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Archivo de Árboles Antiguos Arcángel

El futuro es de quien tiene la visión de adelantarse y adoptar medidas antes de que llegue. Los responsables del Archangel Ancient Tree Archive (Archivo de Árboles Antiguos Arcángel), una organización sin ánimo de lucro de Los Ángeles (California), se anticipan al futuro y actúan como exploradores de bosques y científicos al recoger el ADN de sequoias gigantes y milenarias en California y otro árboles autóctonos de Oregón para reproducirlos en el laboratorio y plantarlos a gran escala. Es una solución enfocada a salvar estas especies de la extinción y paliar el efecto invernadero. Algo así como clonar estos árboles para evitar que desaparezcan y sigan contribuyendo a regular el clima.
El proyecto se realiza con especies muy significativas, como los llamados «superárboles», como se conoce a las sequoias gigantes de Sierra Nevada en California y a las sequoias rojas o redwoods, que crecen en las zonas costeras del este de Estados Unidos (Oregón y Washington) y entre las que hay ejemplares de más de 2.000 años de antigüedad.

En total, estos especialistas han identificado unas 200 especies ecológicamente indispensables, de las que se dedican a recoger el material genético para reproducirlas. Todas ellas son plantas y árboles emblemáticos, desde los sequoias hasta el cedro que adorna la bandera de Líbano o los robles reyes de los bosques de Irlanda.
David Milarch, cofundador del proyecto, ha hecho notar que se trata de árboles no sólo con un alto valor ecológico sino también histórico; por ejemplo, el cedro libanés está mencionado 72 veces en la Biblia, y California tiene varios de los ejemplares en la lista de los árboles más viejos que siguen en pie. Tesoros naturales que merece la pena conservar y reproducir en la medida de lo posible.
Tal y como defiende David Milarch, el rescate de estas especies es necesario porque la contaminación y la deforestación han cobrado su cuota a los ecosistemas y hoy un 95% de los últimos grandes árboles que por milenios nos han permitido mantener un equilibrio en la naturaleza han sido talados o destruidos. Una catástrofe silenciosa que debemos frenar y revertir antes de que sea demasiado tarde. Actualmente la tecnología lo hace posible y es una obligación para con las generaciones venideras y la Tierra.

El proyecto de Archivo de Árboles Antiguos Arcángel es clonarlos y después reforestar los bosques nativos que se han perdido o están en extinción. Además de sus beneficios ecológicos, los bosques ancestrales son los más efectivos para recuperar el medio ambiente, limpiarlo y regenerarlo. Sin olvidar que la principal función ambiental que prestan los árboles es la de absorber el dióxido de carbono (CO2), el mayor responsable del calentamiento global, con lo que su papel cobra un papel trascendental también para los seres humanos.
La tarea de David Milarch y sus colaboradores del Archivo de Árboles Antiguos Arcángel, entre ellos su hijo, les ha permitido recopilar ADN vegetal desde la década de los años 90, un logro impresionante. Ellos recogen tocones y brotes, toman fragmentos de árboles en pie y rastros biológicos de los aparentemente desaparecidos. Una tarea básica para preservar las mejores especies mediante un proyecto único en el mundo y que se adelanta al futuro.
Después de la recogida, en el laboratorio se encargan de reproducirlos con métodos de clonación, como la llamada micropropagación, en la que las porciones microscópicas de las plantas se alimentan con hormonas sintéticas para lograr ejemplares genéticamente idénticos.
Actualmente, una veintena de personas trabaja en este centro de producción arbórea bajo techo. Allí almacenan muestras de árboles protegidos, como el Stagg (el quinto más grande del mundo, según algunas clasificaciones) y han logrado hazañas científicas como la de clonar sequoias milenarias, cuando hasta hace no mucho no se había superado la marca de los 90 años. Un avance espectacular para la recuperación de estas especies.

También existe cierta polémica alrededor de este proyecto. Básicamente las objeciones de los críticos se centran en que consideran que los ejemplares viejos de estos árboles no son los más indicados para ser genéticamente multiplicados y que las réplicas salidas del laboratorio no tienen el mismo nivel de defensas contra las enfermedades, los insectos o las plagas que los árboles que evolucionan libremente en los bosques. Además, algunos expertos opinan que las especies que han desaparecido o están en vías de extinción cumplen simplemente con una norma de la naturaleza: la de la supervivencia del más apto. Una opinión que hay que poner en contexto y que resulta algo inadecuada en ciertos casos, ya que muchas especies de árboles están en vías de extinción no por causas naturales sino por la excesiva explotación humana.
Desde Arcángel refutan también esas críticas, basándose en la idea de que gran parte del desempeño de las especies vegetales -y animales- en los últimos tiempos ha estado afectado por el hombre y su efecto nocivo sobre el entorno. Una realidad tan grande como una sequoia.
De hecho, si no hubiera habido una deforestación acelerada, muchas de estas plantas no hubieran desaparecido. Todo indica que el rescate es necesario y, en la medida de lo posible, colaborar para revertir el daño realizado a los ecosistemas.
Además, la selección de los «superárboles» para este experimento tiene una base científica. Estos especialistas sostienen que los bosques nativos son los más aptos y constituyen una opción más sostenible en el largo plazo que la introducción de especies exóticas, como el pino o el eucaliptus, que proliferan por todas las geografías del planeta. Es completamente acertado que sean las especies más valiosas las que sean recuperadas. Pero, por si esto fuera poco, las sequoias y otros ejemplares gigantes parecen procesar con mayor eficacia el CO2: crecen rápido, absorben mucho gas tóxico porque tienen gran tamaño y lo almacenan por mucho más tiempo, ya que el carbono es liberado a la atmósfera cuando el árbol muere y, en estos casos, se garantiza que quedará «atrapado» por siglos, incluso milenios. Una función que puede ser vital para combatir los efectos de la contaminación.
La siguiente etapa del proyecto será encontrar una buena disposición de individuos e instituciones para que todos los ejemplares creados en el laboratorio puedan ser plantados en espacios reales para cumplir con su función sanadora del hábitat. La selección de estos espacios naturales donde crecerán los árboles no será fácil, pero es otra parte esencial para poder alcanzar los objetivos a largo plazo.
De momento, los esfuerzos para reforestar emprendidos por el Archangel Ancient Tree Archive (Archivo de Árboles Antiguos Arcángel), permitirán plantar 100 millones de árboles hasta el año 2020, y esa es una tarea encomiable que hablará en el futuro de lo que hicimos hoy aquí.




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