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Restrepo

Se dice que el buen periodismo ha desaparecido, y la mayoría de las veces es cierto, pero aún podemos encontrar casos del mejor periodismo y crónicas que nos reconcilian con los reporteros.
Es el caso del documental titulado “Restrepo”, que cuenta en hora y media los 15 meses de servicio en uno de los destinos más peligrosos de Afganistán: el valle de Korengal, en la provincia de Kunar, al este de Afganistán, en las montañas fronterizas con Pakistán, que fue bautizado como “Restrepo” por los soldados estadounidenses en homenaje al compañero Juan Sebastián Restrepo, el médico de la unidad, abatido en su primera patrulla.
“Restrepo” obtuvo el Gran Premio del Jurado en la última edición del  Festival de Sundance (Utah) y se encuentra entre los 5 filmes documentales seleccionados para el Oscar en su categoría. En España, se pudo ver en exclusiva en el National Geographic Channel, el pasado 26 de diciembre. El canal de televisión adquirió los derechos televisivos del documental, tanto para el mercado norteamericano como internacional, tras su paso por Sundance.

Considerado como uno de los destinos más peligrosos, el remoto valle de Korengal, un valle accidentado de diez kilómetros de largo cerca de la frontera con Pakistán,  ha formado parte del epicentro de la guerra en Afganistán desde hace tiempo. Es considerado como un punto de relevo estratégico para los combatientes talibanes en tránsito desde Pakistán hacia Kabul, y varios líderes de Al Qaeda lo han utilizado frecuentemente como su base de operaciones.
Este es el escenario donde transcurre la acción. En 2005, los talibanes emboscaron a cuatro Navy SEALS de la Marina, mataron a tres de ellos, y luego derribaron el helicóptero que fue enviado para rescatarlos. Los 16 militares estadounidenses a bordo murieron. Hasta la fecha, cerca de 50 soldados han caído en combate allí.
El valle fue abandonado en abril de 2010 como base de las tropas. Pero antes, a finales de 2007, Korengal sirvió como base avanzada a la Décima División de Montaña, la Compañía de Batalla de la 173 Brigada Aerotransportada o el Primer Batallón del Ejército. De hecho, casi una quinta parte de todo el combate que se producía en Afganistán tenía lugar en esta zona. La lucha fue cuerpo a cuerpo, con infantería desbrozando el terreno y avanzado palmo a palmo. Ni que decir tiene lo arriesgado de estas operaciones, cuyo éxito se pagaba en vidas humanas y sacrificio de los militares estadounidenses. La zona de control norteamericana se trasladaba colina a colina, avanzando unos cien metros en cada ocasión y con misiones de reconocimiento y patrulla casi a diario.
Una historia de conquista del terreno a base de esfuerzo y combate personal.

La odisea vivida en Korengal por los soldados estacionados en este valle entre  2007 y 2008 es el eje central del documental “Restrepo”, que se ha realizado con los testimonios de estos militares; un documental estrenado en las salas de cine de Estados Unidos, donde se ha convertido en una de las producciones documentales más aclamadas de 2010.
“Restrepo” es fruto de la colaboración entre el fotoperiodista Tim Hetherington y el periodista y escritor Sebastian Junger, basado en sus propios trabajos: el libro “War”, de Jünger, y la recopilación fotográfica “Infiel”, de Hetherington, que estuvieron “empotrados” con los soldados estadounidenses para recopilar más de 150 horas de metraje y retratar con realismo todo lo que allí acontecía, desde las incursiones y las batallas, pasando por el  aburrimiento, el humor, el terror y la vida cotidiana en el puesto de avanzada, bautizado por los soldados como “Restrepo”, en honor a su médico, Juan Restrepo, quien murió en una acción bélica con sólo veinte años.
Hetherington y Junger se unieron a los hombres del Segundo Pelotón en junio de 2007 y durante los siguientes 15 meses, realizaron un total de diez viajes al valle de Korengal. En cada viaje se repitió el mismo ritual: primero un vuelo en helicóptero desde la base principal del valle y después un recorrido a pie de dos horas hasta llegar al lugar conocido como Restrepo. Allí no había agua corriente, ni Internet, ni comunicación telefónica y, durante un tiempo, tampoco electricidad o calefacción. El lugar no podía ser más inhóspito: sólo bolsas de arena y municiones en un entorno bélico, en el que algunos días el puesto avanzado era atacado tres o cuatro veces desde distancias cortas de hasta 50 metros.

Hetherington yJunger, a veces juntos o por separado, realizaron las mismas tareas que los soldados, excepto hacer  guardia y disparar durante los tiroteos y enfrentamiento con los talibanes. Dormían y comían con ellos, y sobrevivieron juntos a la tensión, el calor, el frío, las inclemencias del tiempo o las moscas. Salían a patrullar con los soldados, portando más de 20 kilos de peso en cámaras, y llegaron a ser considerados parte del pelotón. Las condiciones de la filmación fueron muy duras, como lo era la situación en que se encontraban los soldados, en medio de un paisaje con montañas que se elevan unos 3.000 metros y en las que sólo es posible desplazarse a pie.
Las operaciones militares de larga duración obligaban a llevar baterías para la cámara con potencia suficiente para una semana o más, además de los 20 kilos de equipo necesario en las patrullas ordinarias. Fue un trabajo de periodismo auténtico en una guerra auténtica, no crónicas enlatadas a cargo de corresponsales más o menos guapas y dicharacheras, como acostumbran a servir en los informativos de TV de muchos países. Aquí, el combate era real y mortal, las cámaras se golpearon contra las rocas y el suelo, se mezclaron con tierra y chocaron con los cartuchos de depósito durante los combates. Hetherington y Junger soportaron las penalidades de una situación de guerra abierta en primera línea de combate. Y se ganaron el honor de seguir llamándose buenos corresponsales de guerra, como otros lo hicieron antes que ellos en otras guerras pasadas.
La rutina de grabación constaba de dos tipos de jornadas. Aquellas en las que trabajaban dentro del destacamento y las patrullas. Durante los 15 meses que duró el rodaje del documental, algunos hombres murieron y otros resultaron heridos, lo que planteó un dilema moral a los cineastas: decidir si era adecuado plasmar esa realidad y cuándo era el momento propicio para encender la cámara y cuándo no. Gracias a la relación especial que establecieron con los militares, pudieran seguir filmando en situaciones en las que otros periodistas hubieran sido obligados a parar.
Tres meses después del final del despliegue de los soldados, Hetherington y Junger viajaron a Vicenza, en Italia, donde se encuentra la base de esta unidad militar, para completar el documental con las declaraciones de los soldados que regresaban de Afganistán. Se utilizaron Very-Cams, una potente luz, un paquete de sonido y dos cámaras para llevar a cabo entrevistas en profundidad con los militares que habían participado en la misión. Estas entrevistas, consideradas al principio como el nexo de unión con los acontecimientos de Korengal, terminaron siendo parte del material más importante y modificaron todo el proyecto. Los soldados fueron reflejados a un nivel de emoción e introspección que no es posible alcanzar mientras dura el combate, y esto le puso al documental una nota humana que trasciende la pantalla y toca el corazón del espectador.
“Restrepo” refleja de forma directa la lucha diaria por la vida de los soldados, sus contactos con la población local, casi siempre difíciles y rodeados de incomprensión mutua, las patrullas por territorio enemigo y el casi constante estado de alarma por las acciones bélicas contra los talibanes.
Uno de los mensajes del documental es que el combate cambia a los jóvenes profundamente y que la sociedad que los envía a combatir tiene la obligación de intentar entender esa experiencia vital y cómo los afecta. Siempre desde el punto de vista emocional y humano, no político, de forma que así la sociedad pueda reintegrar mejor a estos soldados a su regreso a casa.
Este espléndido documental se puede complementar con el libro titulado “Guerra”, de Sebastian Junger, que escribió tras vivir esta experiencia, y publicado por la editorial Crítica en España.
En “Restrepo”, Junger y Hetherington han filmado la guerra con un realismo extraordinario, mostrando momentos que son exponentes perfectos de lo que se vivió y se vive allí: patrullas llenas de riesgos, niños y soldados heridos, el miedo y los ataques de histeria en mitad del combate o el entusiasmo después de haber matado al enemigo. El documental recoge la tensión del combate y lo lleva hasta el espectador, así como sus consecuencias en los soldados.
Un trabajo periodístico de primera, como apenas ya se hacen. De los que merece la pena ver y que sirven para reflexionar.

RESTREPO

Restrepo Trailer

Restrepo – Doctalk

UK TV Premiere Restrepo on Nat Geo UK

KORENGAL. Valle de la muerte (abril 2009)

Afghanistan Combat Footage Korengal Valley Engagement




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