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‘George Balanchine’s The Nutcracker’ – El Cascanueces

La temporada de Navidad y Año Nuevo siempre tiene una cita importante en los escenarios y teatros de Estados Unidos, y en general en todo el mundo, con un clásico por estas fechas: “El Cascanueces”, que es junto con “Cuento de Navidad” de Charles Dickens, una de las obras más representadas.
Si la belleza artística tiene una cumbre sublime, sin duda la danza clásica ocupa un lugar preferente. “El Cascanueces” se ha convertido con el tiempo en ese clásico imprescindible de ver en la temporada invernal. Fue compuesta por Piotr Ilich Tchaikovsky y estrenada en San Petersburgo el 17 de diciembre de 1892, una semana antes de Navidad.
118 años después de su estreno, el ballet Cascanueces es la pieza clásica más representada en la temporada navideña. Su duración es de hora y media y está basado en la adaptación que Alejandro Dumas padre hizo del cuento del romántico alemán Ernst Theodor Hoffmannm sobre la obra compuesta por Tchaikovksy un año antes de morir. Cascanueces fue un continuo dolor de cabeza para el músico, que tuvo que ceñirse a las limitantes normas del famoso coreógrafo Marius Petipa. Por ejemplo, cada sección musical tuvo que adecuarse a las instrucciones de tempo y hasta del número de compases que éste demandó.

Sin embargo, Cascanueces sólo logró la fama y el reconocimiento mundial con la versión que el coreógrafo George Balanchine realizó en 1954 para el New York City Ballet, que la convirtió en un éxito absoluto. Esto fue posible gracias a que en los comienzos del siglo XX y hasta mediados, la danza vivió en Estados Unidos algunas de las décadas de mayor creatividad. En buena medida debido precisamente a George Balanchine, que revitalizó la danza clásica con su defensa a ultranza del clasicismo iniciado por Petipa, Ivanov y Fokine. Cuando Balanchine emigró a Estados Unidos, conoció a Lincoln Kirstein, quien le propuso la creación de una compañía de ballet en América; la condición de Balanchine fue que esta compañía fuera acompañada de una escuela, de manera que así surgió en 1934 la School of American Ballet; una auténtica cantera de talento y coreografías de calidad. Más tarde consiguió crear el Ballet Society, el germen de lo que luego sería el New York City Ballet. Su figura es esencial en la danza e incluso llegó a tratar el folclore estadounidense en obras como Western Symphony (1954), Square Dance (1957) o Stars and Stripes (1958).
Actualmente, el Cascanueces está incorporado a la Navidad estadounidense y forma parte de la cultura navideña de este país. Los mejores ballets la representan en los principales teatros líricos. En estas fechas lo tienen en cartelera, entre otros, el American Ballet y el New York City Ballet, y fuera de nuestras fronteras también ocupa un lugar destacado en la programación cultural, a cargo de Les Grands Ballets Canadiens de Montreal, el Ballet del Teatro Mariinsky de San Petersburgo, el Ballet del Estado de Berlín o el Royal Ballet de Londres, entre otros.
Cascanueces tiene muchos elementos que la convierten en una pieza tan popular, entre ellos sus extraordinarias melodías y el ambiente familiar en el que se puede ver, algo que le permite conectar con todo tipo de público.
Cascanueces cuenta la historia de Masha, una niña que recibe en Navidad como regalo de su tío Herr Drosselmeyer un cascanueces con aspecto de soldado, el cual despierta la envidia de su hermano Fritz, quien le desprende la cabeza por accidente. Su tío los tranquiliza reparando el juguete. La fiesta se acaba y todos se van a la cama. Al llegar la medianoche, dormida abrazada a su nuevo juguete, sueña que un ejército de malvados ratones invade su cuarto y el cascanueces se transforma en su príncipe defensor. La historia transcurre, pues, en gran parte en el sueño de Masha, en el que los soldados de juguete cobran vida, y príncipes y princesas la llevan por escenarios y lugares que nunca había imaginado.

En el sueño de Masha todo se hace grande: el sillón, las paredes y los juguetes; los ratones y el cascanueces son de su tamaño; y en la batalla que tiene lugar con los ratones, la niña corre a rescatar a su amigo. Entonces sucede el milagro y el cascanueces se convierte en príncipe por el amor de Masha, y él la invita a hacer un viaje como recompensa por salvarle la vida. Ambos empiezan así una fascinante travesía por el país de las nieves, donde la reina de las nieves y su príncipe les dan la bienvenida y, junto con los copos, bailan para ellos. Luego viajan al país del azúcar, donde los esperan el hada de azúcar y su caballero, quienes la felicitan por su valor y la invitan a sentarse en el trono real, donde disfruta junto con el cascanueces de los festejos en su honor. Desfilan ante ellos numerosos personajes interpretando los sabores más deliciosos y exóticos de diversos países. Y por fin llega el momento de decir adiós, pero para Masha esta es ya una Navidad inolvidable.
Como para todos les espectadores que ven esta representación llena de magia.
El ballet se puede ver durante todo el mes de diciembre y hasta el 2 de enero en el teatro Koch del Lincoln Center, en Nueva York, bajo el título ‘George Balanchine’s The Nutcracker’, con una espléndida Jenifer Ringer como primera bailarina, que demuestra sus impecables cualidades técnicas. La obra incluye los tradicionales copos de nieve danzantes, los malvados ratones, los valientes soldados de juguete y un árbol de Navidad de 1 tonelada y 12,5 metros de alto. Las entradas, por cierto, oscilan entre los $20 y los $225.
Como tantas cosas en este país, Cascanueces nos llegó procedente de la inmigración. Debido al éxodo de bailarines rusos hacia América, muchos de los ballets clásicos y de la época del romanticismo llegaron hasta aquí. El primer montaje de la pieza por una compañía de ballet profesional en Estados Unidos, se le atribuye al Ballet de San Francisco en 1944 bajo la producción de Willam Christensen. Desde 1949, El Cascanueces del Ballet de San Francisco es presentado anualmente, ofreciendo uno de los mejores espectáculos, lleno de magia y emoción.
La idea de producir este ballet no fue solo de Christensen, sino que dos ex-bailarines del Ballet Imperial de Rusia: Alexandra Danilova y George Balanchine, compartían la cena con él ese día; fueron ellos quienes recordando el esplendor y la magnitud de ese ballet motivaron al coreógrafo norteamericano para crear su propia versión coreográfica.
La versión de George Balanchine, que es representada todos los años por el New York City Ballet, desde 1954, supuso la diferencia con todos los espectáculos de este tipo gracias a la introducción de efectos especiales y de luz, que hacen que su producción, ideada especialmente para los niños, esté llena de ilusión y magia; dos elementos imprescindibles por estas fechas y que le han permitido sobrevivir al paso de tiempo.
Uno de los más imponentes efectos añadidos por Balanchine es la transformación del árbol de Navidad de la mansión Stahlbaum durante el sueño de Masha (Clara), el cual crece de 12 a 40 pies de alto durante el primer acto y que siempre causa admiración entre el público.
Hoy podemos afirmar que “El Cascanueces” es el ballet más representado del repertorio clásico, junto con “El lago de los cisnes”. Durante décadas se ha convertido en la puerta de entrada del público y de las nuevas generaciones a ese arte de disciplina y belleza sin igual que es el ballet clásico.

La primera historia que se conoce de “El Cascanueces” está basada en el libro de cuentos de Ernst Theodor Amadeus Hoffmann titulado: “El Cascanueces y el Rey de los ratones” y su publicación data de 1816. Pero el argumento que dio vida al ballet es una adaptación que hizo Petipa apoyada en la versión de Alejandro Dumas (padre) y basado en el cuento de Hoffmann. Aún así, cuando Ivan Vsevolozhsky, director de los Teatros Imperiales Rusos, y Petipa le encomiendan a Tchaikovsky que escribiera la partitura para el ballet, éste no se mostró muy convencido, ya que pensaba que el argumento del cuento de Hoffmann no tenía la fuerza y el encanto como para crear un ballet.
Después del fracaso de su primera composición para ballet “El lago de los cisnes”, a cargo del coreógrafo Julios Resinger, Tchaikovsky había abandonado la idea de volver a componer otro ballet. Motivado con la idea de trabajar con Petipa compuso el segundo, “La Bella Durmiente del bosque”. De ahí, el sueño hecho realidad de Petipa en una composición sinfónica para ballet. Esta relación entre Petipa y Tchaikovsky demuestra por primera vez la posible colaboración en un trabajo entre coreógrafo y compositor, que no se había visto hasta entonces.
Tras el éxito de “La Bella Durmiente”, compuso su tercer y último ballet “El Cascanueces”. En principio, Tchaikovsky hizo una selección de ocho de los fragmentos del ballet antes de su estreno, de esta forma compuso “La suite de El cascanueces” Op. 71a, concebida para concierto. Esta suite fue estrenada bajo la dirección del compositor el 19 de marzo de 1892. Entre las innovaciones que introdujo estaba el uso de la celesta, un instrumento de origen ruso que ya había empleado en otras obras menos conocidas. En la música para el ballet, la celesta se emplea en diversas ocasiones, sin embargo se hace notar como instrumento solista en la variación del Hada Grajea.
Una de las más famosas melodías de la obra es la hermosa partitura del adagio del “grand pas de deux”, escrita en una octava de notas en secuencia, y algunos de los momentos más difíciles de bailar, por su complejidad técnica, son la coreografía del Vals de las flores, con sus giros exquisitos cargados de feminidad, el pax de deux del Hada de Azúcar o el pax de deux de amor. La calidad de la partitura musical acompaña en todo momento el despliegue de danza clásica y es una de las claves del éxito de esta obra intemporal.
“El Cascanueces” fue estrenado el 17 de diciembre de 1892 con más de un año de demora en el teatro Mariinsky por Antoinetta Dell-Era como el Hada Grajea y Paul Gerdt en el rol del príncipe Coqueluche o Koklyush. El cuento se desarrolla en dos actos y tres escenas.

Apuntar también que en 1927 una versión abreviada del ballet se estrenó fuera de Rusia, en el Teatro Real de la Ópera de Budapest, con la coreografía a cargo de Ede Brada. Pero fue en 1934 en Inglaterra cuando tuvo lugar la primera representación completa del ballet fuera de Rusia, con una puesta en escena a cargo de Nicholas Sergeyev, basada en la coreografía original de Petipa. En 1940, una segunda versión abreviada del ballet a cargo de Alexandra Fiódorova se presentó en Nueva York. Y, por fin, en 1944 se llevó a cabo la primera representación completa en Estados Unidos por el ya mencionado Ballet de San Francisco, realizada por su director artístico, William Christensen. Después, “El Cascanueces” adoptó la espectacular versión coreográfica de George Balanchine que inmortalizaría el New York City Ballet en 1954.
Con el tiempo, la tradición estadounidense de llevar a escena “El Cascanueces” en la temporada navideña se ha generalizado en teatros de todo el mundo.
Les dejo una descripción detallada de “El Cascanueces”:
El argumento está ambientado en una ciudad alemana de principios del siglo XIX y arranca en la víspera del día de Navidad. La familia del señor Stahlbaum se prepara para celebrar la fiesta: la señora Stahlbaum, el pequeño Franz y Masha; también está presente el inventor juguetero Drosselmeyer.

La obra empieza con una obertura. Crea un ambiente propio de cuento de hadas mediante los registros altos de la orquesta. El telón se abre y muestra la casa de los Stahlbaum, en el que se prepara la fiesta de víspera de la Navidad.

Masha (Clara), su hermano Fritz y sus padres están celebrando la noche con amigos y familia, cuando entra Herr Drosselmeyer, quien rápidamente saca un saco de regalos para todos los niños. Herr Drosselmeyer muestra tres muñecas de tamaño natural que bailan por turnos.

La fiesta termina, suena la canción popular alemana Großvater Tanz y la familia Stahlbaum va a dormir. Cuando el reloj da la medianoche, Masha (Clara) baja a hurtadillas a contemplar su querido cascanueces y oye a los ratones. No sabe si aún está soñando y trata de escapar, pero los ratones la detienen. El árbol de Navidad de repente empieza a crecer, ocupando toda la habitación. El cascanueces cobra vida y la defienden junto a sus soldados. El rey de los ratones dirige al resto de roedores a la batalla. Tiene lugar un enfrentamiento y cuando la niña sujeta al rey de los ratones por la cola, el Cascanueces se lanza contra él y le hiere mortalmente. Los ratones lo recogen y se lo llevan en retirada. Después, el Cascanueces se convierte en un príncipe. Masha (Clara) y el príncipe viajan entonces a un mundo donde un grupo danzante de copos de nieve los saludan y donde hadas y reinas les dan la bienvenida bailando. El telón cae y termina el primer acto.

Masha (Clara), el Cascanueces y Drosselmeyer llegan al Reino de los Dulces donde los recibe el Hada de Azúcar, su Caballero y el resto de los dulces. Se suceden una danza española, una china, un árabe, una rusa (el Trepak) y el Vals de las Flores. El Hada de Azúcar y el Príncipe Cascanueces bailan un paso a dos. Después de las celebraciones, ella se despierta bajo el árbol navideño con su cascanueces de madera, alegre por su maravillosa aventura, y cae el telón.

Si tienen la oportunidad de acercarse a ver “El Cascanueces” no se lo pierdan, sea cual sea el cuerpo de ballet que lo represente. Actualmente los hay extraordinarios, tanto en Estados Unidos como en Europa o Latinoamérica. Sea como sea, disfrute de este espectáculo único.




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