Browse By

Desafíos para EE.UU


Desde hace décadas se viene produciendo un fenómeno recurrente cada diez años aproximadamente. De una forma progresiva, aparecen todo tipo de opiniones, libros, estudios y análisis sesudos que nos indican o diagnostican el declive de los EE.UU. ¿Es real? ¿Tiene razones fundadas? ¿Son hipótesis que se harán realidad finalmente o el sueño malsano de quienes añoran ese “declive” norteamericano?
Conviene puntualizar que este fenómeno, al que se apuntan analistas y personajes de todo pelaje y condición, viene errando sistemáticamente. Recordemos que a finales de la década de los 70 se hablaba de los “límites de nuestro poder”, en los 80 el autor Paul Kennedy se llenó de gloria al prever el colapso de los EE.UU, el hundimiento de su poder, y el fin del imperio americano debido al “sobreesfuerzo imperial”, algo que nunca sucedió. Un patinazo en toda regla. En los últimos años de los 90, el intelectual Samuel P. Huntington nos puso sobre aviso sobre el aislamiento de los EE.UU como una “superpotencia en solitario”. Otra previsión errada. Nunca el país ha mantenido tantas alianzas estratégicas como ahora. Y en 2008, nos llega la soberana sandez del “mundo post-estadounidense”.
Como ven, nada nuevo bajo el sol.
Pero, ¿qué hay de cierto? ¿EE.UU está en decadencia? Para decirlo breve y claramente: No, ni de lejos. Sigue siendo la nación determinante en el mundo, con un liderazgo real mucho más sólido tras la presidencia de George W. Bush, aunque su imagen pública haya sufrido y sea un reto para el futuro inmediato. Veamos el principal indicador. La economía americana representa el 21% de participación en la economía mundial; en 1960 era del 24%, en 1980 del 24% y en 1990 del 23%. Parámetros similares. No ha habido hundimiento.
La actual crisis financiera, aunque grave, no será sino otra más en la historia del país, y ya tenemos indicios de recuperación que se consolidarán en 2009. La innovación y el dinamismo del tejido económico y laboral de EE.UU, permitirán aprender las lecciones de esta crisis y saldrá fortalecida de cara al futuro, con nuevas oportunidades de crecimiento, comercio, negocios, y una mayor presencia en la economía mundial.
En el plano militar, vemos con claridad que el poderío en este sector es apabullante y despliega un liderazgo indiscutible en todos los órdenes: tecnológico, humano, capacidad, operativo, logística, Inteligencia etc. Ni siquiera China y Rusia, que están en expansión militarmente, se acercan al poder militar americano, cuyo despliegue y control internacional no tiene parangón en la historia, y cuya innovación tecnológica sigue avanzando muy por delante de otros países.
El único punto negro de este prometedor perfil, es la imagen de los EE.UU a nivel de opinión pública mundial, deteriorada y desgastada por la erosión lógica de estos años de guerra contra el terrorismo, que se ha cobrado su precio. Si bien este conflicto ha permitido al país consolidar su influencia global e infligir derrotas sustanciales a los terroristas en Iraq y Afganistán, entre otros lugares, haciendo posible un liderazgo real más sólido que nunca, la imagen pública del país ha sufrido retrocesos en algunos sectores sociales proclives a la manipulación de los grandes medios de comunicación más ideologizados.
Con todo y eso, tampoco es una cuestión crucial porque este deterioro hay que verlo con perspectiva. También la opinión pública mundial tenía una imagen desfavorable en la década de los 60 y 70, con la guerra de Vietnam, el asesinato de Luther King y Kennedy, y el Watergate. En aquellos años las manifestaciones antiamericanas en Europa eran frecuentes, igual que durante los 80, cuando Reagan era el blanco de los ataques por su política de firmeza frente a la URSS.
Nada nuevo bajo el sol, ni siquiera este fanático anti americanismo actual.
Aunque los enemigos acérrimos del presidente George W. Bush sean incapaces de verlo o reconocerlo, en estos años ha logrado intensificar las alianzas de EE.UU con los países que son claves en la defensa de la nación, ya sea en Europa, Latinoamérica, Asia, Oceanía, o África, abriendo nuevas vías de cooperación.
Los analistas e intelectuales que pronostican con fruición un declive americano cada poco tiempo, nos dicen que hay naciones que están marcando el contrapeso al liderazgo americano hasta que lo pongan en jaque definitivamente. Pero la realidad es esta: la URSS es historia, Rusia es un aliado, China abraza el capitalismo, India es otro firme aliado, y en el mundo del siglo XXI, el papel de los EE.UU sigue siendo crucial y decisivo para el desarrollo de los países emergentes y el crecimiento de Occidente.
Richard Hass, un eminente analista, señala con acierto que “EE.UU sigue siendo la entidad más poderosa en solitario”. Es cierto, pero también lo es que afronta numerosos desafíos, como lo ha hecho en otras épocas.
Es un liderazgo no exento de problemas. Si en el pasado tuvimos que afrontar el triunfo del comunismo en China, la invasión de Corea del Sur por Corea del Norte, la carrera nuclear con los soviéticos, los nacionalismos en Indochina, con Vietnam como epicentro, ahora hay otros riesgos, como el descontrol de las armas de destrucción masiva, que podrían ir a grupos terroristas o regímenes inestables; el crecimiento sostenible; la atención a una población cada vez más numerosa que demanda bienes y servicios avanzados (educación, sanidad, oportunidades de empleo, etc); la amenaza de regímenes radicales en Irán, Cuba, Venezuela o Sudán, la necesidad de seguir innovando tecnológica y científicamente, y de mantener una sociedad estructurada con valores importantes, entre otro muchos retos.
El 11/S ha sido con diferencia el acontecimiento más decisivo de la última década, puso al país en guerra con los terroristas y transformó el orden mundial. Los desafíos abiertos en este frente han cambiado, gracias al nivel de éxito logrado por las políticas de George W. Bush, en particular con las intervenciones militares en Iraq y Afganistán. Los aliados de EE.UU en la zona siguen siendo aliados y contamos con puntas de lanza de extraordinario valor en las democracias incipientes de ambos países. Impulsar la democracia en esas regiones de Oriente Medio y Asia, puede ser una revolución a largo plazo que cambiará el futuro de millones de personas y, en último término, del mundo. Hemos tenido años de guerra, pero podrían ser la base de décadas de paz próspera.
EE.UU supo hacer frente en el pasado a los problemas derivados de la Guerra Fría, y ahora está en una buena posición para seguir consolidando su liderazgo mundial. Un liderazgo que sabrá usar en beneficio de la mayoría y para llevar la libertad y la prosperidad a cada vez más gente.
Los desafíos que tenemos enfrente se resumen en estas palabras: Irán, Rusia, Paquistán, Cuba, Venezuela, crisis económica, imagen del país, opinión pública mundial, un mundo en transformación, y una guerra contra el terrorismo que hay que saber terminar de gestionar con éxito. Son desafíos que todavía ocupan activamente a Bush y que deberá afrontar el nuevo presidente electo Barack Obama cuando jure el cargo. Las políticas del Demócrata deben alejarse de la teoría de la decadencia y apostar por un futuro con un claro liderazgo americano. Lo ha hecho durante la campaña electoral, y las buenas noticias son que lo está haciendo en esta etapa de transición, con una aproximación realista a los desafíos que tenemos por delante.
Quedan cuatro años por delante para medir el éxito o el fracaso del presidente electo Obama frente a los desafíos que aguardan a los EE.UU.




Translate »