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El capitán Powers

Las condecoraciones oficiales en Estados Unidos representan la forma en que la nación agradece y reconoce los servicios prestados por los hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas y los Servicios de Inteligencia. Siempre han tenido el prestigio más alto y siguen siendo conmovedoras. Una condecoración, sea cual sea, cierra un círculo que habitualmente se abrió tiempo atrás y en cuyo transcurso temporal encontramos acontecimientos de especial relevancia, de los que marcan la Historia y se escriben con actos verdaderamente heroicos.
Todos estos elementos se volvieron a encontrar en la reciente condecoración concedida al capitán Powers, un piloto que se convirtió en un icono en 1960, en plena Guerra Fría.
52 años después, la Fuerza Aérea de Estados Unidos condecoró el pasado 15 de junio, póstumamente, al capitán Gary Powers, que protagonizó uno de los incidentes destacados de la confrontación con la Unión Soviética. En una ceremonia celebrada en la Sala de los Héroes del Pentágono, el jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea, el general Norton Schwartz, le concedió la Estrella de Plata, la tercera condecoración más alta por combate otorgada a los miembros de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos por «valor frente al enemigo».

Sus palabras resumen perfectamente el espíritu general: «Estamos aquí para celebrar las acciones heroicas del capitán Powers» (…) Y para honrar su lealtad a Estados Unidos en circunstancias de gran riesgo». A esta ceremonia asistieron los hijos del capitán Powers, Gary y Dee, cuyo padre murió a los 47 años de edad en un accidente de helicóptero en 1977.
Gary Powers hijo, que es fundador del Museo de la Guerra Fría en Vint Hill, Virginia, ha luchado durante años para reivindicar a su padre y este museo tiene el propósito de promover el conocimiento público de ese período crucial de la historia. Los hechos nos refieren que durante el enfrentamiento entre Estados Unidos y la Unión Soviética, el 1 de mayo de 1960, el piloto Powers volaba en un avión U-2 de reconocimiento y espionaje cuando fue derribado mientras sobrevolaba Sverdlovsk, en Rusia, el mismo sitio donde se produjo un accidente tres años antes en una planta nuclear, y donde fotografiaba la base de misiles balísticos.

Comisionado como teniente segundo en la Fuerza Aérea, Powers fue reclutado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) debido a sus cualidades y desempeño destacado como piloto de aviones a reacción, y llevaba varios años en misiones de reconocimiento aéreo clandestino. Los servicios de inteligencia soviéticos presionaron e interrogaron a Powers durante meses y finalmente el piloto confesó públicamente y pidió perdón por su labor de espionaje. La Unión Soviética lo condenó el 17 de agosto de 1960 y le impuso una sentencia de 3 años de cárcel y 7 de trabajos forzados. En febrero de 1962 Powers regresó a Estados Unidos como parte de un intercambio de prisioneros con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Sin embargo, debido a la forma en que los soviéticos usaron a Powers para su propaganda oficial y la cobertura crítica de la prensa estadounidense, el capitán Powers se encontró con que buena parte de los políticos, el gobierno y sus compatriotas tenían una posición muy crítica y algunos lo consideraban casi un traidor. Muchos pensaban que Powers debía haber destruido su avión para impedir que los soviéticos inspeccionaran sus equipos y sistemas, y hubo quienes opinaron que debió suicidarse con la aguja de veneno provista por la CIA para impedir su captura.
La Fuerza Aérea y el Comité de Inteligencia del Senado interrogaron a Powers, y aunque los legisladores llegaron a la conclusión de que había cumplido con sus órdenes, se había comportado de una manera apropiada, no había divulgado información crítica a los soviéticos y había actuado como “un buen joven bajo circunstancias peligrosas”, el estigma se mantuvo en la opinión pública.

La Historia y el tiempo transcurridos han puesto las cosas en su sitio y una vez más otro círculo se cierra con una alta condecoración que viene a reconocer el trabajo y la lealtad en momentos difíciles de quienes lo entregan todo por este país. El capitán Powers sirvió con honor y es justo así reconocerlo. Una condecoración que se añade a la «Distinguished Flying Cross«, concedida en 1987, diez años después de su muerte, y su entierro en el Cementerio Nacional de Arlington. Como tantos otros oficiales adscritos a labores de inteligencia no se supo valorar en su momento la importancia de sus acciones, sometidas al juicio implacable de la prensa y la opinión pública. La objetividad y el valor real del capitán Powers han prevalecido. Es lo que señala esa Estrella de Plata concedida por su valor frente al enemigo.
Estados Unidos ha hecho así justicia con uno de sus héroes olvidados.




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