico se encontraba también la mayor cantidad de insectos. Parece obvio que se están congregando en torno al plástico, depositando sus huevos sobre este material, que les está resultando muy útil a los insectos.
Toda esta información fue obtenida durante la Expedición Scripps sobre la Acumulación de Plástico (Seaplex), que tuvo lugar en la costa de California en 2009. Los científicos compararon luego la información con datos desde la década de los 70 recogidos por otras misiones. La conclusión es que la acumulación de residuos plásticos en el Pacífico Norte es un problema cada vez más preocupante.

La circulación natural del agua en esa zona del océano, conocida como el Giro o Remolino del Pacífico Norte o North Pacific Gyre tiende a concentrar la basura en islas flotantes. En el noreste del Pacífico puede verse una de estas concentraciones entre Hawaii y California.
Un estudio anterior de otros científicos de Scripps mostró que el 9% de los peces recogidos en la misma expedición Seaplex tenían fragmentos de plástico en el estómago.
Esa investigacion, publicada en Marine Ecology Progress Series, estimó que los peces en profundidades intermedias en el Pacífico Norte podrían ingerir entre 12.000 y 24.000 toneladas de plástico cada año. Un impacto brutal en toda la cadena ecológica que llega inevitablemente al ser humano.

Así, la toxicidad es el problema más común, pero el plástico tiene también otros influencias negativas más amplias en el ecosistema que deben ser estudiados para acometer medidas preventivas y que eliminen este problema.
La abundancia de basura influirá, por ejemplo, en el éxito o fracaso de las denominadas comunidades balseras, especies que se han adaptado a vivir sobre o en torno a objetos flotantes en el mar, como ciertos cangrejos y percebes o crustáceos e incluso peces que prefieren vivir bajo algún tipo de protección.
La contaminación humana está provocando alteraciones ecológicas como nunca. La pregunta es ¿hasta cuándo vamos a consentirlo? ¿Tendremos que afrontar una alerta ecológica mundial con graves efectos en la población humana para tomar medidas? Teniendo en cuenta la estupidez e ignorancia que reinan, sí, probablemente, sí.




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