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La costumbre de amar

Una costumbre tan sencilla como guiar la vida por el amor ha sido desplazada por modernos conceptos que nada aportan y dejan el espíritu vacío. En la recuperación de valores que tan necesarios son en las sociedades occidentales, la costumbre de amar debe ser algo real y diario, no meras intenciones.
Lo expresa así la Biblia: Así como el Padre me ha amado a mí, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. (Juan 15:9)
La costumbre de Jesús de mostrar amor nos guía a los demás a tomar la decisión de hacerlo con los demás, así como él lo hizo con nosotros, dejando nuestros propios intereses y necesidades y estar dispuestos a incomodarnos, sacrificarnos incluso por el bienestar de otros. Por hacer un acto de amor verdadero.
La costumbre es lo que hacemos siempre, en una rutina diaria, es algo que se vuelve parte de nosotros y de nuestra forma de ser, en este caso se hace necesaria despertar la costumbre de amar.
Jesús mostró su amor por nosotros al morir en nuestro lugar en la cruz y también fue un estilo en su vida de una manera incondicional y generosa. Una característica inherente de su personalidad que nos sigue dando lecciones de comportamiento. En cada uno de nosotros está seguir esa costumbre, seguir el camino del amor.
Actualmente, la palabra “amor” se ha escrito y usado una infinidad de veces de forma abusiva también, de tal forma que ha llegado perder su verdadero significado, pues la hemos utilizado hasta hacerla irrelevante. Se dice que se ama la poesía, la música, el cine, etc. Lo vaciamos de contenido. Pero Jesucristo nos demostró el verdadero significado del amor:
1. Jesús amó a los que le amaban:
Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. (Juan 11:5)
Marta, su hermana y Lázaro eran como familia para el Señor, pues pasaban casi todo el tiempo junto a él, Jesús los amaba de una manera incondicional y siempre tomaba la iniciativa para quererlos.
2. Jesús amó a los que no eran fáciles de amar:
Uno de los criminales allí colgados empezó a insultarlo: ¿No eres tú el Cristo? ¡Sálvate a ti mismo y a nosotros! Pero el otro criminal lo reprendió:
¿Ni siquiera temor de Dios tienes, aunque sufres la misma condena? En nuestro caso, el castigo es justo, pues sufrimos lo que merecen nuestros delitos; éste, en cambio, no ha hecho nada malo. Luego dijo:
Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso le contestó Jesús. (Lucas 23:39-43)
Jesús no ve nuestros pecados ni faltas, una vez que hemos creído en él y nos ama tal cual somos y nos perdona. Un ejemplo claro es el del criminal que había sido crucificado a la par del Señor, que éste, aunque estaba condenado a muerte por haber hecho algo extremadamente malo, Jesús lo amó sin importarle su situación y sin merecerlo.
3. Jesús amó a sus enemigos:
Todavía estaba hablando Jesús cuando llegó Judas, uno de los doce. Lo acompañaba una gran turba armada con espadas y palos, enviada por los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo.
El traidor les había dado esta contraseña: «Al que le dé un beso, ése es; arréstenlo.» En seguida Judas se acercó a Jesús y lo saludó. ¡Rabí! le dijo, y lo besó.
Amigo le replicó Jesús, ¿a qué vienes? Entonces los hombres se acercaron y prendieron a Jesús. (Mateo 26:47-50)

Jesús amaba a Judas  a pesar de que lo traicionó. Lo que más llama la atención de este pasaje es, que a pesar de que nuestro Señor ve que Judas viene con una multitud que va a apresarlo, aún así lo ve con cariño y amor y lo trata de AMIGO. ¿Qué haríamos nosotros al ver que uno de nuestros mejores amigos lo traiciona y busca matarlo?

4. Jesús no tuvo temor ni pena de expresar su amor por las personas:
Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros. (Juan 13:34)

Jesús no nos da la opción de elegir a quiénes amar, sino que, al igual que él, debemos amar a las personas y aceptarlas tal como son. No nos debe de importar su raza o manera de hablar, si son impíos o conversos, de otra ideología, orientación sexual, creencias, o de otras religiones. El Señor nos manda a amar a los demás, así como él nos amo a nosotros. Es la gran demostración de tolerancia y amor verdadero que hemos perdido en el camino, y que necesitamos recuperar. Porque los enemigos del amor están ahí presentes:
· El orgullo
· El enojo
· Los celos
· La ira
· El rencor
· El odio
Pero también la respuesta para demostrar amor hacia los demás con:
· Ayudando al prójimo
· Evangelizando
· Respetando a los demás
· Poniendo los intereses de los demás antes que los tuyos
· No juzgando
En resúmen, al igual que Cristo, debemos tomar la iniciativa de amar, pero no de una manera parcial sino de una forma completa y aceptar a las personas tal cual son. No debemos de ser selectivos cuando decidamos amar sino que debemos amar sin restricciones y sin límites, con franqueza y honestidad. Ése el auténtico cristianismo.
Dios es la mayor expresión de amor que existe. Permite que Jesús te enseñe su amor y te enseñe a amar de verdad.




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