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La Responsabilidad de Obama

No han pasado ni veinticuatro horas desde que algunas voces se levantaran desde la Comunidad de Inteligencia para reclamar la responsabilidad presidencial en los acontecimientos de Detroit y Khost, para que el presidente Obama haya hecho alarde de rapidez de reflejos y asumir su parte importante de responsabilidad en los mismos.
«Estoy menos interesado en eludir la culpa que en aprender de estos errores y corregirlos para que estemos más seguros. En última instancia, la responsabilidad es mía«, ha reconocido con humildad Obama, recuperando para sí el viejo lema del presidente Harry Truman. «Como presidente, tengo la solemne responsabilidad de proteger a nuestra nación y a nuestro pueblo, y cuando el sistema falla es mi responsabilidad«.
Es lo más acertado que ha hecho y dicho en los últimos quince días. Con su declaración, se ha comprometido también a mejorar los protocolos de seguridad, que desde algunos sectores le venimos reclamando. Asimismo, y justo es reconocerlo, Obama se ha comprometido a realizar “un esfuerzo continuo y sostenido para mejorar los datos de Inteligencia y los procedimientos de seguridad en los aeropuertos”. Algo que no es fácil cuando se reciben, sólo en el Centro Nacional de Contraterrorismo, más de 8.000 mensajes de alerta diarios, lo que obliga a un arduo trabajo que ya tiene a agentes y analistas al límite en sus esfuerzos de trabajo.

Ha afirmado, matizando su reacción de rabia inicial, que “este episodio no es atribuible a errores individuales concretos, sino a un fallo sistemático del sistema” y que “estoy más interesado en encontrar soluciones que en repartir culpas”.
Con estas palabras da un paso al frente para asumir los errores y mejorar los protocolos que se siguen. Un paso adelante que puede tener la seguridad de que la Comunidad de Inteligencia secundará sin vacilar, con el compromiso leal que siempre le ha caracterizado para con la presidencia, la Constitución y el país.
En reconocimiento a la labor de las Agencias de Inteligencia, y ya no es la primera que hace, ha asegurado que: “Al Qaeda ha sufrido numerosos golpes importantes en los últimos meses y se encuentra muy debilitada, lo que impide que siga teniendo capacidad de reclutar en lugares muy distintos«. Pero, a su vez, esto hace necesario diversificar los medios y las fuentes para obtener información de calidad.
Los acontecimientos también han hecho reconsiderar sus palabras al presidente Obama, que ha pasado de usar eufemismos a admitir abiertamente que: “los Estados Unidos están en guerra contra Al Qaeda, una red de violencia y odio de gran alcance que nos atacó el 11 de septiembre, que mató a cerca de tres mil inocentes y que está preparándose para atacarnos de nuevo (…) una guerra en la que se han realizado progresos que han permitido neutralizar ataques”.
Recuperando un tono que nos recuerda a George W. Bush, al que tanto criticó injustamente, ha dicho: “Esa organización, no para de organizar complots para atacarnos nuevamente, pero nosotros haremos todo lo posible para derrotarlos”.

Entre las primeras medidas públicas a implementar, el presidente Obama ha ordenado a los responsables de Inteligencia y seguridad que investiguen todas las pistas relativas a amenazas de alta prioridad y que actúen con más rapidez a la hora de añadir los nombres de presuntos terroristas a la lista de individuos a los que les está prohibido volar a Estados Unidos, y en los procesos de verificación y examen de las pruebas que puedan apuntar a un posible ataque. «Tenemos que seguir las pistas que conseguimos y actuar de acuerdo con la información que puede proteger al pueblo americano (…) Debemos mejorar a la hora de evitar que las personas peligrosas se suban a aviones«. Eso es simplificar, pero no deja de ser cierto.
Por descontado que los esfuerzos también irán enfocados a otros intentos de ataques terroristas, que nada tienen que ver con aviones pero que igualmente planifica Al Qaeda.
El presidente Obama toma el liderazgo en la implementación de reformas para corregir los problemas detectados en el ámbito de la seguridad, que puso de relieve el frustrado ataque de Umar Farouk Abdulmutallab en Detroit; reformas centradas en una mayor distribución de la información de Inteligencia y un mayor uso de la tecnología avanzada para examinar a los pasajeros en los aeropuertos. Otras reformas se mantendrán en secreto, con el fin de lograr la mayor efectividad que se persigue. Una efectividad que durante la Administración Bush funcionó de forma elevada, y que ahora se busca activamente.
Otras de las medidas públicas que se aplicarán con carácter inmediato son la revisión del procedimiento de emisión y revocación de visados que lleva a cabo el Departamento de Estado, una gestión que depende de Hillary Clinton, cuya responsabilidad es alta en todo lo sucedido alrededor de Umar Farouk Abdulmutallab, sin que ello haya sido puesto de relieve en los medios de comunicación, así como seguimientos más exhaustivos y eficaces de los sospechosos de terrorismo en los países en los que se alojan y donde realizan actividades de entrenamiento, reclutamiento, financiación, propaganda ideológica, etc.

El presidente Obama ha dicho que «La primera línea de defensa de EE. UU es la Inteligencia correcta y a tiempo, que es compartida, integrada, analizada y sobre la que se actúa rápida y correctamente”. Para ello se ha comprometido a que a partir de ahora las Agencias de Inteligencia y Seguridad Nacional, sus departamentos, la vigilancia en los aeropuertos y fronteras, el FBI, y las policías estatales, coordinarán más rápidamente y con mayor precisión la información que tengan, sin ocultársela. También impulsará la contratación de más agentes que viajarán infiltrados y armados en los aviones con destino a Estados Unidos, y habrá inversiones en torno a los 1.000 millones de dólares para modernizar los escáneres y sistemas de seguridad en los aeropuertos; dinero que permitirá comprar alrededor de 300 escáneres corporales nuevos, que se unirán a los 190 disponibles ahora.
Las nuevas órdenes presidenciales también han alcanzado al Departamento de Seguridad Nacional, que deberá fortalecer la cooperación con otros países para mejorar la inspección de pasajeros y, en especial, la localización de explosivos.
En resumen, las cuatro claves de carácter público de los cambios que intenta implantar el presidente Obama de forma inmediata, son los siguientes: asignar responsabilidades específicas para seguir pistas de tramas terroristas y desmontarlas a tiempo; distribuir la información de Inteligencia con mayor rapidez y eficacia a través de todos los canales usados actualmente; reforzar los análisis de Inteligencia y ampliar los criterios que se contemplan para incluir nombres de sospechosos terroristas en las listas de prohibición de volar a Estados Unidos.
Una vez llevadas a cabo estos cambios, se comprobarán los progresos obtenidos y el (de momento) asesor para la Seguridad Nacional, John Brennan, informará al presidente Obama en 30 días sobre los avances que se tengan.
Por otra parte, la confirmación de los contactos entre Umar Farouk Abdulmutallab con el imán Anwar al Awlaki, que ya estuvo relacionado con la matanza de la base militar de Fort Hood (Texas), en la que murieron 13 personas, supone otro dato que refuerza los argumentos para la intervención directa de Estados Unidos en Yemen. El nigeriano permaneció en la provincia de Shabwa y se reunió allí con el imán, durante los preparativos del ataque terrorista en Detroit.
Si el presidente Obama tenía algunas dudas sobre la necesidad de implicarse más a fondo en las operaciones en Yemen, los datos de la investigación en curso y de Inteligencia que se están recopilando “in situ”, y que apuntan a importantes redes islamistas activas en el país arábigo, los despejan por completo. Se hace más necesario que nunca seleccionar y eliminar objetivos terroristas de Al Qaeda en Yemen. Por esa razón, el aumento de agentes y oficiales de Inteligencia en este país y en África, que ha prometido el presidente Obama, es una muestra de compromiso coherente e ineludible.
El presidente también se ha mostrado acertado, sobre todo de cara a ese sector de la opinión pública y los mass media que no ven otra cosa que recorte de libertades, al dar garantías a la ciudadanía de que su Administración no pretende violar los derechos individuales, y que ha puntualizado con esta declaración explícita: “Mientras yo sea presidente no sacrificaré los ideales de libertad ni renunciaré a los privilegios de una sociedad abierta (…) Vamos a fortalecer nuestras defensas, pero no vanos a sucumbir a una mentalidad de estado de sitio que sacrifique la sociedad abierta y las libertades que apreciamos como estadunidenses«.
Una sociedad que está en guerra contra el terrorismo islamista, que una vez más ha cambiado la agenda de prioridades del presidente, dándole un giro hacia la seguridad nacional. Que el presidente Obama esté a la altura de lo que se espera del Comandante en Jefe depende la seguridad de Estados Unidos.




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