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Parque Nacional Big Bend-Río Bravo/Grande

Muchos de los proyectos positivos que se emprenden, se realizan en forma de alianza entre amigos y colaboradores. Esto sucede entre personas y también entre países. El pasado 24 de octubre, el secretario de Interior de Estados Unidos, Ken Salazar, y el Secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales de México, Juan Rafael Elvira Quesa, anunciaron un plan binacional de conservación natural del Rio Bravo, el ecosistema desértico más grande y diverso de América del Norte. El plan de trabajo para la Cooperación en la Conservación de la Región Big Bend/Río Bravo, cuya implementación ya está en proceso, se desarrolló en estrecha coordinación entre el Servicio Nacional de Parques, el Servicio de Pesca y Vida Silvestre y el Servicio de Geología de Estados Unidos, y la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) de México y otras agencias asociadas. Este plan pretende proteger la extraordinaria diversidad biológica de esta región y apoyar la conservación de este ecosistema desértico con medidas para restaurar los ecosistemas fluviales, controlar la vegetación invasiva, monitorear y controlar enfermedades en poblaciones de animales salvajes en áreas protegidas a ambos lados de la frontera, así como proteger a especies en peligro de extinción.

Son este tipo de colaboraciones, que van más allá de los intereses propios, los que tienden puentes entre culturas y nos permiten proteger mejor la naturaleza. Cuando llegamos a un paraje tan agreste y hermoso como el Big Bend, que compartimos a ambos lados de la frontera, te das cuenta de la artificiosidad de las fronteras humanas y de la oportunidad de convivencia que nos ofrece la naturaleza.
Es posible que el río marque los límites fronterizos de Estados Unidos y México, pero a nadie que haya visitado este lugar se le escapa que la naturaleza que nos une aquí, de orilla a orilla del río, es algo más profundo y perdurable que nada que pueda separarnos.
La Región Big Bend/Río Bravo, que abarca Texas, Chihuahua y Coahuila, consta de más de 268 kilómetros de río y tres millones de hectáreas de parques y áreas protegidas a ambos lados de la frontera, y es el hogar de 446 especies de aves, como el correcaminos, colibrís y el halcón peregrino, 3,600 especies de insectos, 56 especies de reptiles, más de 1,500 plantas vasculares, y 75 especies de mamíferos, y ofrece una oportunidad excepcional para los científicos, administradores de recursos naturales y personal de parques para colaborar activamente en áreas que beneficiarán a la gente, los paisajes y la vida natural a ambos lados de la frontera.

Como colofón a la firma del acuerdo, los dos secretarios y el embajador estadounidense, en compañía de miembros del Servicio de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos (U.S. Fish & Wildlife Service), participaron en la liberación de 267,000 peces minnow plateados del Río Grande, como parte del proyecto continuo de recuperación de esta especie en riesgo de extinción. Unos días antes, México liberó quince especies de aves en el área fronteriza del estado de Chihuahua, que incluyeron 2 aguilillas de cola roja, 1 aguililla gris, 2 aguilillas camineras, 2 cernícalos, 2 búhos reales, 3 búhos zancones y 3 gavilanes de Cooper.
Otras especies autóctonas de este ecosistema también están siendo liberadas para contribuir a su supervivencia en libertad. Por ejemplo, en la parte mexicana fueron reintroducidos a su hábitat natural en la sierra de Chihuahua un grupo de osos negros, que serán monitoreados constantemente mediante microchips por satélite y que permitirán entender y analizar su comportamiento en esta área natural.

Por su parte, en el Cañón de Boquillas, en el estado de Texas, fueron puestos en libertad más de 25 mil especímenes de pez Minnows plateado, una especie que forma parte de los proyectos de reintroducción y salvaguarda de fauna en esta zona.
Es este tipo de colaboración y alianzas transfronterizas las que permitirán recuperar ecosistemas únicos y valiosos y las que ayudarán a establecer relaciones de buena vecindad, haciendo hincapié en lo que nos une más que en lo que nos separa.
A destacar de este parque su belleza singular, diversidad y riqueza. Su nombre hace referencia a la curva en forma de U que hace el rio Grande. La mayor parte del parque pertenece al desierto de Chihuahua que también se extiende a México, pero no sólo encontramos desierto, también están las montañas Chisos y planicies formadas por el rio Bravo, con una rica diversidad biológica que lo hace uno de los parques nacionales con mayor biodiversidad, además de tener una gran riqueza cultural, paleontológica y geológica. Por ejemplo, los arqueólogos han encontrado objetos que estiman en 9.000 años de antigüedad, al igual que fósiles del cretácico y del terciario.

La topografía es muy variada e incluye desierto, cañones como Boquillas, Mariscal y Santa Elena, bosques y montaña, lo que ofrece al visitante numerosas actividades, como el senderismo, montar a caballo, disfrutar de los paisajes, acampar, observar aves, tours en Jeep, pasear en bicicleta o en moto, remar en rio, etc.
Posiblemente la principal atracción del parque sea el Cañón de Santa Elena, donde paredes de roca caliza de hasta de 1.500 pies de alto encierran al rio Bravo y ofrecen unas vistas espectaculares mientras se rema por el rio o desde los senderos que terminan al pie del mismo. Al principio del cañón el río es tranquilo pero luego tiene rápidos de categoría IV. El pico más alto de las montañas Chisos es Emory Peak con 7.825 pies, que ofrece una visión de 360º del parque, pero para llegar allí hay que caminar al menos seis horas. Una vez allí nos encontraremos con una curiosidad: paneles solares, equipos transmisores de radio y antenas.
El Big Bend es uno de los Parques Nacionales menos conocidos, de los más grandes y uno de los más remotos del país; la ciudad más cercana es Alpine, en Texas, y las ciudades grandes del estado están a bastante distancia.
En suma, un extraordinario lugar para descubrir una naturaleza primigenia.




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