Siguen siendo las palabas de Jesús de Nazareth las que más nos reconfortan. Palabras como: “Y yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo (Mateo 28:20). ¡Qué poder de calmar, de transmitir paz y ayuda emocional en momentos difíciles y en toda situación. Palabras que nos llenan de fortaleza y afecto, que nos acompañan y nos permiten sentir la caricia de la ternura de Jesús y de Dios Padre hacia nosotros. Palabras que nunca nos abandonan y alejan la soledad. Quien tiene a Jesús en su corazón nunca está solo. Tiene lo más importante: la presencia cercana de Cristo que nos guía por las aguas turbulentas de la vida de forma recta y firme, compasiva y amorosa.
Es el ejemplo de Jesús y sus palabras lo que nos sostiene en la fe y nos ayuda a soportar los envites de la vida con una sonrisa. Es este milagro de fe cristiana lo que trae alegría y fuerza espiritual para vencer las debilidades. Sus palabras y promesas perduran siempre y nos dan esperanza. Jesús está con nosotros y nunca nos falla. En la oración del día a día tenemos un vínculo de fe que nos hace mejores personas.
Escuchar y leer las palabras de Jesús nos permite tenerlo cerca y vivir para el propósito que cada uno tiene. Sus palabras sencillas nos envuelven y nos guían con la misma sabiduría que han demostrado en el transcurso de más de dos mil años.