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Federico Jiménez Losantos


Me llegan noticias de la polémica suscitada en España en torno a la posible salida de Federico Jiménez Losantos del programa La Mañana, de la cadena Cope, líder de audiencia de la emisora y una de las grandes voces de la radio, cuyas opiniones son seguidas por 1.400.000 oyentes españoles.
Periodista controvertido, sin pelos en la lengua, que no se arrodilla ante nadie, y una de las voces libres que quedan en la España aplastada por el rodillo socialista y lo políticamente correcto que domina los medios de comunicación, se convierte así en la última (o quizá penúltima) víctima del intento gubernamental y su entorno de acallar las voces discrepantes y críticas de cualquier manera; víctima también de una forma de hacer política de ciertos sectores del Partido Popular, para algunos de cuyos líderes se ha convertido en un personaje molesto, a eliminar o reducir su influencia social, si es posible.
Esto pone de manifiesto, además de que España sigue siendo un país de puñaladas, la necesidad de medios verdaderamente plurales e independientes, no anclados a intereses o susceptibles de ser influenciados por el poder gobernante o aspirante a gobernar.
Los oyentes de Jiménez Losantos le seguirán tanto si se queda, como si se va, vaya donde vaya; es un tema que no está cerrado aún. La fuerza de esta audiencia, con su masiva movilización, puede forzar un cambio en los planteamientos de la cadena Cope. Si no fuera así, sólo cabe apoyar la libertad de opinión y el trabajo independiente de Losantos, siguiéndole allá donde vaya para continuar informando desde la radio de forma libre y sin censuras.

Más allá de si se está de acuerdo o no con los planteamientos ideológicos de Federico Jiménez Losantos o su estilo personal, cualquier demócrata debe defender al profesional al que, siendo el bastión en audiencia e ingresos de una cadena, se le intenta mover la silla, limitar y callar la boca por incomodidad o porque molesta al poder gobernante…o al que aspira a serlo.
En Estados Unidos, donde periodistas como Sean Hannity, Ann Coulter o Rush Linbaugh, son especialmente conflictivos por sus opiniones sinceras, directas, y conservadoras, representan esa necesaria diversidad ideológica, sana para cualquier democracia que no quiera sucumbir a la manipulación y el pensamiento único.
Voces de libertad como la de Losantos son hoy más necesarias que nunca en la España actual. Eso, al menos, en una democracia auténtica que se precie de serlo, que no ponga mordazas al molesto, al que habla claro, y al que se expresa libremente.
Losantos ya ha señalado que seguirá en la radio española y en la franja de las mañanas. Sea en la Cope o desde otra plataforma de radio, es una buena noticia para sus oyentes. Y para la democracia española.
Que lo intenten callar o desplazar, no lo es.
La batalla por una auténtica libertad de expresión y opinión en España no ha terminado ni mucho menos. Quienes intentan amordazarla deben saber que hay muchas voces por la libertad que seguirán defendiéndola abiertamente. Aunque tenga que ser desde los blogs independientes de Internet.




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