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Operaciones Especiales Secretas

El general David H. Petraeus, al frente del Comando Central en la actualidad, es de esos militares que marcan con su personalidad y decisiones giros importantes en los acontecimientos. Ya lo hizo en Iraq con su intervención decisiva al mando de las tropas norteamericanas bajo la presidencia de Bush.
El pasado 30 de septiembre de 2009 firmó una directriz, de unas siete páginas de extensión, que sólo recientemente ha conocido la luz pública, merced a una revelación del diario The New York Times, pero que lleva desde entonces influyendo significativamente en numerosos acontecimientos de la guerra contra el terrorismo y la seguridad nacional.

Originalmente conocida con el nombre en clave de «avocado» (aguacate), esta orden autorizaba, con enorme acierto, la realización de operaciones especiales a cargo del ejército de Estados Unidos en países considerados “puntos calientes” de Oriente Medio, Asia y el Cuerno de África, como Somalia, Arabia Saudí, Paquistán, Irán, Siria y Yemen, entre otros. Gracias a esta autorización expresa del general Petraeus se han podido llevar a cabo misiones de reconocimiento, localización de objetivos, ataques selectivos y recopilación de Inteligencia de primer nivel. También ha permitido que la actuación del ejército continúe expandiéndose en terrenos antes más limitados a su radio de acción, como la Inteligencia y las operaciones antiterroristas, lo que incide directamente en la desarticulación de ataques terroristas, grupos armados y la captura de comandos islamistas.
La particularidad de las operaciones secretas que efectúa el ejército, a diferencia de las que hace la CIA y otras agencias de Inteligencia, es que no necesitan autorización expresa del presidente ni del Congreso, mantienen una elevada autonomía y una flexibilidad de acción que las permite ser enormemente eficaces. Algo que hemos comprobado en estos últimos meses en operaciones realizadas en Yemen, Somalia e Irán. En este último caso con una importante labor de captación de Inteligencia sobre su programa nuclear y grupos disidentes del régimen.

El valor y el acierto de esta orden del general Petraeus es en gran medida haber impulsado las tareas de Inteligencia que los grupos de operaciones especiales pueden desarrollar en países conflictivos, como Irán o Yemen, que son fundamentales para dotar de mayor autonomía a las fuerzas militares que se enfrentan contra Al Qaeda u otros grupos subversivos.
Además, es una directriz con proyección de futuro, al dotar de mayor capacidad al ejército para intervenir en escenarios de alto riesgo con una mejor Inteligencia, más independiente, y un poder de acción más elevado, algo que permitirá que Estados Unidos pueda proyectar su poder militar con más eficacia y rapidez cuando sea preciso, de una forma más flexible y coordinada.
Quienes antes criticaban este tipo de operaciones, bajo la Administración Bush, callan hipócritamente ahora que se han disparado aún más, por orden expresa del presidente Obama, que ha sabido ver el potencial de las operaciones militares secretas llevadas a cabo por el ejército, no sólo en el entorno de la guerra contra el terrorismo islamista sino también para afrontar los riesgos que se nos plantean en Irán, Corea del Norte, Cuerno de África, Latinoamérica y Asia.

La firma de la Orden Ejecutiva Unitaria de Fuerzas de Choque de la Guerra no Convencional, por parte del general Petraeus, al no definir exactamente las operaciones a las que se refiere, permite una completa adaptación a las circunstancias del momento, a las necesidades que se requieren y a los objetivos que se pretenden conseguir, siempre basándose en la acción de selectos grupos de operaciones especiales que tendrán en sus manos la responsabilidad de evitar graves ataques a la seguridad nacional, ya sea por parte de terroristas o regímenes radicales.
La orden firmada por el general Petraeus tiene el mérito de ampliar las operaciones especiales que ya impulsaron decididamente el ex presidente Bush y el ex secretario de defensa, Donald Rumsfeld, y persiguen establecer un programa regular de operaciones sistemáticas a largo plazo, con especial enfoque en la captación de Inteligencia relativa a campos de batalla y escenarios de posibles conflictos bélicos, un aspecto que puede complementar muy eficazmente el trabajo de la CIA.
El general Petraeus acierta en su visión de hacer una interpretación expansiva del papel de los militares norteamericanos en todo el mundo, más allá de la intervención de las tropas en lugares como Iraq y Afganistán, algo que puede derivar en un mejor combate contra los grupos terroristas, así como en una seguridad nacional más fuerte y eficaz. También en una mejor actuación y coordinación entre agencias de Inteligencia y el Pentágono.

Esta orden viene así a reforzar la tendencia a aumentar las operaciones especiales a nivel mundial, tanto en número como en presupuesto. Actualmente, los grupos de operaciones especiales están sirviendo en más de 75 países, en comparación con los 60 en que se encontraban hace un año. Más de 13 mil comandos de fuerzas especiales, entre militares y civiles, expertos en operaciones de Inteligencia, guerra psicológica, ejecuciones selectivas, misiones de entrenamiento, de reconocimiento y acciones clandestinas, entre otras muchas actividades, están desplegadas por el mundo; de ellas, 9 mil en Iraq y Afganistán.
Sólo bajo la Administración Obama, el Comando de Operaciones Especiales Conjuntas ha enviado comandos a países como Paquistán, Yemen, Irán, Georgia, Ucrania, Bolivia, Paraguay, Ecuador, Perú, Filipinas… También desde el año 2006 estos equipos de operaciones especiales operan clandestinamente en Venezuela, Colombia y México.
Un dato más que es revelador: la Administración Demócrata solicitó un aumento de 5.7% para el presupuesto de las Operaciones Especiales para el 2011, para un total de $6.3 mil millones de dólares, además de $3.5 mil millones adicionales para operaciones clandestinas de contingencia.
Esto demuestra que el presidente Obama se está apoyando sustancialmente en las operaciones secretas militares, en mucha mayor medida de lo que lo hizo George W. Bush. Además, este incremento en operaciones especiales, son parte fundamental de la nueva Doctrina de Seguridad Nacional del Presidente Obama. La razón es simple: una de las ventajas de llevar a cabo operaciones secretas para ejecutar misiones estratégicas es precisamente su carácter clandestino y el hecho de que estas misiones y operaciones no son públicas. Lo cual potencia su efectividad de forma extraordinaria.




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