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El nuevo reto de la NASA

Tras la cancelación del programa Shuttle de transbordadores espaciales, después de 30 años de servicios, la NASA afronta su próximo gran reto, el sistema de lanzamiento espacial (SLS), que ha sido diseñado para llevar al vehículo polivalente de carga y tripulación Orion a nuevos destinos en el espacio profundo. Lo innovador de este nuevo sistema es que permitirá realizar vuelos tripulados más allá de la órbita terrestre baja, como se hacían hasta ahora, y abrirá la posibilidad de llegar a Marte y otros planetas en un futuro.
Además, el SLS servirá como respaldo para las naves de transporte comercial que realizarán los vuelos de carga y reemplazo de astronautas a la Estación Espacial Internacional (EEI). Con su puesta en marcha, Estados Unidos garantiza la creación de empleos de calidad en el país y el liderazgo estadounidense en el espacio. Al aceptar este desafío, la NASA vuelve a retomar las grandes exploraciones espaciales y a ser la referencia mundial que inspirará a millones de personas con los nuevos avances y conquistas.

De esta forma se completan varios meses de revisiones exhaustivas de planes y diseños para que la NASA habilite un sistema de lanzamiento potente, versátil y que permita adaptarlo a las necesidades que surjan con las nuevas tecnologías que se desarrollen.
Este nuevo cohete será el más potente desde que se construyó el Saturno V, que llevó a los astronautas del Apolo a la Luna, y hará posible que Estados Unidos alcance de nuevo aún lugares sin explorar. Tendrá una capacidad inicial de 70 toneladas, que se ampliará hasta las 130, utilizará hidrógeno líquido y oxígeno líquido como combustible, será propulsado por motores RS-25D/E y está previsto que en las etapas superiores lleve motores J2X. 
Este nuevo cohete de carga pesada será vital para la ejecución del plan que ha puesto en marcha la NASA y se espera que pueda realizar su primer vuelo a finales de 2017. Una vez resuelta la arquitectura del sistema de lanzamiento de carga pesada, la NASA puede ahora seguir adelante con la construcción de este cohete, así como de una nueva generación de vehículos y de tecnologías necesarias para un ambicioso programa de misiones tripuladas en el espacio profundo.

Como parte de los nuevos planes para sustituir a los transbordadores espaciales, la NASA ha dejado en manos de empresas privadas la iniciativa para que diseñen naves con las que puedan realizar los viajes a la órbita terrestre baja, mientras que la agencia se centra en el proyecto más ambicioso de seguir explorando el Universo. Por ejemplo, entre los nuevos retos se encuentra el viaje a un asteroide alrededor del año 2025 y la primera misión tripulada a Marte en la década de 2030. Metas ambiciosas en las que Estados Unidos y la NASA ya están trabajando y que sin duda revolucionarán de nuevo la vida en la Tierra.




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