Existen lugares en el planeta que son auténticos santuarios de la naturaleza, ricos en biodiversidad, pero amenazados implacablemente por la acción del ser humano. En la lista de la ONU se denominan “puntos calientes” a estos santuarios en los que se alcanza la mayor biodiversidad. Se clasifica a estos puntos críticos teniendo en cuenta dos factores básicos: las especies endémicas que albergan y el nivel de amenaza que soportan.
Esta lista aumentó en 2005, cuando se revisaron las zonas con mayor biodiversidad del planeta. De las 25 que había se pasó a 34, señal inequívoca de los estragos que el ser humano sigue provocando en los últimos santuarios naturales. En estos hábitats privilegiados y amenazados sobreviven el 75 por ciento de los mamíferos, aves y anfibios con más riesgos de extinción del planeta. Y todo ello en sólo el 2,3 por ciento de la superficie terrestre, frente al 15,7 por ciento que ocupaban originalmente. Una reducción devastadora que no dice nada bueno de las políticas de protección que se han aplicado hasta ahora. Esa revisión de 2005 arrojó otro dato esclarecedor: aproximadamente la mitad de las plantas vasculares y el 42 por ciento de los vertebrados terrestres sólo viven en estos 34 santuarios o puntos calientes.

Una política eficaz de conservación de la naturaleza debería lograr que estos espacios protegidos no sigan aumentando ni deteriorándose progresivamente.
Los 34 “puntos calientes” en el planeta son los siguientes:
1º Polinesia-Micronesia.
2º Nueva Zelanda.
3º Provincia Florística de California: que es el hábitat de la secuoya gigante, el árbol más grande del planeta.
4º Mesoamérica (Centroamérica y México): Aquí vive el quetzal y encontramos a los terceros bosques más grandes de todos los puntos calientes.
5º Bosques Madrean- Pine Oak.

6º Islas del Caribe: aquí viven el ave y la serpiente más pequeñas del mundo.
7º Tumbers Chocó-Magdalena.
8º Andes Tropicales.
9º Bosques chilenos de Valdivia: es el hábitat del impresionante Cóndor, un lugar rodeado por los Andes, el Pacífico y el desierto de Atacama.
10º Cerrado: una región que ocupa el 21 por ciento de Brasil. Aquí vive el jaguar y otras especies adaptadas al fuego y la sequía.
11º Bosques atlánticos: se extienden por Brasil, Paraguay y Argentina; aquí viven 20.000 especies de plantas, el 40 por ciento de ellas endémicas.
12º Cuenca Mediterránea: contiene 22.500 especies de plantas vasculares endémicas que suponen cuatro veces más de las que hay en el resto de Europa.
13º Bosques Guineanos de África Occidental: Aquí viven más de 20 especies de primates y una cuarta parte de los mamíferos de África.
14º Karoo, en Sudáfrica.
15º Región Florística del Cabo (Sudafrica): Alberga 5 de las 12 familias de las plantas endémicas de África.

16º Maputaland-Pondoland-Albany (África): aquí vive el mono Samango, así como 8,100 especies de plantas de 243 familias, de las cuales al menos 1,900 especies no se encuentran en ningún otro lugar.
17º Bosques costeros de África Oriental.
18º Madagascar y las islas del Océano Índico: Aquí viven 5 familias de primates exclusivos de este lugar.
19º Cuerno de África.
20º Afromontane del este.
21º Corredor Irán-Anatolia.
22º Cáucaso: sus bosques, desiertos, y sabanas albergan un gran número de plantas endémicas.
23º Montañas de Asia Central.
24º Himalaya.
25º Ghats del Oeste y Sri Lamka.

26º Indo-Burma.
27º Montañas del Suroeste de China: aquí viven el panda gigante, el panda rojo y el mono dorado.
28º Japón.
29º Filipinas.
30º Sundaland.
31º Wallacea (Indonesia): donde encontramos al impresionante dragón de Komodo, que sólo vive aquí.
32º Islas Melanesias del Este.
33º Nueva Caledonia.
34º Suroeste de Australia: el 80 por ciento de sus especies de plantas sólo viven aquí, en ningún otro lugar del mundo.

Son 34 santuarios a proteger de forma prioritaria. No son los únicos, ya que hay otros lugares amenazados, de enorme importancia para el mantenimiento de los ecosistemas, que deben ser salvaguardados de la acción del ser humano y conservados como refugios intocables en los que la fauna y flora puedan sobrevivir sin riesgos.
Son los espacios naturales los que verdaderamente merecen la pena salvar, con toda su riqueza biológica, que es una garantía de vida en el planeta. Concienciarnos es indispensable, pero pasar a la acción lo es aún más.