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CIA y Marines, Operaciones Paralelas

Uno de los últimos golpes destacados que ha asestado la CIA en el teatro de operaciones Af-Pak, es la operación que ha permitido la captura del número dos Talibán, Abdul Ghani Baradar, capturado en Karachi (Paquistán) hace unos días. La detención del que fuera viceministro de Defensa del gobierno Talibán tiene un enorme valor, ya que puede proporcionar información altamente sensible y cooperación estratégica.
Es comprensible que las circunstancias que han rodeado esta operación de captura y los interrogatorios a los que está siendo sometido Abdul Ghani Baradar por parte de agentes de Inteligencia, se mantengan en el más absoluto secreto. Sólo así esa información podrá ser efectiva en la lucha antiterrorista y contra el movimiento de los Talibán.
Esto no impide señalar el éxito importante que se ha apuntado la CIA con su captura, pero sí destacar que una vez más las prisas de los medios de comunicación por divulgar la noticia, pueden haber puesto en peligro datos que son muy necesarios obtener y otras misiones en marcha. Esto, en buena lógica, debería abrir un debate en los medios sobre el papel que juegan los mass media en la guerra contra el terrorismo. Pero no lo hará porque los medios se nutren de estas noticias y la autocrítica brilla por su ausencia.

Esta detención ha coincidido con el lanzamiento de la importante ofensiva militar que encabezan los marines, denominada Mushtarak (juntos, en lengua dari) en la provincia de Helmand, al sur de Afganistán, quienes de nuevo lideran una ofensiva militar que se presenta como decisiva, y que está provocando duros combates en Nad Ali y Marjah, a 610 kilómetros al suroeste de Kabul, donde fueron infiltradas unidades de elite de los marines en las posiciones de los Talibán.
En cuanto a Abdul Ghani Baradar, de 42 años, es el segundo en la jerarquía Talibán tras el mulá Omar, que sigue prófugo, y es conocido como el «comandante de los fieles». El mulá Baradar, uno de los cuatro fundadores de la «Shura (consejo) Talibán» en 1991, conocida como la Shura de Quetta, tuvo una estrecha relación en su día con el líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden, y mantiene un estrecho contacto con el mulá Omar. Tras la intervención estadounidense en Afganistán, se desplazó a Quetta, en la provincia paquistaní de Baluchistán, desde donde se encargó de la organización de la insurgencia afgana y de dirigir sus operaciones cotidianas, tanto militares como financieras; entre sus poderes estaban la concesión de fondos, designar comandantes militares y diseñar tácticas militares, entre ellas la colocación de artefactos explosivos en las carreteras afganas.

Como parte de las operaciones de la CIA que se están llevando a cabo, también se han detenido a dos de los lugartenientes de Abdul Ghani Baradar, en concreto a los mulás Abdul Salam y Mir Mohamed, que venían desempeñando un papel clave como contrapoderes en las provincias afganas de Kunduz y Baghlan, respectivamente. En otros operativos paralelos de la Agencia, fueron capturados también tres hombres relacionados directamente con Al Qaeda, Ameer Muawiya, considerado el jefe militar de la zona tribal; Akhunzada Popalzai, el jefe de la policía de Kabul durante el régimen talibán; y Abu Riyan al-Zarqawi, jefe militar de los muhaidines chechenos.
Como complemento a estas detenciones y a la operación Mushtarak, llamada a estabilizar una zona vital, Marsha, la CIA está lanzando varios ataques con aviones no tripulados en Waziristán del Norte, refugio de los Talibán y los miembros de Al Qaeda, alcanzando objetivos de primer nivel, entre ellos Mohammed Haqqani, uno de los nietos del ex jefe muhadín Jalaludín Haqqani, y otros insurgentes cercanos al líder talibán, que han muerto bajo los misiles de la CIA en el área de Dande Darpa Khel, cerca de la frontera con Afganistán. Otros terroristas, como Siraj Haqqani, un comandante de alto rango Talibán con vínculos con Al Qaida, organizador habitual de emboscadas a tropas estadounidenses en Afganistán, también están en el punto de mira.
Todo ello nos dibuja la ofensiva norteamericana en curso en Afganistán, de cuyos resultados dependerá la estrategia inmediata a seguir en este país. Por ahora, Estados Unidos se ha apuntado éxitos importantes, tanto de la mano de los marines en la operación militar, que prosigue con intensos combates, como de la CIA, que está demostrando unan vez más que su papel, discreto y alejado de los focos, sigue siendo crucial para alcanzar objetivos de alto interés estratégico en la guerra contra el terrorismo.




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