Si usted era de los que aún tenía dudas, puede olvidarlas. Al Qaeda sigue intentando atacar a Estados Unidos en su propio territorio. Lo hemos vuelto a comprobar con la reciente detención de tres sospechosos, originarios de Afganistán y residentes legales en el país: Mohamed Wali Zazi y Najibullah Zazi, arrestados por el FBI en Denver (Colorado), y Ahmed Wais Afzali, arrestado en Queens, Nueva York, donde actuaba como imán de una mezquita.
Najibullah Zazi, de 24 años, chofer de un autobús del aeropuerto y residente en un suburbio de Denver, entrenado por Al Qaeda en los campos afgano-paquistaníes, participó directamente en este nuevo complot terrorista, descubierto en los días alrededor del octavo aniversario del 11/S. En el ordenador que se le ha incautado, tenía nueve hojas con instrucciones para fabricar bombas y conseguir detonadores. Además, se han encontrado sus huellas en materiales sensibles que pueden servir para fabricar explosivos.

Se cree que el objetivo de este ataque podría haber sido el transporte urbano de pasajeros en Nueva York, bien el metro o los trenes de la ciudad. Najibullah Zazi tenía en su poder un vídeo de la Estación Central de Nueva York. El estadio del equipo de fútbol de los Gigantes, también podría estar entre los posibles objetivos que estudiaban los terroristas.
Los investigadores federales y la policía encontraron hace unas semanas en los registros de varios apartamentos que se realizaron en Queens (Nueva York), mochilas y teléfonos móviles, por lo que es muy probable que planearan ataques mediante este sistema.
Este complot ha venido a coincidir con otras alertas de Inteligencia recientes, que apuntaban a un posible ataque con explosivos fabricados a partir de peróxido de hidrógeno, e información de elevada calidad sobre otros posibles ataques terroristas.

Estos acontecimientos han provocado que investigadores federales recuerden con insistencia la vulnerabilidad de los sistemas ferroviarios y de otro tipo de transporte ante ataques terroristas, ya que es uno de los métodos más recurrentes de los radicales islamistas, que pueden tener acceso fácil a los elementos necesarios para fabricar los explosivos y detonarlos. Un ataque de estas características entra dentro de los más probables, por lo que se hace necesario extremar las precauciones.

Haber desmantelado esta célula terrorista es una buena noticia, pero no lo es tanto que aún queden libres una decena aproximada de yihadistas, involucrados en esta conspiración. Por eso se entiende la alerta federal y los boletines de seguridad emitidos en estos días para que la policía patrulle estadios, hoteles, puentes, y centros de ocio, así como para que intensifiquen la vigilancia de centros de almacenamiento, sistemas de transporte público, y lugares estratégicos, en busca de conductas o personajes sospechosos.
Este incremento de la vigilancia y la seguridad, ha arrojado un primer resultado imprevisto. Ayer, un ciudadano jordano de 19 años fue detenido al dejar estacionado un coche con una bomba cerca de un rascacielos del centro de Dallas (al norte de Texas).
Hosam Maher Husein Smadi fue detenido por agentes del FBI durante una misión encubierta, e inculpado de intentar usar un arma de destrucción masiva; su comparecencia inicial ante un tribunal federal está prevista este viernes. Podría ser condenado a cadena perpetua. El presunto terrorista, residente ilegal en Estados Unidos, había anunciado varias veces «su deseo de llevar a cabo la Yihad de forma violenta”.

Noticias como estas nos recuerdan que seguimos en guerra contra el terrorismo islamista y no podemos ni debemos bajar la guardia. Ni los responsables de combatir en primera línea, ni la opinión pública, que haría bien en colaborar de todas las formas posibles. Y eso incluye la aportación de información que pudiera tener algún valor.