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Manufactura Made in USA

Durante décadas los productos hechos en Estados Unidos, made in USA, fueron garantía de calidad, tecnología avanzada y trabajo bien hecho. Con la llegada de la competencia desleal y el espionaje industrial, en gran medida, por parte de países como Japón, Alemania o China, entre otros, muchos de los empleos de la industria norteamericana se perdieron o se fueron a los países emergentes.
Ahora, la industria estadounidense y los empleos vinculados a ella están regresando al país y dando nueva vitalidad a la economía nacional. La política de incentivar la manufactura norteamericana no sólo está dando buenos resultados económicamente sino también socialmente, contribuyendo a la expansión de la clase media y aumentando los ingresos de ésta. Esto no sólo hace posible que aumente el consumo interno, vital para crecer económicamente, sino que consolida al país como uno de los más competitivos a nivel industrial y tecnológico.
El pasado diciembre, la empresa Apple ya apuntó que planeaba ensamblar una línea de ordenadores Mac en EE.UU. Es una de los últimas en incorporarse a la lista de empresas que vuelven a fabricar dentro del país, dando ese valor añadido de alta calidad que siempre han tenido los productos norteamericanos. Basta ver algunas de las máquinas fabricadas hace décadas, que siguen funcionando mientras otras de importación se caen a pedazos con muchos menos años.

Entre las empresas que han regresado y creado puestos de trabajo en territorio norteamericano están General Electric, Michigan Ladder y Wham-O. No son las únicas que se mueven en esa dirección. Un estudio de 2012 del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), señala que el 14 por ciento de las empresas tienen la intención de traer parte de su proceso de manufactura al país. Es lo que se conoce como ‘reshoring’. La experiencia de estos años ha demostrado que los productos fabricados en el extranjero, por ejemplo en China, no sólo son meras copias de nuestra tecnología que dejan mucho que desear, sino que aunque los salarios chinos suponen una fracción de los costes laborales de Estados Unidos, debemos tener en cuenta el aumento de las tarifas de transporte, los problemas de calidad y los costes intangibles que representa estar lejos de la sede principal. Los desventajas pesan ya más que las ventajas y por eso algunas empresas han reformulado la ecuación de la manufactura.
Una de las grandes iniciativas en torno al ‘reshoring’ la lidera Harry Moser, director de Reshoring Initiative, con sede en Chicago (Illinois). Moser, exejecutivo de la industria que procede de una familia que ha tenido negocios en la manufactura estadounidense durante un siglo y conoce muy bien lo que él describe así: “haber crecido experimentando la gloria de la industria manufacturera de EE.UU.» Todo el poder de nuestra industria made in USA. Su abuelo era capataz en Singer Sawing Machine y su padre ayudó a dirigir la fábrica que tenían en lo que entonces era el edificio más grande del mundo, en Elizabeth, New Jersey. Con su iniciativa pretende ayudar a las empresas a comparar los costes reales de producción en el país y en el extranjero, y realizar un seguimiento de las experiencias de quienes hayan decidido regresar. Es una forma de recuperar el esplendor de la industria americana de una forma actualizada, ya que ahora incluye también alta tecnología.
El ‘reshoring’ se está extendiendo en los últimos años en Estados Unidos ante obviedades como esta: los salarios chinos se duplican cada cuatro años y ya ha dejado de tener sentido fabricarlos allí. También está siendo decisiva la política de la Administración demócrata de Obama, que está concediendo una gran importancia a la reducción de las importaciones y a fabricar los productos de nuevo en el país. Es una de las medidas más acertadas de las que ha tomado Obama y recupera el pulso manufacturero y tecnológico para Estados Unidos. Sus consecuencias a nivel de empleo y salarios ya se dejan notar.

El otro polo de impulso del ‘reshoring’ son los consumidores estadounidenses, que están buscando cada vez más los buenos productos norteamericanos made in USA. Por ejemplo, ahí tenemos a GE con su parque de aparatos electrónicos en Louisville, al que ha retornado la fabricación de algunos productos. Con ello ahorrarán 400 millones de dólares y además ganan en imagen de cara a los consumidores, que los ven como buenos patriotas y apostando por el país y su gente.
El ‘reshoring’ es bueno para las empresas americanas, que empiezan así a ganar en competitividad y a recuperar el sello imbatible de calidad Made in USA. Además, se han recuperado más de 50.000 empleos desde 2010 con esta política, un aumento que sigue imparable a medida que más empresas regresan a casa. Asimismo, contribuye al objetivo de equilibrar el déficit comercial de Estados Unidos, que asciende a 600 mil millones de dólares al año, algo de lo que es directamente responsable la exportación de puestos de trabajo de manufactura al exterior. Así, desde la década de los 50 se han perdido cerca de tres millones de empleos industriales en relación a los bienes importados. Detrás de ese dato también hay miles de millones de dólares de déficit comercial y una proporción de riqueza del PIB muy considerable. Lo sensato indica que para equilibrar el déficit habría que recuperar esos tres millones de empleos; aunque tampoco sería necesario, bastaría con ganar en competitividad mediante productos más innovadores, de calidad y asequibles económicamente.
Al tratar de ‘reshoring’ no debemos centrarnos sólo en alta tecnología. De hecho los estadounidenses demandan muchísimos otros productos, como material de construcción, escaleras, martillos, tornillos, papel, luces, depósitos de energía, equipos mecánicos, eléctricos, equipos de transporte o piezas de fundición a presión…De hecho, los aparatos eléctricos encajan muy bien en esta oleada de ‘reshoring’ que se está produciendo. Necesitamos, pues, potenciar la fabricación tradicional de productos, además de acelerar la cualificación de los trabajadores de alta tecnología. Son las dos vías para que el ‘reshoring’ funcione.
El otro factor determinante para el regreso de la fabricación al país es el robo de la propiedad intelectual en China y otros países. Mantener algunos productos avanzados en territorio de la competencia es un regalo para el espionaje industrial que muchos analistas hemos denunciado abiertamente y que sólo ahora empieza a ser atendida esta alerta. Otra lección importante aprendida estos años ha sido que debemos equilibrar el invento de avanzada tecnología, un área en la que Estados Unidos sigue siendo líder, con el uso de fabricación de esas tecnologías, que es mucho más rentable. Países como China, Alemania, Japón, Taiwán…explotan este uso de la tecnología (americana o copiada de la americana), lo que nos deja en desventaja en esta área. Si equilibramos la invención con el uso de fabricación estaremos aportando un valor de billones de dólares al PIB nacional y de millones de empleos anclados en Estados Unidos. El resultado es fácil verlo: un liderazgo absoluto en el mercado mundial del Made in USA.
El regreso de la inversión de los procesos que ya sabemos hacer (automatización, capacitación y técnicas depuradas) puede ayudar decisivamente en esta tarea y es mucho mayor que invertir miles de millones en procesos de fabricación avanzados, aunque tampoco debemos abandonarlos, simplemente mantenerlos como hasta ahora.
Son algunas de las claves para un Made in USA que recupere todo el brillo y el poder de la industria norteamericana.




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