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Marines en Fukushima

El compromiso de un buen aliado se demuestra en situaciones de grave crisis. Estados Unidos está demostrando al mundo cómo se comporta un aliado de verdad en la crisis nuclear que vive Japón a raíz del terremoto, el tsunami y el accidente en la central nuclear de Fukushima, ayudando con medios humanos, técnicos, víveres, agua y diverso material.
Al despliegue estadounidense en Japón para afrontar esta crisis, se ha incorporado la unidad de los Marines: Marines’ Chemical Biological Incident Response Force (CBIRF), Fuerza de Respuesta a Accidentes Químicos y Biológicos, basada en el Indian Head Naval Surface Warfare Center , en Maryland, especializada en emergencias nucleares, biológicas y químicas, y compuesta por alrededor de 155 efectivos entrenados para realizar operaciones de búsqueda, rescate, limpieza de materiales contaminados con radiación elevada, identificación de agentes químicos, control de los niveles de radiación y descontaminación personal, entre otras tareas. Ya está realizando sus tareas de apoyo desde la Yokota Air Base.

Es una incorporación muy importante, toda vez que la crisis está lejos de finalizar y cada día se torna más problemática. Los primeros trabajos de coordinación con las Fuerzas de Autodefensa Japonesas para compartir información y estudiar estrategias de actuación, ya han empezado y son otra muestra más de la extraordinaria cooperación que está habiendo entre los dos países en momentos especialmente duros para los nipones.
Hasta ahora las fuerzas estadounidenses desplazadas en la zona han aportado alrededor de 15.000 personas, embarcaciones de la VII Flota, el USS Ronald Reagan y una barcaza capaz de transportar grandes cantidades de agua dulce, que se utiliza para refrigerar los malogrados reactores de la central de Fukushima-1. Además, otros expertos nucleares se han desplazado hasta aquí para supervisar y participar activamente en los trabajos de rescate y de emergencia nuclear.
Este equipo de oficiales es una fuerza de respuesta inicial a la crisis y forman parte de una unidad más grande que permanece en su base naval de Maryland.

Asimismo, Estados Unidos ha enviado a Japón aviones no tripulados T-Hawk y robots especializados resistentes a las radiaciones para ayudar a supervisar y controlar la emergencia en la planta nuclear de Fukushima. Uno de los que tiene especial relevancia es un dispositivo robot del Laboratorio Nacional de Idaho junto con varias cámaras a prueba de radiación, y que serán vitales en la misión de exploración de la planta nuclear para proporcionar elementos visuales, exámenes radiológicos y datos cartográficos en áreas de la planta que no son accesibles a humanos debido a los niveles potencialmente altos de radiación, por encima de los lineamientos de seguridad recomendados.

Además de los robots, Estados Unidos está enviando operadores para los mismos que se encargarán también de entrenar a los técnicos japoneses.
Estos robots a prueba de radiaciones pueden trabajar en áreas donde los niveles de radiación causarían daños e incluso matarían a las personas. Esto es importante porque las tareas en Fukushima requieren de una exposición directa de los trabajadores a los niveles de radiación.
De hecho, algunos de los técnicos japoneses expuestos ya han sufrido quemaduras o podrían desarrollar diversos cánceres por estos efectos en un futuro.

Además de los robots, el Departamento de Energía estadounidense lleva enviados a Japón aproximadamente 40 empleados y más de 7,7 toneladas de equipo especializado.
También se ha creado un panel de expertos nucleares japoneses y estadounidenses y militares estadounidenses para afrontar esta crisis, y Estados Unidos ha enviado dos bombas, consideradas las más potentes del mundo, para verter agua sobre la central nuclear. Las máquinas son utilizadas normalmente para bombear hormigón en la construcción de rascacielos y puentes, por lo que podrían emplearse también para construir un sarcófago de hormigón y acero alrededor de los reactores, tal y como se hizo en Chernóbil.
Por otra parte, unos 18.000 efectivos de las Fuerzas de Auto Defensa de Japón y 7.000 soldados de Estados Unidos participan en una operación conjunta de búsqueda de miles de desaparecidos del terremoto y el tsunami desde hace días. Este operativo se ha centrado sobre todo en las provincias de Iwate, Miyagi y Fukushima, las más afectadas por el tsunami que siguió al seísmo de 9 grados, un área que se adentra hasta 18 kilómetros desde la costa.
El despliegue conjunto incluye 20 aeronaves, 65 navíos, buceadores y helicópteros para acceder a las zonas más remotas y arrasadas por las olas, que causaron, según las últimas cifras oficiales, 11.578 muertos y 16.451 desaparecidos. El Ejército estadounidense ha puesto al servicio de las operaciones de búsqueda 20 aeronaves y 15 embarcaciones.

Adicionalmente, dos helicópteros SH-60 de la Armada de Estados Unidos entregaron a la Séptima Flota en Shiroishi, un pueblo cercano al área más afectada por el terremoto, algo más de 680 kilos de arroz y pan donado por residentes de Ebina, al sureste de Tokio. Recordemos que la flota tiene su sede en Yokosuka, a las afueras de Tokio.
Otros dos buques de la Armada, el USS McCampbell y el USS Curtis Wilbur, que se encontraban en la Península Boso de Japón, se están desplazando para asistir a las autoridades japonesas con el suministro de víveres, y en las operaciones de búsqueda en el mar y operaciones de rescate y recuperación. El buque USS Mustin salió de Yokosuka, y otros ocho barcos de la VII Flota están en camino o ya han llegado a diversos puertos de Japón y se incorporarán a sus nuevos destinos en los próximos días. Asimismo, la III Fuerza Expedicionaria de la Marina, con sede en la isla de Okinawa, al sur de Japón, están posicionando sus fuerzas y provisiones para las labores de búsqueda, rescate y otras laboras humanitarias.

Las fuerzas militares con sede en la Base Aérea de Yokota, cerca de Tokio, son el comando militar que coordina esta asistencia humanitaria sobre el terreno. Poco después del terremoto, la base aérea fue designada como un campo de aviación alternativo para los vuelos que no podían aterrizar en el Aeropuerto de Narita en Tokio, por lo que ha recibido numerosos aviones comerciales. El Centro Comunitario Taiyo se convirtió en el refugio de 600 personas y acogió a otros 570 pasajeros y 29 empleados, donde recibieron comida, agua y alojamiento.
La Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID) ha desplegado, por su parte, dos equipos de búsqueda y rescate urbanos, uno procedente de Fairfax, Virginia, y el segundo del Condado de Los Ángeles. Ambos equipos están formados por 150 personas y 12 perros entrenados para encontrar a supervivientes y han empezado sus tareas de búsqueda y rescate en la localidad de Misawa, Japón. Entre sus equipos transportan cámaras y aparatos auditivos, martillos perforadores y sierras para usar durante la liberación de personas atrapadas en los escombros.

Son sólo algunos ejemplos del despliegue estadounidense en Japón, que es aún más amplio, para ayudar a nuestro aliado en sus horas más complicadas desde hace décadas.
El valor de los aliados se demuestra con hechos cuando es más necesario. Estados Unidos sí está aprobando el examen de la crisis nuclear de Fukushima y el terremoto que asoló la costa japonesa.




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