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Iraq en positivo

Tenemos buenas noticias desde Iraq. Para algunos esas buenas noticias son malas noticias porque habían apostado todo a la carta perdedora.
En los últimos meses las noticias sobre Iraq aparecen con claro signo positivo. Aún así todavía son mayoría los medios de comunicación, políticos y lumbreras de todo tipo los que andan retrasados en aceptar este aluvión de datos satisfactorios para los intereses de EE.UU. El por qué, todos lo conocemos. Su entreguismo y estrategia de apaciguamiento ante los islamistas radicales, se ha estrellado contra la estrategia norteamericana en el campo de batalla, que está dando sus frutos pese a todo y pese a todos los que auguraban una derrota.
Revisemos algunas de esas noticias en positivo que, por supuesto, no encontrará el lector en los grandes medios internacionales y, por descontado, en los medios españoles, tan “informados” ellos. Y tan manipuladores que uno pensaría que ya se creen lo que cuentan.
La normalidad está regresando a Bagdad, donde hace semanas que no se produce un ataque terrorista, y hay una transformación evidente y prometedora en toda la ciudad.
Los datos nos dicen que las bajas civiles han descendido un 75% en los últimos meses, los ataques globales semanales han bajado dos tercios desde junio de 2007, y las bajas iraquíes de sus fuerzas de seguridad se desplomaron un 40%. La colaboración sectaria entre sunitas y chiítas a nivel local ha permitido extender la seguridad a las comunidades de una forma más efectiva, de forma que las matanzas indiscriminadas (escenificadas con el fin de impactar a la opinión pública mundial, que no ve más allá de unas imágenes en TV), han descendido considerablemente. El nivel de confianza es palpable en la población para quienes se integran con la misma. Algo que no hacen precisamente a menudo los reporteros de TV y corresponsales de prensa que informan tarde, mal y nunca (al menos en la mayoría de los casos, salvo honrosas excepciones).
Reporteros que no le explicarán que el comercio en Bagdad se ha reactivado notablemente, con tiendas y mercados abiertos, tráfico abundante y parques llenos de gente. Que los beneficios del petróleo se están distribuyendo entre las regiones, contribuyendo a la reconstrucción. Que el célebre bazar Shorja florece de nuevo en sus estrechos callejones, que el restaurante Al Faris (a orillas del Tigris), ha recuperado su clientela, que los niños salen a jugar a las calles, que se celebran bodas por doquier, que el Zoo ha abierto otra vez, que los libreros han reanudado su actividad en Al-Raschid, y que los negocios de compra-venta de todo tipo de tecnología occidental (móviles, parabólicas, ordenadores, etc), es una realidad y un síntoma del dinamismo de la sociedad iraquí, y del clima de seguridad creciente pese a los problemas.
El federalismo se abre paso, con los kurdos gobernando su región, los chiítas del sur haciendo lo propio, y los sunitas de Al Anbar y otras áreas encargándose de su seguridad.
La nueva estrategia del presidente Bush y el General Petraeus, aplicada desde enero de 2007, con el incremento de tropas, la salida de las mismas de sus cuarteles, la integración y mayor protección de la población, y las alianzas con líderes tribales y locales, es la base de este éxito. Los soldados desplegados en Iraq han hecho posible incrementar los niveles de seguridad con un trabajo heroico y encomiable frente a todos los adversarios posibles: los terroristas, los políticos derrotistas, los intelectuales apaciguadores y los medios de comunicación.
A fecha de hoy, Al Qaeda ha sufrido una derrota general en Iraq, está en proceso de desintegración, las milicias chiítas han cesado prácticamente su actividad, al igual que la insurgencia sunita, gravemente tocada, las provincias seguras se extienden sin cesar, Al Anbar y otras, antes santuarios terroristas, que han sido recuperadas, Bagdad vive un renacimiento, y el proceso de reconciliación nacional ha empezado sobre el terreno.
Los grupos opositores a la intervención miliar en Iraq, no admite las buenas noticias porque es la medida del éxito de EE.UU y la victoria les ha pillado por sorpresa, así que seguirán negándolas hasta que no les quede más alternativa que subirse al carro vencedor. Entre ellos, quien más debería pensar sus declaraciones y posturas es el Partido Demócrata, inmerso hasta ahora en una obcecada oposición que está muy lejos de su histórico papel en la vida política de la nación (con éxitos fundamentales, como los Derechos Civiles y otras políticas sociales)). Debe abandonar cuanto antes esa oposición numantina, sólo cimentada en la oposición a Bush a cualquier precio, para enfocarla a las soluciones que propone a aquellos temas en los que pueda tener razón.
En definitiva, es hora de que todos, los Demócratas los primeros, admitan el triunfo inmediato de la intervención militar en Iraq en 2003 y el camino esperanzador que se está consolidando para dotar de seguridad y estabilidad democrática al país. Eso también lanzaría un mensaje nítido a los antiamericanos. Los posicionamientos de algunos demócratas, tímidos aún, reflejan esa transición necesaria para poder aspirar a la Casa Blanca.
El éxito en Iraq es de las tropas, del General Petraeus, y del Presidente Bush, que en ningún momento hincaron la rodilla frente a los múltiples enemigos (externos e internos). Es de justicia así reconocerlo, y la Historia pondrá a cada uno en su lugar. Por supuesto queda mucho trabajo por hacer, pero el camino está iniciado.
Entretanto, celebremos las noticias en positivo desde Iraq. Porque son buenas noticias para todos los que aman la democracia y la libertad sin ambages.


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