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Emergencia económica en España

La situación en España es de emergencia económica y los recortes presupuestarios y el paro siguen empobreciendo a la sociedad española, sobre todo a las clases medias. Que no iba ser fácil salir del agujero negro y corregir el rumbo en el que puso al país el gobierno de Zapatero, todos lo sabíamos, pero es que además la realidad es tozuda y se encarga cada día de recodar en los mercados al gobierno de Rajoy que las medidas que es preciso adoptar no se han tomado con la celeridad necesaria, y en algunos casos ni siquiera se han adoptado aún. Los mercados, que son los inversores y ahorradores del mundo, necesitan la seguridad de que España va a devolver lo que debe y que se están haciendo las reformas necesarias para crecer económicamente porque sólo con recortes no se sale ni se paga la deuda, aunque muchos de éstos sean imprescindibles. Se han hecho algunas reformas, pero aún insuficientes a todas luces, son necesarias muchas más enfocadas al crecimiento económico y a la reducción real del déficit a largo plazo, lo que implica recortes selectivos donde son necesarios e inversiones estratégicas y estímulos fiscales, financieros y de otro tipo.
Queda por delante una transformación necesaria e inaplazable del estado de las autonomías, que permitan controlar sus déficits y su gasto descontrolado de forma rigurosa, y eso pasa por la gestión en cada una de ellas, que deberá cambiar y mejorar sustancialmente. Medidas como el recorte de las plantillas de políticos, asesores y altos cargos, con todos sus beneficios, prebendas y privilegios, ya se deberían haber tomado al principio de la legislatura y deberán adoptarse más pronto que tarde. El despilfarro de subvenciones y dinero público sigue produciéndose y eso los mercados lo saben. Es necesario cortarlo de raíz y cortarlo ya.

Se hace necesario que los grandes partidos remen juntos y no enfrentados para llegar a grandes acuerdos nacionales y de profundo calado, como el necesario cambio en la gestión de las autonomías, para impulsar políticas de crecimiento económico en aquellos sectores donde es posible, pero también es preciso que la sociedad española en su conjunto cambie el chip de una vez por todas y adopte un modelo basado en el trabajo productivo y competitivo, en el emprendimiento, el alejamiento de ese horizonte en el que se busca a toda costa un empleo público a toda costa, mayor movilidad laboral a nivel nacional e internacional, más formación de calidad real y un sentido del gasto privado que fomente la inversión y el consumo estratégico que incida en el PIB y que no va precisamente por irse de cañas.
Durante demasiado tiempo la sociedad española se ha acostumbrado al dinero fácil, la mayoría de las veces prestado, y ahora simplemente está pagando los excesos. Es precisa una transformación social en el sentido de potenciar lo mejor de los españoles, de arrimar el hombro, de trabajar duro, de reinventarse, de no escaquearse de la situación para que otro tire del carro, de ser responsables y tener sentido de nación. Una España dividida en nacionalismos obtusos, sectarismos de partido, siempre pendiente del dinero prestado o la subvención, sin proyecto de futuro, está abocada al fracaso y puede conducir a una nueva situación del euro en los mercados, con distintas opciones y ninguna buena para España.

Por ahora nada es irremediable y el rumbo puede corregirse perfectamente, eso sí con sacrificios y esfuerzos, con un buen plan de actuaciones, pero se necesita que el gobierno adopte medidas eficaces que contribuyan a generar crecimiento económico y empleo porque son claves para superar esta situación, que no es irreparable, pero sí necesita de mayor valor político, determinación, habilidad para moverse en los mercados internacionales y equilibrar una situación de emergencia que ya es dramática. Y más que lo puede ser si los responsables a nivel español y europeo no hacen lo que demanda la situación. Poner orden en España de forma rápida y proyectar la imagen de un país serio, responsable y solvente, capaz de generar riqueza para pagar su deuda y crecer económicamente. Hoy es tiempo de sembrar esto mediante medidas de alcance nacional como el cambio sustancial en la gestión del modelo autonómico, el fin del despilfarro público, que no es lo mismo que un gasto público razonable para sustentar los servicios básicos, y el impulso a un modelo productivo ágil, capaz de competir y crear empleo y esperanza en el futuro. Todo ello es perfectamente posible, el gobierno de Rajoy ha tomado algunas medidas imprescindibles, con aciertos y errores, y es positivo valorar todo en su conjunto para sacar lecciones, pero aún tiene en su mano la capacidad de seguir adoptando políticas que saquen al país del agujero; sin embargo, no puede dejar pasar más tiempo, debe ser tan audaz y firme como se le viene reclamando desde algunos círculos y asesores cercanos. El gobierno de Rajoy necesita apoyar, estimular e impulsar una agenda de crecimiento económico mediante medidas que hagan posible que la sociedad española no sólo se ajuste el cinturón sino también que pueda dar rienda suelta a su potencial. Es hora de poner a España y a los españoles a trabajar y a emprender. De esta no le sacará nadie al ciudadano, sale cada uno con su esfuerzo.




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