Nunca se habla de ellos salvo cuando ocurre una tragedia en algún país en el que surgen de forma providencial. Son los misioneros españoles. Un ejemplo de compromiso y trabajo, de fe y abnegación, que los grandes medios de comunicación apenas les ofrecen visibilidad.
Sin embargo, ellos siempre están ahí. Los ves al viajar por países como Argelia, Irak, Siria, Sierra Leona, Liberia, India, Colombia, Filipinas, Honduras, República Centroafricana…Son de lo mejor que tiene España repartido por el mundo. Más de 14.000 misioneros que llevan ayuda y esperanza en medio de guerras, pobreza extrema, enfermedad, violencia, crimen, desesperación, donde apenas llega el agua y la comida.
Son la cara de una Iglesia a la que los medios de comunicación, en su mayoría, atacan o marginan, pero que ponen de relieve lo que la fe puede conseguir y lo que hace por los demás.
No es paripé social ni para salir en las fotos ni en la TV. Es compromiso real con la humanidad, donde más se necesita. Los misioneros están en esos países donde la población más precisa una mano amiga. Son hombres y mujeres profundamente humanos, buenos en su sentido más amplio, que dan la vida por amor a los demás.

Los misioneros son algunos de los mejores representantes de España en el mundo, son la esperanza de millones de personas. Su voz apenas se escucha en Occidente, pero ellos siguen desempeñando una tarea humanitaria esencial. Son la prueba viva del mensaje de Cristo y el bien que puede hacer el cristianismo bien entendido, los representantes de una Iglesia misionera, una Iglesia auténtica de amor y comprensión. Los misioneros guían a esos pueblos necesitados bajo el signo de la cruz, muchas veces aun a riesgo de sus vidas, y cuando casi todos se van, ellos se quedan para dar testimonio de Dios y de amor cristiano, sin abandonar a los necesitados, siempre con humildad y fortaleza de espíritu.
Misioneros españoles. Lo mejor que te puedes encontrar por el mundo.