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Nueva Estrategia Militar Norteamericana – III

El alcance de estos objetivos se hará siguiendo una serie de premisas básicas. La primera será conseguir la plena unidad de esfuerzo. Mientras en la esfera militar ésta se logra mediante la acción conjunta o conjunto-combinada, en operaciones de inter-agencia se necesitan nuevas prácticas, un peldaño más arriba de la acción unificada bajo mando militar (unified action) o la gestión gubernamental bajo control político (whole-of-government approach). Aunque la estrategia del documento no lo detalla, debe implementarse un enfoque integral (comprehensive approach) a las operaciones multinacionales bajo liderazgo civil.
También deberá planificarse y gestionarse de forma eficaz la transición entre las distintas fases de la operación y el traspaso de responsabilidades del mando militar al civil, con el fin de evitar vacíos de poder y situaciones de descontrol. Además, se deberán seleccionar los objetivos operativos que garanticen un amplio y duradero resultado. No obstante, se señala la dificultad de localizar los centros neurálgicos de los enemigos que operan de forma irregular, por ejemplo, el terrorismo islamista.
Se combinarán las capacidades conjuntas cuando puedan maximizarse los efectos creados y evitarán emplearse cuando solamente aporten complejidad a las operaciones.
Asimismo, siempre que la situación lo requiera, ya sea por razones políticas u operativas, deberá actuarse a través de aliados, colaboradores, y operaciones encubiertas. Deberá garantizarse la autonomía operativa de la fuerza militar conjunta en tierra, mar, aire, espacio, ciberespacio e Inteligencia, para lograr la necesaria flexibilidad operativa que permita crear estructuras militares óptimas para la realización de cada misión.
Por último, se implementará una política de comunicación estratégica que informe a la opinión pública e influya en las audiencias respecto a los diversos aspectos de la operación militar en curso.

El documento expone que su adopción supondrá varios cambios en la estructura de fuerzas y el catálogo de capacidades militares del Ejército estadounidense. De manera que la fuerza conjunta futura deberá lograr un equilibrio: 1 operativo, para triunfar en ambientes convencionales, irregulares e híbridos; 2 funcional, para realizar labores de combate, seguridad, estabilización, reconstrucción, cambio de régimen u ocupación; y 3 geográfico, mediante el diseño de un nuevo patrón de despliegue global, acorde con la nueva situación estratégica mundial.
Deberá disponer de una rápida capacidad de proyección y un eficaz sostenimiento in situ para garantizar largos despliegues militares, como en Afganistán e Iraq. También se deberán reforzar sus capacidades en áreas clave, como el espacio, la información, el ciberespacio, y la disuasión estratégica. Las unidades convencionales deberán mejorar su preparación, incrementando su flexibilidad, autonomía de acción, protección, desarrollo de una mayor conciencia cultural y conocimiento lingüístico de los escenarios donde se interviene e intensificación de la relación con la población local, con objeto de combatir en ambientes nucleares, químicos, biológicos o radiológicos y contra adversarios irregulares, Estados fallidos y terroristas.
Finalmente, se deberá satisfacer una amplia gama de cometidos, desde acciones de combate de alta intensidad contra ejércitos avanzados, a labores de apoyo a la paz, acciones humanitarias, estabilización de la seguridad, guerra irregular, ocupación del territorio, misiones de Inteligencia, y operaciones encubiertas.
También se alerta en el documento de los riesgos que puede entrañar la adopción de esta estrategia para el empleo de la fuerza armada, la mayoría de los cuales se relacionan con la reforma de los modelos de instrucción vigentes, del proceso de modularización de las unidades, del desarrollo de capacidades para el combate irregular o de la aceptación de un enfoque excesivamente centrado en las labores de estabilización y reconstrucción en detrimento de las acciones puramente de combate.




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