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Sábado Santo – Vigilia Pascual

Durante el Sábado Santo los fieles permanecemos unidos espiritualmente a María, que se mantiene en oración junto al sepulcro, donde el cuerpo del Hijo de Dios descansa inerte tras la obra creadora de la Redención, realizada con su muerte (cf. Hb 4, 1-13). Esta noche se celebra el rito más importante del año litúrgico. Ya entrada la noche se dará inicio a la solemne Vigilia pascual, durante la que suena en cada Iglesia el canto gozoso del Gloria y del Aleluya pascual, y toda la comunidad cristiana se muestra feliz porque Cristo ha resucitado y ha vencido a la muerte.
«¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? No está aquí, ha resucitado» (Mc 16, 6). Así dijo el mensajero de Dios a las mujeres que buscaban el cuerpo de Jesús en el sepulcro. También nos lo anuncia a nosotros el evangelista en esta noche santa: Jesús nos llama a seguirlo y a encontrar así también nosotros el camino de la vida.
«Ha resucitado…, no está aquí». Cuando Jesús habló por primera vez a los discípulos sobre la cruz y la resurrección, estos, mientras bajaban del monte de la Transfiguración, se preguntaban qué querría decir eso de «resucitar de entre los muertos» (Mc 9, 10).
Con el acercamiento al sacramento de la Penitencia durante estos días, lo que hacemos es algo similar a una muerte y resurrección para cada uno de nosotros. Hoy podemos prepararnos para la Pascua con el rito de la confesión, que nos permite volver a comenzar nuestra vida y tener un nuevo inicio en la alegría del Resucitado y en la comunión del perdón que Jesús nos ha dado.
Él es –como proclamamos en el rito del cirio pascual– Alfa y al mismo tiempo Omega, y existe por tanto, no sólo ayer, sino también hoy y por la eternidad (cf. Hb 13, 8).

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En esta noche seguimos siendo conscientes de que somos pecadores, pero confiamos en la misericordia divina y nos dejamos reconciliar por Cristo para saborear gozosamente la alegría que él nos comunica con su resurrección. El perdón que nos ofrece Cristo en el sacramento de la Penitencia se convierte así en fuente de paz interior y exterior, y nos hace apóstoles de la paz y los valores que Él defendió en un mundo descreído, donde continúan los enfrentamientos, la miseria, los sufrimientos y los dramas que provocan la injusticia, el odio, y la incapacidad de reconciliarse para volver a comenzar nuevamente con un perdón sincero.

En este Sábado Santo recordamos que quien vence finalmente es Cristo y no el mal, es Cristo crucificado y resucitado, y es un triunfo que se manifiesta con la fuerza del amor misericordioso. La resurrección que se produce esta noche nos anuncia la victoria de la fe del creyente sincero y que el mal no tiene la última palabra en este mundo que entre todos podemos hacer más justo. María, que después de haber seguido a su Hijo en la hora de la pasión y de la cruz, también compartió el gozo de su resurrección y nos lo trasmite así.
Durante esta Vigilia pascual completamos una Semana Santa en la que hemos acompañado a los misterios salvíficos de la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Eso es importante, pero también lo es que es este tiempo se convierta en un tiempo de gracia y de conversión para todos nosotros en el que podamos encontrar gozosos a Cristo resucitado. Y no tiempo malgastado.
El sentido de la Vigilia pascual es impregnarse de la alegría de la resurrección que nos alcanza mediante la fe.
Así lo dijo Jesús en el Evangelio de San Juan (14, 19) a sus discípulos, es decir, a todos nosotros, sus fieles: «Viviréis, porque yo sigo viviendo».
Viviremos la vida eterna no por nosotros mismos sino por la comunión con Aquél que es la Verdad y el Amor y, por tanto, es eterno, es Dios mismo. La vida nos llega del ser amados por Aquél que es la Vida; nos viene del vivir con Él y del amar con Él. Esta es la vía de la Cruz, la vía que «cruza» una existencia encerrada solamente en el yo, abriendo así el camino a la alegría verdadera y duradera.

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Música litúrgica para el Sábado santo según lo que indica el Graduale Romanum:

O Pastor Æterne

Pascha nostrum immolatus est

Lumen hilare

Cantate Domino

Vidi aquam

Exsultet

Alleluia

Gloria in Excelsis Deo

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