Todos los escritores deseamos vender muchos libros, pero no todos compartimos los mismos motivos de este deseo. Algunos autores sólo quieren vender sus libros para ganar mucho dinero, otros para hinchar su ego personal, o ambas cosas a la vez. Personalmente, estas razones no me importan porque no me aportan nada. En mi caso, quiero vender todos los libros posibles, cuantos más mejor, porque considero que vender mis novelas es la mejor forma de transmitir y compartir con la sociedad algunos valores e ideas que considero importantes.
Los libros permiten evitar censuras y permanecer durante generaciones enteras, sin importar el tiempo que pase. Con un libro puedes alcanzar a lectores de todo el mundo y cambiar sus vidas de un modo profundo, contribuir a enriquecerlo de muchas formas distintas. Un libro no puede ser borrado, censurado ni acallado. Es una voz en el tiempo que permanece para siempre. Un aullido de libertad del autor que puede llegar a los más lejanos confines y producir un impacto positivo en millones de personas.
Me gusta vender muchos libros porque eso significa que más gente disfruta leyendo aquello con lo que yo disfruté escribiendo, y compartimos historias de un modo profundo y eterno. Me gusta vender muchos libros porque eso significa beneficios para financiar nuevos libros en los que plasmar buenos valores y buenas historias; para financiar causas justas a través de donaciones a asociaciones benéficas o de ayuda a colectivos sociales necesitados, para financiar proyectos de conservación de la naturaleza y de especies protegidas, asociaciones de veteranos, Fundaciones que ayudan a promover valores cristianos, becas de estudios para niños con pocos recursos, y para dar oportunidades de trabajo a gente que lo merece, etc.

Me gusta vender muchos libros porque ello me otorga más libertad y recursos para expresar mis opiniones y conocimientos con mayor independencia y capacidad de influir en la sociedad y en el mundo; porque la visibilidad de los libros hace posible que se traten temas que de otro modo quedarían relegados y olvidados. Y muchas veces censurados bajo lo políticamente correcto.
Me gusta vender muchos libros porque es la mejor forma de compartir esperanza y optimismo, de lograr conmover e inspirar a gente que ni siquiera conoces, pero con los que mantienes un nexo especial a través de las palabras.
Me gusta vender muchísimos libros porque eso me hace feliz, y también a los lectores que leen mis novelas. Y no hay nada mejor que eso.