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Paraísos o Refugios Fiscales

Es desde siempre uno de los temas más candentes e interesantes en el ámbito económico y financiero. La existencia de los paraísos o refugios fiscales en el mundo responden a una necesidad de los inversores para invertir su dinero con garantías jurídicas y de una tributación baja o nula. Siempre han existido y siempre existirán mientras haya países que se convierten en infiernos fiscales con impuestos elevados, restricciones al movimiento de capitales y medidas confiscatorias para unos estados cada vez más despilfarradores, con pésima gestión pública y que someten a los ciudadanos a un régimen fiscal totalmente injusto y desequilibrado con los servicios que reciben.
Los inversores buscan para su dinero seguridad, altos beneficios e impuestos bajos, lo que es lo más normal del mundo y lo lógico. Los paraísos o refugios fiscales responden a esta necesidad dentro de la legalidad, por más que algunos gobiernos y estados se empeñen en perseguirlos y criminalizarlos para poder aplicar sus impuestos elevados y seguir explotando a los ciudadanos. Con la crisis económica, estos territorios de baja tributación se han convertido en los nuevos “enemigos” o “chivos expiatorios”, como si tuvieran la culpa de todos los males. Pues no es así en absoluto. La crisis mundial la provocaron los malos y despilfarradores gestores (algunos auténticos ladrones o sinvergüenzas), y muchos ciudadanos con sus actitudes (endeudamiento sin límites, consumo desmedido, inflar facturas y precios, etc, etc).
Frente a los países donde se practica la confiscación fiscal, encontramos los refugios fiscales donde la inversión y la riqueza florecen. Mientras algunos países perpetúan regímenes fiscales elevados y condenan a los ciudadanos a pagar cada vez más impuestos, los activos de los bancos en los países donde se aplican bajos impuestos han aumentado alrededor de diez trillones de dólares desde el año 2001. Prestigiosos estudios en la materia, por ejemplo de la Universidad de Harvard, han demostrado que el desplazamiento de capitales fuera de los países con impuestos altos, lo que en la práctica son infiernos fiscales, se produce casi siempre después de incrementos de la presión fiscal en los mismos, buscando nuevos territorios más hospitalarios con la inversión. Así, se puede comprobar que estos territorios no son los causantes de esas subidas de impuestos, sino la consecuencia de ello; tampoco son regímenes que existan para amparar el dinero de la corrupción, el crimen y el terrorismo, aunque su intrínseca libertad y bajos impuestos atraigan estos capitales también.

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Los medios de comunicación y muchos gobiernos a los que les encanta subir los impuestos para tener más dinero que gastar y llevarse a sus cuentas corrientes, han puesto en la diana a los refugios fiscales como si fuesen la causa de todos los males. La realidad es que la mayoría de los negocios e inversiones en los mismos son perfectamente legítimos. Los bancos que operan en los territorios offshore administran trillones de dólares en inversiones legales que producen beneficios de todo tipo: de capital, de empleo, industria y crecimiento económico. Muchas de esas operaciones legales corresponden a inversiones y cuentas bancarias de grandes corporaciones multinacionales que hacen negocios en todo el mundo. Sus actividades comerciales generan riqueza, beneficios sociales, desarrollo y empleo en muchos países desde esa libertad de capitales e impuestos bajos, mucha más que si estuvieran sometidos a los elevados impuestos de gobiernos derrochadores que no saben gestionar ni una libreta de ahorros y que lo único que se les ocurre es meter miedo a sus ciudadanos, desprestigiar los países con bajos impuestos y poner controles a la libertad de capitales. Gracias a los refugios fiscales también muchas grandes empresas, y no sólo particulares, han salvado sus negocios cuando sus países de referencia han quebrado o entrado en una espiral peligrosa de guerra, crisis económica o desestabilización democrática.
El estudio de la Universidad de Harvard Do tax havens divert economic activity? (B Mihir A. Desai, C. Fritz Foley, James R. Hines Jr), entre otros muchos, apunta una conclusión reveladora: la evidencia empírica es que los refugios fiscales no reducen la actividad económica en los países de alta fiscalidad, sino que la aumentan. Esto es así porque reinvierten sus depósitos mayoritariamente en deuda soberana, acciones y proyectos empresariales en países de la OCDE y de alta fiscalidad, lo que contribuye esencialmente a seguir generando empleo y riqueza en los países con impuestos altos. Además, pone de manifiesto que la actividad económica no sólo ha aumentado con el crecimiento de los refugios fiscales, sino que los más beneficiados han sido los países occidentales (o sea, los derrochadores), dado que gran parte del dinero que se protege de regímenes totalitarios globales se reinvierte en EE. UU, Europa y Reino Unido. Es importante al analizar estos territorios la enorme masa monetaria que va hacia ellos procedentes de empresas y ciudadanos honestos que sólo buscan poner a salvo su dinero y negocios, lejos de las garras confiscatorias de algunos estados con regímenes dictatoriales, represivos o que apoyan sus políticas en una recaudación cruelmente elevada e injusta para quienes ganan su dinero con esfuerzo y trabajo duro.

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Muchos ciudadanos, muy propensos ellos a tragarse las mentiras que les quieren vender desde sus gobiernos y medios de comunicación, ven en los paraísos fiscales todo dinero negro y evasión fiscal. Deberían conocer algunos conceptos básicos mejor, como la diferencia entre “evasión” y “elusión” fiscal; porque la “elusión fiscal”, que es legal, está protegida y amparada por el mismísimo Tribunal Supremo de Estados Unidos. Los beneficios fiscales no me molestan en absoluto, es más son necesarios para crear más riqueza, son las políticas confiscatorias las que han torpedeado los países occidentales y los que han llevado a la crisis. No debemos criminalizar los beneficios fiscales que aplican muchísimos países y territorios. Lo normal debería ser tener impuestos bajos, no altos. Los países que quieran venderle impuestos altos, muy probablemente es porque se quieren quedar con su dinero y no darle demasiadas explicaciones de cómo lo gastan.
Los refugios fiscales introducen elementos de competencia fiscal que son bienvenidos y necesarios. Al igual que en otros sectores la competencia es buena, a nivel fiscal también es deseable para que los impuestos pagados sean verdaderamente justos. Si en todo existe competencia y libertad de precios, ¿por qué no haberla en materia fiscal? Huyan de esos responsables políticos o económicos que buscan la armonización fiscal a nivel internacional porque sólo pretenden seguir “explotando” a los ciudadanos con impuestos elevados. Un “hip hip hurra” por esos refugios fiscales que favorecen la competencia y apuestan por los impuestos bajos. Como debe ser. Bienvenida sea la competencia fiscal que potencian los paraísos fiscales y que obligan a los estados confiscatorios a bajarse de su torre de marfil a costa de los ciudadanos trabajadores. Porque hay otra verdad que usted debe conocer. Los estados con más impuestos no son más eficientes o ricos, sólo más derrochadores, perpetuando una contante subida de impuestos que asfixia a los ciudadanos.
Los impuestos bajos garantizan además que un estado equilibre sus cuentas y tenga los servicios públicos que se pueda permitir realmente con sus ingresos. Y no que infle una deuda estratosférica que pagarán los ciudadanos tarde o temprano y empobrecerá a todos. Los refugios fiscales también tienen gastos públicos, suelen estar alrededor del 25% del PIB, por lo que también necesitan ingresar dinero, pero siempre de forma justa y permitiendo la inversión rentable, no esquilmando a los inversores.
Por estas y otras buenas razones, los refugios fiscales no van a desparecer ni tampoco es conveniente. Ese discurso está vacío de contenido, ideológicamente contaminado y sin argumentos de peso, salvo el de la confiscación para que otros sigan gastando lo que no se pueden permitir. La restricción a los capitales es una de las medidas más nefastas que se pueden adoptar, ya condujo a políticas fracasadas en el pasado y recesiones históricas, como la acontecida tras la Segunda Guerra Mundial. La libertad de capitales, en cambio, siempre ha dado buenos resultados para prosperar.

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Ni siquiera podemos tomar en consideración el riesgo que representan como refugio para financiar actividades terroristas o de blanqueo de dinero. Sí es cierto que a veces los utilizan, pero también otros muchos países que no son paraísos fiscales. Y no por eso se plantea acabar con los sistemas fiscales de medio mundo. Un estudio del Institute of Governance de la Universidad de Basilea concluyó, por ejemplo, tras un análisis detallado de países con alto riesgo de financiación de actividades terroristas y de blanqueo, que de los veintiocho países que identificó sólo uno puede considerarse “refugio fiscal”. Hay muchas otras formas efectivas y más recomendables de combatir esa financiación y ese lavado de dinero sin necesidad de atacar los refugios fiscales. También hay formas de atajar los déficits públicos de los países desarrollados, un problema que no se soluciona incautando el dinero de los refugios fiscales mediante impuestos, que no serviría ni para pagar el déficit de un solo año de EE. UU o Europa.
Hay que dejar de engañar a los ciudadanos con milongas y desviar la atención hacia paraísos fiscales y otros temas. La incompetencia, ya sea personal o de un gobierno, no se salda con subir y recaudar impuestos ya de por sí inflados. La competencia fiscal sí es un camino hacia la prosperidad. Y en ese sentido son bienvenidos los refugios fiscales y tienen una razón de existir que continuará por mucho, mucho tiempo. Tantos como sigan ofreciendo buenas oportunidades de inversión y de creación de riqueza y empleo con garantías de impuestos bajos y un marco jurídico serio y competente.
Es la competencia fiscal y la libertad de capitales la que ofrece una salida a la crisis, favoreciendo la creación de riqueza. Los refugios fiscales no son el enemigo sino unos aliados formidables.

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