La 66ª edición del Festival Internacional de Cine de Venecia ha concedido al actor y guionista Sylvester Stallone el Premio Jaegger-LeCoultre Glory to the Filmmaker, por su contribución al mundo del cine; un premio que reconoce su dimensión como cineasta, “autor de un cine visiblemente muy original y lleno de ternura (también cuando corre la sangre)”. «A través de las ya míticas series de películas de Rocky y Rambo, filmes siempre en extraordinaria sincronía con el presente que reflejan, Stallone ha explorado las zonas más claras y las más oscuras del sueño americano«.

Y a los que se unen otros personajes que Stallone ha interpretado «con precisión, creando una galería de retratos vivos que también están entre los más lúcidos iconos del cine contemporáneo americano«.
Un premio merecido, que pone el acento en uno de los actores que ha logrado mantenerse en la cumbre del éxito durante tres décadas, y ha moldeado dos de los iconos del cine moderno: Rambo y Rocky.

El jurado del Festival de Venecia ha sabido captar la esencia de un actor frecuentemente maltratado por la crítica, no por el público, que siempre lo ha respaldado con taquillazos históricos, y que ya fue nominado dos veces a los Oscar de Hollywood, por Rocky, en 1977.
El actor ha declarado: “Ser premiado en la Mostra de Venecia es algo que siempre he esperado que se hiciera realidad y ahora que ha sucedido tengo que decir que ha valido la pena esperar«.

El tiempo ha puesto a Stallone en el lugar que merece en el cine y su trabajo ha terminado venciendo a esas críticas que no lo tomaban en serio.
Pero Stallone, y toda la galería de personajes que ha tallado en estos años, lo colocan muy merecidamente entre los primeros puestos del cine de entretenimiento y acción. Al que seguirá contribuyendo próximamente con The Expandables (que reúne a algunos de los grandes, como Bruce Willis y Arnold Schwarzenegger) y Rambo V.
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El espíritu de Sylvester Stallone, aquél que le llevó a construir dos personajes como Rocky y Rambo, en los que encontramos una filosofía de vida genuinamente norteamericana, con una apelación al heroísmo que sabe sacrificarse por un bien mayor, de la que ya hablé en esta misma web, en otro reportaje, es el que le ha ganado este premio y todos los que ha cosechado hasta ahora, además del cariño y el respeto del público.
Stallone no será Woody Allen, ni falta que le hace. Sus películas, sus conceptos de vida, personajes, y su sentido del cine, han contribuido más a la cultura cinematográfica estadounidense que 100 Woody Allen juntos (y eso que el neoyorkino ha hecho lo suyo también).

Esto es bueno comprenderlo y reconocerlo, indistintamente de gustos cinematográficos e ideologías, que tanto parecen determinar actualmente quién es bueno o malo en el cine. Un prejuicio que deberíamos desterrar, porque el cine se nutre y se hace grande de quien se lo trabaja y se lo gana con esfuerzo.
Sylvester Stallone se lo ha ganado.